“Como las estrellas de los cielos”
“Y de seguro multiplicaré tu descendencia como las estrellas de los cielos y como los granos de arena que hay en la orilla del mar.” (Génesis 22:17.) Esta fue la promesa que Dios le hizo al patriarca Abrahán. Sin embargo, un número reciente de la publicación Bible Review advierte de un posible problema en este texto.
La Biblia es científicamente exacta al comparar el número de estrellas de los cielos con los miles de millones de granos de arena que hay en la orilla del mar. No obstante, parece que en tiempos antiguos se desconocía que pudiera haber miles de millones de estrellas. Bible Review explica: “En realidad, en el cielo no hay tantas estrellas que puedan verse a simple vista. Los astrónomos nos dicen que sin la ayuda de algún tipo de telescopio, solo podemos ver entre dos mil y cuatro mil estrellas, aun en una noche clara”. The World Book Encyclopedia menciona que “aproximadamente seis mil estrellas brillan lo suficiente como para que se las pueda ver sin telescopio”.
¿Cómo se explica, entonces, la notable exactitud de la Biblia al hacer esta comparación? Una explicación sería que la Biblia es “inspirada de Dios”. (2 Timoteo 3:16.) Sin embargo, en un intento de evitar esta conclusión, el artículo de Bible Review lanza la teoría de que... ¡quizás Abrahán fuese astrónomo! A esta sorprendente conjetura seguía la pregunta: “¿Pudieran los antiguos haber tenido telescopios que les mostraran las estrellas que no podían ver a simple vista?”. Para respaldar esta teoría, el artículo decía que algunos cristales descubiertos en Nínive y en otros lugares antiguos pudieron haber servido como lentes primitivas.
Sin embargo, no hay evidencia alguna de que en la antigüedad se utilizaran lentes como esas para la observación de las estrellas. Y aun en el caso de que esos telescopios antiguos hubieran existido, ¿qué evidencia hay de que Abrahán o el escritor de Génesis hubieran tenido uno? En realidad, la promesa de Dios a Abrahán es solo uno de los muchos ejemplos de la exactitud científica de la Biblia. Fue, al parecer, sin la ayuda de ningún telescopio que el profeta Jeremías formuló una observación igualmente exacta: “No puede contarse el ejército de los cielos, ni medirse la arena del mar”. (Jeremías 33:22.)
[Reconocimiento en la página 25]
Fotos NASA