“Tu palabra es la verdad”
“No debes cometer adulterio”
“EL ADULTERIO casi ha llegado a ser un pasatiempo del que se participa con despreocupación y sin sentido de culpa.” Esa fue una de las conclusiones a que llegaron algunos de los psiquiatras que asistieron a la reunión anual de 1969 de la Asociación Americana de Psiquiatras. Y con razón, cuando las estadísticas más recientes muestran que el 60 por ciento de los hombres casados y del 35 al 40 por ciento de las mujeres casadas reconocen haber cometido adulterio.
De manera semejante, el psicólogo Albert Ellis, director ejecutivo del Instituto del Modo de Vivir Racional, dijo que “para mantener junto a un matrimonio, el adulterio podría ser una cosa buena.” Según él, un adúltero ‘saludable’ “puede mantener un amorío sin destruir su matrimonio o relación familiar” y esa persona bien puede creer que “está en mejores circunstancias con un amorío extramarital que sin uno.” Ciertos clérigos también han defendido el adulterio.
Pero eso no es lo que dice la Palabra de Dios. El Creador, Jehová Dios, que hizo al hombre y que dotó al hombre de facultades procreadoras, tiene el derecho de dar leyes que gobiernen esas facultades. En su ley a la nación de Israel, dice el Séptimo Mandamiento: “No debes cometer adulterio.” ¿Y cuál era la pena por violar esta ley? La muerte, la pena capital.—Éxo. 20:14; Deu. 22:22.
El hecho de que el adulterio también les está prohibido a los cristianos se expresa de manera inequívoca. Se les dice explícitamente que los adúlteros ‘no heredarán el reino de Dios,’ y que “Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros.”—1 Cor. 6:9, 10; Heb. 13:4.
Aunque hoy muchos tratan de hallar excusas para cometer adulterio, al hacerlo se engañan ellos mismos. La regla bíblica: “Cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará,” no se puede pasar por alto. (Gál. 6:7) Considere los resultados posibles: Conciencia de culpa, enfermedad venérea y preñez indeseable. En el caso de lo último, ¿quién llevará la responsabilidad de atender a la madre y criar al hijo ilegítimo? ¿Irá más allá la persona y cometerá asesinato provocando un aborto? ¿Y qué hay del pesar del cónyuge inocente cuando se entere del adulterio? Considere, también, los celos que bien podrían resultar no solo en divorcio, sino también en asesinato.—Pro. 6:27-35.
Además, hay castigos psicológicos. Como notó el psicólogo y profesor universitario Dr. L. Salzman, el adulterio le impide al que lo comete cosechar los galardones plenos de la felicidad en el matrimonio. “La fidelidad no es simplemente una virtud, sino también un modo de vivir que puede acrecentar la plenitud del vivir creativo.”—Time, 19 de mayo de 1969.
Lo más serio de todo es el hecho de que el adulterio se atrae el desagrado de Dios. ¡Qué aflicción experimentó el rey David por haber cometido adulterio con Bat-seba! (2 Sam. 12:10-12) Y para los cristianos dedicados hay el castigo de ser puestos a prueba o hasta ser expulsados, excomulgados o excluidos de la congregación cristiana.—1 Cor. 5:13.
Para guardarse del adulterio uno tiene que comenzar con la mente y el corazón, como Jesús lo mostró: “De dentro, del corazón de los hombres, proceden razonamientos perjudiciales: fornicaciones, hurtos, asesinatos, adulterios.” Es por eso que la Palabra de Dios advierte: “Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida.” Haga esto rehusando espaciarse en pensamientos inmorales. Una ayuda para guardar el corazón y mantenerlo libre de razonamientos perjudiciales es tener cuidado con las impresiones que uno adquiere por medio de los sentidos. Por lo tanto, no es prudente ver películas o programas de televisión que destaquen la inmoralidad. También evite leer libros y revistas o ver fotografías que sean sexualmente provocativas o pornográficas. Jesús dijo que un hombre casado podría ser culpable de lo que pudiera llamarse adulterio mental al seguir mirando a una mujer con ojos lujuriosos. Se podría decir que esa persona está cometiendo adulterio en sus pensamientos.—Mar. 7:21, 22; Pro. 4:23; Mat. 5:28.
Los mandamientos de Dios que prohíben el adulterio son de mucho alcance. Juzgados por ellos, hoy día hay muchos que son culpables de adulterio sin siquiera darse cuenta de ello. ¿Cómo podría ser eso? Porque, aunque hayan obtenido un divorcio legal antes de contraer segundas nupcias, su divorcio no ha sido bíblico. ¿Qué es un divorcio bíblico? “Todo el que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación [es decir, adulterio], la expone al adulterio, puesto que cualquiera que se case con [tal] divorciada comete adulterio.”—Mat. 5:32.
Sí, para estar libre a los ojos de Dios para contraer segundas nupcias, uno no solo debe obtener un divorcio legal, sino que es preciso que éste se base en razón bíblica... infidelidad de parte del cónyuge. Pero supongamos que una persona se haya divorciado y haya contraído segundas nupcias sin saber acerca de esta condición bíblica y así la haya violado. ¿Qué puede hacer esa persona? ¿Separarse? No. Al haber tenido relaciones sexuales con el nuevo cónyuge se dio validez al divorcio, de modo que el primer matrimonio ya no es obligatorio bíblicamente, habiéndosele dado una base bíblica al divorcio legal. Es verdad que eso ha sido un pecado; pero puede recibir perdón si hay arrepentimiento sincero, tal como se pueden perdonar otros pecados que se cometen en ignorancia, y si uno muestra su sinceridad viviendo en conformidad con las responsabilidades que ahora tiene como persona casada.
Otra manera en que algunos quizás hayan sido culpables de adulterio sin saberlo es recibiendo inseminación artificial de una persona que no sea su propio cónyuge o siendo donador de semen para tal uso. Así, en 1963 un tribunal del Condado de Kings de Nueva York falló que “la inseminación artificial por una tercera parte donadora, con o sin el consentimiento del esposo constituye adulterio de parte del padre, y . . . una criatura concebida así no es una criatura que nazca del matrimonio y por lo tanto es ilegítima.”
Esa práctica también está llena de muchos otros problemas. Entre otras cosas, le niega al niño el conocimiento de quién es su verdadero padre. Se ha sabido de esposos que han llegado a estar “locamente celosos” de los donadores desconocidos. Y ha habido mujeres que han llegado a tener tanta curiosidad por saber exactamente quién ha sido el donador desconocido que han hurtado registros de los hospitales para averiguar quiénes eran los padres de sus hijos. Según el Dr. August Mayer, ginecólogo alemán, esposos que han accedido a la inseminación artificial de sus esposas han maldecido después a los médicos por haber destruido sus matrimonios.
La Biblia también habla de adulterio espiritual. Es infidelidad al voto de dedicación de parte del cristiano. Como lo expresa el discípulo Santiago: “Adúlteras, ¿no saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, por lo tanto, que quiere ser amigo del mundo está constituyéndose enemigo de Dios.” Puesto que Satanás el Diablo dirige el proceder del mundo, uno no puede estar agradándole a él y agradar a Jehová Dios al mismo tiempo.—Sant. 4:4.
El Creador, Jehová Dios, es el árbitro final de la moralidad. Su decreto contra el adulterio es tanto justo como sabio. Todos los que quieran agradar a Dios, disfrutar de felicidad y larga vida tienen que ejercer gran cuidado para evitar el adulterio de cualquier forma que sea: físico, mental o espiritual.—1 Ped. 3:10-12.