¿Debería retener esas lágrimas?
Juanito se cae, se hace un rasguño en la rodilla y se pone a llorar. ‘Ya, ya, sécate esas lágrimas Juanito —quizás le digamos—. Los muchachos grandes no lloran.’ Y por eso, si Juanito retiene las lágrimas, quizás creamos que le hemos enseñado una lección valiosa sobre lo que significa ser hombre. Pero ¿es realmente este el caso?
¡No retenga esas lágrimas! Eso es lo que insta el Dr. William Frey II, bioquímico y principal autoridad sobre el tema del lloro. ¿Por qué no? Porque el llorar puede ser beneficioso.
El Dr. Frey mantiene que solo los seres humanos derraman lágrimas de emoción y que dichas lágrimas difieren químicamente de las que resultan de sustancias irritantes, como las cebollas. ¿En qué difieren? En un informe publicado en Psychology Today, el Dr. Frey informa que “las lágrimas emotivas tienen una mayor concentración de proteína que las que resultan de sustancias irritantes”.
Esta es la conclusión: El llorar parece ayudar a aliviar las tensiones emocionales como la congoja y la tristeza. La Biblia contiene numerosos ejemplos de hombres y mujeres —incluso Jesucristo mismo— que derramaron lágrimas. (Lucas 19:41; Juan 11:33-35.) Por eso, al enfrentarse a tensiones emocionales como la congoja, un consejo útil quizás sea: ¡No retenga esas lágrimas!