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  • Orando por gobernantes y reyes
  • ¡Despertad! 1977
¡Despertad! 1977
g77 8/1 págs. 26-27

¿Cuál es el punto de vista bíblico?

Orando por gobernantes y reyes

¿ES CORRECTO orar por los reyes y gobernantes de este mundo? ¿Por los jueces ante los cuales se lleva al ministro cristiano para dar testimonio? ¿Por los dictadores opresivos e intolerantes en cuyas tierras la obra de testimonio sufre? Antes de llegar a una conclusión precipitada, consultemos el Registro Sagrado para ver lo que dice acerca de este punto.

Es cierto que la Biblia en ninguna parte manda que oremos por la conversión del mundo. Jesús muy específicamente declaró: “No hago petición respecto al mundo, sino respecto a los que me has dado [sus apóstoles]; . . . porque ellos no son parte del mundo, así como yo no soy parte del mundo.” (Juan 17:9, 14) Sus oraciones fueron por sus apóstoles y discípulos. En una ocasión le dijo a Pedro: “Simón, Simón, ¡mira! Satanás ha demandado tener a ustedes para zarandearlos como a trigo. Mas yo he hecho ruego a favor de ti para que tu fe no desfallezca; y tú, una vez que hayas vuelto, fortalece a tus hermanos.” (Luc. 22:31, 32) Pero no leemos acerca de oraciones semejantes a favor de Poncio Pilato, el gobernador de Judea, ni a favor de Herodes el rey.

Los apóstoles y discípulos de Cristo siguieron su ejemplo estrechamente en este asunto de orar. Sus oraciones fueron por sus hermanos en Cristo. Como Pablo escribió: “Por eso es que nosotros también, desde el día que lo oímos, no hemos cesado de orar por ustedes y de pedir que sean llenos del conocimiento exacto de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual, para que anden de una manera digna de Jehová a fin de que le agraden plenamente mientras siguen llevando fruto en toda buena obra.” (Col. 1:9-12) Estas oraciones fueron a favor del siervo dedicado de Dios y por las diferentes razones que Pablo menciona. Por consiguiente, ¿debemos concluir de esto que es incorrecto orar por reyes y gobernantes? No. Pablo declara que “se hagan ruegos, oraciones, intercesiones, ofrendas de gracias, respecto a hombres de toda clase, respecto a reyes y a todos los que están en alto puesto; a fin de que sigamos llevando una vida tranquila y quieta con plena devoción piadosa y seriedad. Esto es excelente y acepto a la vista de nuestro Salvador, Dios, cuya voluntad es que hombres de toda clase sean salvos y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad.” (1 Tim. 2:1-4) Estos “reyes” y otros que están en “alto puesto,” a quienes se refiere el texto, no son otros sino los gobernantes de las naciones mundanas y los individuos que ocupan puestos de importancia en los asuntos públicos. ¿Qué clase de oraciones se ofrecerían por ellos?

Jesús dijo claramente que sus seguidores serían ‘llevados ante gobernadores y reyes por mi causa para un testimonio a ellos y a las naciones.’ (Mat. 10:18) Al estar ante estos gobernantes el cristiano oraría, y a menudo toda la congregación de Dios se uniría en oración. Estas oraciones tendrían que ver con el oficial ante el cual el cristiano iba a comparecer. Sus oraciones y las oraciones de la congregación de Dios pudieran ser al efecto de que se presentara el mensaje clara e intrépidamente y de tal modo que le fuera comprensible al oficial o juez, y que, si a Dios le placiera, hiciera que este individuo en el puesto encumbrado se sintiera bien dispuesto hacia el mensaje, que fuera razonable y exento de prejuicio, para que viera la justicia de la causa del cristiano y decidiera a su favor y así le permitiera libertad de acción para predicar, y no impidiera esa actividad por medio de encarcelarlo.

Es interesante que hay ejemplos en la Biblia de situaciones relacionadas con oficiales gubernamentales en las cuales los siervos de Dios pidieron ayuda parecida en oración. Cuando la reina Ester apareció sin permiso ante el rey persa Jerjes, puso en peligro su vida. Antes de presentarse ante él, ella y Mardoqueo ayunaron tres días, y los ayunos de esa clase siempre fueron acompañados de oraciones y súplicas. Esto significa que le pidieron a Dios que hiciera que el rey considerara favorablemente a Ester, porque de ese punto dependía la seguridad de ella. Las intercesiones tuvieron buen éxito.—Est. 4:16; 5:2.

También cuando Nehemías tuvo que presentar una causa relacionada con la adoración de Jehová ante el rey persa, ayunó y oró. Su oración fue: “¡Ah! Jehová, por favor, deja que tu oído se ponga atento a la oración de tu siervo y a la oración de tus siervos que se deleitan en temer tu nombre; y, por favor, otorga éxito a tu siervo hoy, sí, y hazlo objeto de piedad ante este hombre.” Ese hombre era el rey. Claro está que Nehemías oró para que Dios dirigiera la decisión del rey, y Dios contestó esa oración.—Neh. 1:4, 11; 2:4, 5, 8.

Considere también la declaración de Pablo ante el rey Agripa al tiempo que había de tomarse una decisión sobre una cuestión importante relacionada con la predicación de Pablo. “Agripa dijo a Pablo: ‘En poco tiempo me persuadirías a hacerme cristiano.’ A esto Pablo dijo: ‘Desearía de Dios de que ora en poco tiempo o en largo tiempo no solo tú, sino también todos los que me oyen hoy llegasen a ser hombres tales como también yo soy, a excepción de estas cadenas.’” (Hech. 26:28-32) Aunque no se consideren estas palabras de Pablo respecto a esos gobernantes como una oración usual, se reconoce que eran a manera de súplica o intercesión, porque constituían un deseo expresado a Dios. Pablo no oró por la conversión de esos hombres y ninguna conversión ocurrió, pero la decisión que se tomó fue a favor de Pablo.

En otras ocasiones los cristianos primitivos hicieron oraciones que tenían que ver con los gobernantes. (Hech. 4:23-31) Las hicieron a fin de que prosperara la obra de predicar. Además, las oraciones relacionadas con los gobernantes se podrían considerar como a favor de ellos debido a que si obraban en conformidad con las peticiones estarían en una posición mejor para con Dios, a lo que seguiría una administración mejor, y esto resultaría para el bien de hombres de toda clase.

Personas que ocupaban puestos encumbrados han llegado a conocer la verdad, pero eso no es lo que pedimos en oración. Oramos por la oportunidad de predicar a todas las personas de inclinación a lo justo, y si los gobernantes son de esa clase nos regocijamos. No oramos a favor de los planes políticos de los gobernantes, ni a favor del mundo del cual ellos son parte. El discípulo Santiago nos amonesta que no nos hagamos amigos del viejo mundo. (Sant. 4:4) Nuestras oraciones no deben asumir aspecto o tono político, porque como cristianos somos neutrales en cuanto a los asuntos de este mundo.

Así es que en nuestras oraciones no pedimos la conversión de este viejo mundo, ni la conversión de cuerpos gubernamentales u oficiales individuales. No, más bien oramos a Dios que si es de su agrado dirigir a los gobernantes y jueces para que vean claramente las cuestiones relacionadas con su pueblo, se digno hacerlo por causa de la obra. Podemos hacer oraciones en cuanto a casos judiciales, proscripciones y persecuciones, prescindiendo del país en que ocurran. Se ve, pues, que es apropiado orar en todos estos casos en que está implicada la obra de predicar, y esta oración también tendrá que ver con los oficiales relacionados con el caso en particular, y si responden de manera justa resultará en su provecho. Dios ciertamente llevará a cabo su obra y bendecirá a su pueblo.

Por lo tanto, es porque nos interesamos en que hombres de toda clase sean salvos que oramos respecto a gobernantes y otros que ocupan puestos encumbrados.

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