Domingo 29 de junio
Jehová es muy cariñoso (Sant. 5:11).
¿Ha intentado alguna vez imaginarse a Jehová? Aunque él es invisible, la Biblia lo describe de muchas maneras. Por ejemplo, lo llama “sol y escudo”, y “un fuego voraz” (Sal. 84:11; Heb. 12:29). En una visión, el profeta Ezequiel dijo que Jehová era como la piedra de zafiro, un metal reluciente y el resplandor de un arcoíris (Ezeq. 1:26-28). Como no vemos a Jehová, quizás nos cueste creer que nos ama. O tal vez las cosas que nos han pasado en la vida nos lleven a pensar que Dios jamás podría querernos. Lo bueno es que Jehová entiende cómo nos sentimos y cómo nos afecta lo que hemos vivido. Para ayudarnos a entender que él nos quiere, nos da detalles en su Palabra sobre su bonita personalidad. La palabra que mejor describe a Jehová es amor (1 Juan 4:8). Esta cualidad lo define; él lo hace todo por amor. Su amor es tan grande y fuerte que alcanza hasta a los que no lo quieren a él (Mat. 5:44, 45). w24.01 4:1-3
Lunes 30 de junio
Les hablaba desde la columna de nube (Sal. 99:7).
Jehová nombró a Moisés para que sacara de Egipto a los israelitas y les dio una prueba clara: la columna de nube que veían durante el día y la columna de fuego que veían de noche (Éx. 13:21). Moisés siguió esa columna y, como resultado, él y los israelitas llegaron al mar Rojo. Cuando los israelitas pensaron que estaban atrapados entre el mar y el ejército egipcio, entraron en pánico. Pero no fue ningún error. Fue Jehová quien hizo que Moisés los llevara justo a ese lugar (Éx. 14:2). Y luego los salvó con un milagro impresionante (Éx. 14:26-28). Durante 40 años, Moisés siguió la columna de nube para guiar al pueblo de Dios por el desierto (Éx. 33:7, 9, 10). Desde esa columna, Jehová le hablaba a Moisés, y él después le transmitía sus instrucciones al pueblo. Así que los israelitas tenían pruebas de sobra de que Jehová estaba usando a Moisés para guiarlos. w24.02 8:4, 5
Martes 1 de julio
Fue por la tierra haciendo el bien y curando a todos los oprimidos (Hech. 10:38).
Jesús imitó a la perfección los sentimientos y la manera de pensar de su Padre. Eso se notó en lo que dijo e hizo, lo que incluye los milagros (Juan 14:9). ¿Qué podemos aprender de sus milagros? Que Jesús y su Padre nos quieren muchísimo. Cuando estuvo en la Tierra, Jesús mostró cuánto amaba a las personas al usar su poder para hacer milagros que aliviaran su sufrimiento. En una ocasión, dos ciegos le pidieron ayuda a gritos (Mat. 20:30-34). El relato dice que Jesús se sintió “profundamente conmovido” y que después les devolvió la vista. El verbo griego que aquí se traduce “profundamente conmovido” se refiere a una emoción tan intensa y profunda que se siente físicamente. Esa compasión tan grande, que es un reflejo del amor que Jesús sentía, también lo motivó a darles de comer a los que tenían hambre y a curar a un leproso (Mat. 15:32; Mar. 1:41). Así que estamos convencidos de que Jehová, el Dios de “la tierna compasión”, y su Hijo nos aman muchísimo, y les duele vernos sufrir (Luc. 1:78; 1 Ped. 5:7). Desean con todas sus fuerzas acabar con los problemas que plagan a la humanidad. w23.04 15:4, 5