Injertar una rama de olivo
En tiempos bíblicos era común hacer injertos. Normalmente se insertaba un esqueje o un brote de un árbol que producía buen fruto en otro árbol que no era tan bueno. Así se mejoraba la calidad del fruto de este último árbol. El apóstol Pablo mencionó la práctica del injerto en su ejemplo sobre el olivo (Ro 11:17-24). Comparó a los cristianos ungidos de origen gentil a ramas de olivo silvestre injertadas en “un olivo cultivado” (Ro 11:24). Esta técnica fue mencionada por Lucio Junio Moderato Columela, soldado y agricultor romano del siglo primero que escribió sobre temas agrícolas. En una de sus obras dio esta recomendación para los olivos sanos que no producían fruto: “A éstos va bien taladrarlos con el taladro gálico y, hecho esto, meter en el agujero una estaca verde de acebuche [u olivo silvestre], ajustándola bien. De este modo, como penetrado por la planta fecunda, el árbol se volverá más fértil” (La labranza [trad. Jorge Fernández López], libro V, sección 9). Este ejemplo de Pablo fue un gráfico recordatorio de que todos los cristianos ungidos, tanto judíos como gentiles, deben estar unidos (Ro 2:28, 29; 11:17, 18). En la imagen se ven diferentes formas de injertar que quizás se usaron en el siglo primero.
1. Se hace un agujero en una rama y se inserta un esqueje de otro árbol.
2. Se hacen cortes en el extremo de una rama y se introducen varios esquejes. Luego se atan para que no se muevan.
3. Se corta un pedazo de corteza de una rama, se coloca encima otro pedazo de corteza con un brote y luego se ata.
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