Transfusiones de sangre o agua de mar
EN EL número de marzo de 1970 de la revista Let’s Live aparece un artículo del Dr. Giovanni Boni y el Dr. Pierre Lafarge, en el que hablan de “la unicidad de la relación entre el cuerpo y su propia sangre.” Entonces los médicos declaran que ha habido un largo proceso de lavado de cerebro para inducir a la gente a que puede “pasar por alto sin peligro esta singular relación y creer que una transfusión de sangre de otra persona es del todo posible.”
Después de reconocer que la literatura médica “está totalmente de acuerdo en cuanto a los peligros de las transfusiones de sangre,” los médicos dicen: “Uno no puede menos que preguntarse cómo es posible que una práctica tan peligrosa, irracional y ‘primitiva’ todavía se continúe en la actualidad, y de cierto modo, hasta se imponga.” Preguntan: “¿Por qué correr riesgos inútiles cuando hay una alternativa disponible?” ¿Cuál es la alternativa que recomiendan?
Pasan a decir: “Esta alternativa consiste en efectuar transfusiones con un fluido que es absolutamente inofensivo, el cuerpo lo acepta perfectamente, es fácil de conseguir y almacenar, y está tan vivo como la sangre que corre por nuestras venas. Nos referimos al ‘agua de mar.’” Explican que esto es agua de mar natural recogida y procesada especialmente. “En Francia se usa muy extensamente (hasta en los hospitales del ejército) y se le llama el Plasma de Quinton.”
Relatando un experimento realizado por R. Quinton en los laboratorios de un conocido fisiólogo francés, los médicos informan: Un perro “fue sangrado hasta quedar ‘blanco’ a través de la arteria femoral; es decir, la sangría continuó hasta que se detuvo espontáneamente.” Inmediatamente se inyectó en el perro “agua de mar.” Aunque el animal estaba extremadamente débil y no podía moverse, 21 horas más tarde “el perro estaba correteando por todas partes.” Después de casi una semana el animal estaba ‘sumamente activo y vivaracho,’ de hecho, mucho más que antes de la experiencia.” Cinco años más tarde el perro seguía con plena vida.
Los doctores prefieren el agua de mar natural procesada a una solución salina artificial. Creen que hay un elemento de diferencia entre las dos “que escapa a nuestros sistemas de medición.” Señalan que la composición de la sangre “es asombrosamente similar a la del ‘agua de mar.’” Es obvio que hay alternativas para las peligrosas transfusiones de sangre.