Extraordinarias frutas de los trópicos
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en el Ecuador
CUANDO nosotros, los recién llegados, pusimos pie por primera vez sobre el suelo del tropical país sudamericano del Ecuador, era un caluroso día invernal de diciembre. El repentino cambio del tiempo congelante que habíamos acabado de dejar en el norte nos pareció excelente, pero nos dio una tremenda sed. Cuánto apreciamos cuando Carlos, nuestro anfitrión, nos sirvió una refrescante jarra de jugo de fruta.
¡U-m-m! ¡Qué delicioso! ¿Pero qué es? Nunca hemos saboreado nada parecido a esto. Nuestro anfitrión nos explicó que era jugo de naranjilla. Tenía un suave sabor que nos recordaba la mezcla de ananás, naranja y manzana, con tal vez un toque de jugo de tomate. Para hacer esta excelente bebida para apagar la sed, Carlos explicó que había pelado la fruta, la había puesto en una mezcladora, agregado agua y entonces le agregó un poco de azúcar.
Unos días más tarde vimos algunas naranjillas en un puesto del mercado. Habían sido traídas de su hogar en la selva, debajo de las elevadas montañas de los Andes. Desde lo lejos ciertamente se asemejaban a pequeñas naranjas, apenas del tamaño de las mandarinas. Pero cuando nos acercamos más, su apariencia cambió de la de naranjas a la de tomates de suave y lustrosa piel. No obstante, cuando recogimos una nos sorprendimos al descubrir que tenía una minúscula pelusa, algo parecido al durazno, pero una pelusa que era dura y quebradiza. ¡Qué fruta extraña, esta naranja vellosa parecida al tomate!
Más arriba en los Andes la gente de la sierra tienen lo que llaman tomate de árbol, que crece en sus patios junto con variedades de flores tropicales. Las plantas son de unos dos metros setenta de alto y producen una fruta multicolor, que va desde un naranja brillante a un púrpura oscuro. La fruta no es redonda como el tomate, sino oblonga y en los extremos tiene la forma de una pelota de fútbol. ¿Y el sabor? Bueno, sabe un poco a jugo de tomate, pero mucho más dulce. No solo se hace una bebida sabrosa de ella, sino también deliciosas compotas.
Algún tiempo después tuvimos otra agradable experiencia cuando por primera vez nos sirvieron una bebida hecha de badea. La badea crece en una parra y se asemeja a una pequeña sandía amarilla con una piel tan brillosa que parece que la hubieran acabado de encerar. De ésta también se hace una deliciosa bebida algo parecida al jugo de ananás, pero sin el dejo ácido de ésta. Nuestra gran sorpresa, sin embargo, vino cuando encontramos que la bebida estaba llena de semillas y se nos dijo que las comiéramos, asegurándosenos que esto era la mejor parte. El masticar estas semillas (del tamaño de las de la sandía) le dio a la bebida un sabor completamente diferente, que nos recordó a ciertas uvas que crecen en el hemisferio septentrional.
En contraste con la naranjilla y la badea, la apariencia exterior de la chirimoya no tiene nada de atractiva. Más o menos del tamaño y forma de una pelota de béisbol grande, su color es verde apagado y tiene una cáscara escamosa muy parecida a la de un reptil. Así es que se puede imaginar la sorpresa que tuvimos la primera vez que hundimos nuestros dientes en una chirimoya y encontramos que tiene el sabor parecido al de una pera madura mezclada con crema y azúcar, ¡solo que mucho más suave! Muchas personas prefieren comer esta fruta fresca, pero otras la prefieren en helado. De cualquier modo, uno debe admitir que no se puede juzgar a la fea chirimoya por su cáscara, como tampoco se puede juzgar a un libro por sus tapas.
Un día que estábamos pasando a un carro de vendedor, un amigo nuestro se detuvo y compró lo que llaman guabas. Son largas, verdes y achatadas, y están curvadas muy parecido a la vaina de un sable. Tomando la guaba en su mano, nuestro amigo la golpeó contra el edificio para partir su dura cubierta exterior. ¡Y mire! he aquí que adentro había unos doce o veinte montoncitos de algodón blanco como la nieve, cada uno con una negra y lustrosa semilla dentro. El agradable sabor dulce de la guaba es muy convincente: ¡ésta debe ser el original dulce de algodón de los trópicos!
Es probable que aquí en el Ecuador el tratamiento más popular para las dolencias menores del hígado, es una bebida hecha de la fruta llamada tamarindo. Y si usted busca el tamarindo en el mercado, busque algo parecido a grandes habas en vainas marrones de unos 15 a 20 centímetros de largo. Entonces, adentro, en vez de habas como usted esperaría, la vaina está rellena con una sustancia pegajosa que se parece mucho a la pulpa de la ciruela y, por supuesto, están incluidas las semillas. Una bebida hecha de esta fruta es muy agradable, un poco parecida a la sidra. Pero, recuerde, es un suave laxante. Sin embargo, si eso es lo que usted quiere, estará de acuerdo con que, ciertamente, ¡es un remedio de rico sabor!
La papaya, que también se encuentra en los subtrópicos, es probablemente la fruta más común en la mesa ecuatoriana. Aunque algunas personas podrían equivocadamente pensar que es un melón, no crece en las enredaderas. En vez de eso, crece en racimos en la cima de árboles parecidos a palmeras. Las papayas varían en tamaño, las grandes pesan seis kilos o más.
En su exterior el color de esta fruta es de un verde oscuro que gradualmente se convierte en amarillo, en algunos puntos, a medida que madura. Adentro, la pulpa es de un amarillo profundo o algunas veces de un brillante rosado o rojo. A diferencia de la mayoría de las frutas, el interior de la papaya tiene un vacío, en el que un montón de pequeñas semillas negras están pegadas a la pulpa, las que son fáciles de raspar. La pulpa es dulce y jugosa y muy deliciosa a no ser que le toque una mala con un sabor fuerte bastante desagradable. Por lo general las más pequeñas tienden a tener el sabor más fuerte; las más grandes son las de mejor sabor.
La gente en este país come gran cantidad de papayas, no solo por lo mucho que disfrutan de la fruta, sino también por razones de salud. En los trópicos el cuerpo de uno necesita gran cantidad de líquido para permanecer sano y fuerte, y la papaya suple el líquido necesario de una manera muy pura y deliciosa. También es una excelente ayuda para el sistema digestivo. Uno fácilmente puede probar que esto es cierto simplemente por medio de coronar una gran comida con una rebanada o dos de papaya, y así evitar las acostumbradas molestias que se experimentan después de haber comido en abundancia de una rica comida. Para esto también hay una bien fundada explicación médica. Las autoridades en nutrición han hallado que la papaya es rica en una enzima llamada “papaína,” la cual ayuda en la digestión de las proteínas.
Con respecto a esto, una amiga nuestra describió cómo ella da buen uso a esta propiedad de la papaya de otra manera. Empapa la carne en jugo de papaya por algunas horas, preferiblemente por toda una noche, y encuentra que es un excelente ablandador. Esto también se debe a la enzima presente en esta fruta tropical.
Bueno, ya no somos recién llegados aquí en este hermoso país tropical con sus muchas variedades de pájaros, flores y frutas. Lo que en el principio parecían ser frutas bastante extrañas y extraordinarias, son ahora nuestras conocidas comunes... viejas amigas cuya compañía disfrutamos de una manera muy especial. Si usted también quisiera llegar a conocerlas mejor, ¿por qué no nos visita?