30 Así que puso el cadáver en su propia tumba. Lloraban por él diciendo: “¡Qué lástima, hermano mío!”. 31 Después de enterrarlo, les dijo a sus hijos: “Cuando yo me muera, entiérrenme donde está enterrado el hombre del Dios verdadero. Pongan mis huesos junto a los de él.+