Las puestas de sol reflejan la gloria de su Creador
SIN importar cuán a menudo contemplemos una puesta de sol, su glorioso espectáculo siempre nos cautiva. A medida que el Sol se pone, va tiñendo las nubes en el horizonte con pinceladas de colores violáceos, rojos, rosados, anaranjados y amarillos, lo cual reviste al espectáculo de un mayor esplendor.
¿Por qué se tiñe el cielo de ese tono rojizo durante la puesta de sol, cuando durante el día tiene un color azulado? Se debe a la luz solar que atraviesa la atmósfera que rodea nuestro planeta, la cual alcanza una altura de unos 150 kilómetros. Esta envoltura de aire nos proporciona el oxígeno que respiramos. También contiene otros gases, como el nitrógeno, el anhídrido carbónico, y, además, vapor de agua y partículas de polvo.
Cuando la luz del Sol atraviesa la atmósfera, incide en las moléculas de aire y en las partículas de polvo, y tiende a esparcirse. Los colores que componen la luz solar viajan en forma de ondas, y cuanto más corta es la longitud de onda de un color, más se esparce al incidir sobre las partículas de aire. La longitud de onda de la luz azul es corta, y se esparce más. La longitud de onda de la luz roja es larga, y se esparce menos.
En un día despejado, cuando el Sol está muy por encima de la línea del horizonte, el cielo tiene un tono azul debido a que el aire esparce las ondas azules, que son más cortas, y estas se reflejan hacia la Tierra desde todos los lugares del cielo. Pero cuando, al atardecer, el Sol desciende hacia la línea del horizonte, su luz viaja muchos kilómetros más a través de la atmósfera hasta llegar a nosotros. De esta forma incide sobre muchas más moléculas de aire y partículas de polvo que cuando el Sol se halla en su cenit. Los rayos azules quedan bloqueados y absorbidos en la atmósfera antes de llegar al alcance de nuestros ojos. Los rayos rojos, que son más largos, atraviesan la atmósfera hasta llegar a nosotros, produciendo los colores que contemplamos en la puesta y la salida del Sol.
Cuando hay más polvo en la atmósfera, tal vez como resultado de una acción volcánica, las puestas de sol tienen todavía más colorido. Por ejemplo: cuando el volcán Krakatoa, cerca de Java, estalló en 1883, fueron lanzadas a la atmósfera ingentes cantidades de polvo. The New Encyclopædia Britannica comenta al respecto: “La fina capa de polvo circundó varias veces la Tierra, produciendo espectaculares puestas de sol de color rojo durante todo el año siguiente”.
Estos esplendorosos ocasos deberían hacer que apreciáramos al Creador del Sol, la Tierra y nuestra atmósfera, el cual hizo posible manifestaciones tan gloriosas. Deberíamos sentirnos como los escritores bíblicos que escribieron: “Los cielos están declarando la gloria de Dios; y de la obra de sus manos la expansión está informando”. “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas.” (Salmo 19:1; Revelación 4:11.)
[Reconocimiento en la página 17]
G. Ludwig/U.S. Fish & Wildlife Service