Cómo mantener los deportes en el lugar apropiado
CUANDO una persona participa en sus deportes favoritos, se siente animada al ver la destreza o el aguante con que su cuerpo responde. Dios nos creó para que disfrutásemos de la actividad física. Y puede ser que incluso sean más los que disfrutan de ver jugar a otros. Así que, como muchas otras cosas, los deportes son buenos cuando se mantienen en el debido lugar.
Pongamos una ilustración: Cuando las personas van a la playa para gozar del sol, ¿qué sucede si pasan demasiado tiempo expuestos a sus rayos? Les salen dolorosas ampollas que estropean la diversión y hasta suponen serios peligros. Algo parecido ocurre con los deportes. Son buenos en cierta medida, pero podrían llegar a perjudicar si se abusa de ellos.
Los deportes pueden relajar y divertir, pero no deberían ser un fin en sí mismos. No producen satisfacción verdadera ni felicidad duradera. Lamentablemente, hay veces que la gente no se da cuenta de ello hasta que sufre una tragedia. “Todos mis trofeos y mis medallas no tienen ninguna importancia”, afirmó Mary Wazeter, la atleta que se tiró desde un puente y quedó paralítica.
“He aprendido muchas verdades acerca de la vida —comentó—. Una es que la verdadera satisfacción no se alcanza por los medios que tantas personas siguen en su lucha por la perfección y el logro. Yo no me sentí satisfecha por haber tenido excelentes calificaciones, haber sido campeona estatal de carreras atléticas o haber tenido un tipo bonito.”
El sociólogo John Whitworth expuso la cruda realidad cuando dijo: “Todo lo que queda al final del partido es un conjunto de datos sin ninguna trascendencia. No obstante, supongo que es un reflejo de nuestra sociedad”. La indebida importancia que se concede hoy día a los deportes saca de su perspectiva todo lo demás.
Tras vencer en los 200 metros lisos en las olimpiadas de 1964, el velocista Henry Carr explicó: “Al regresar en auto a la Villa Olímpica, examiné por primera vez con cuidado la medalla de oro. [...] Me dije: ‘¡Mira esto! ¿Y me he estado afanando durante todos estos años para recibir esto?’. Estaba de mal humor, cuando debería haberme sentido feliz. Fue una verdadera desilusión”. El boxeador Marlon Starling se sintió de manera parecida tras ganar el campeonato del peso welter de la Asociación Mundial de Boxeo en 1987. “El título —comentó— no es nada en comparación con oír a mi hijo decir: ‘Te quiero, papá’.”
De esto se puede aprender una lección fundamental: el trabajo productivo, la familia y en especial la adoración a Dios deberían tener prioridad. La Biblia está en lo cierto cuando dice: “El entrenamiento corporal [que proporcionan los deportes] es provechoso para poco”. (1 Timoteo 4:8.) Estas palabras indican cuál debe ser el lugar apropiado de los deportes en nuestra vida: un lugar secundario. No obstante, como son tan fascinantes, hay que estar siempre al tanto para no descuidar las cosas más importantes.
De modo que sea sensato y haga caso si algún familiar se queja de que usted dedica demasiado tiempo a hablar, ver o practicar deportes. La esposa de cierto hombre que hizo algunos ajustes en la atención que dedicaba a los deportes comentó agradecida: “Ahora pasa más tiempo con los niños y conmigo. A veces vemos en familia un partido por la televisión, pero la mayoría de las tardes paseamos juntos y hablamos de lo que hemos hecho durante el día. Es algo muy agradable y contribuye a nuestra felicidad”.
En vista de los posibles problemas, ¿por qué no se encara honradamente a la pregunta: ¿pudiera ser que estuviera dedicando más tiempo y atención a los deportes de lo que debiera? Y eso no es todo. Para mantener los deportes en el lugar debido, también hay que tener en cuenta otros factores.
¿Cómo vemos el espíritu de competencia?
Para que los deportes sean provechosos en lugar de perjudiciales, es importante llegar a tener una actitud sana para con la competencia. “Los entrenadores, los profesores de gimnasia, los padres y los propios chicos están tan determinados a ganar, que olvidan el verdadero propósito de los deportes [para los jóvenes]”, se lamentó el médico de un equipo de hockey profesional. Añadió que el propósito de los deportes debería ser “promover la labor de equipo y la disciplina, poner el cuerpo en buena forma física y, lo más importante de todo, divertirse”.
Pero, lamentablemente, para muchos el énfasis que se da a ganar ha estropeado la diversión de jugar. El psicólogo de deportes Bruce Ogilvie comentó: “Una vez entrevisté en sus lugares de concentración a los rookies [jugadores que están en su primera temporada] de diez clubes de la liga profesional de béisbol, y el 87% de ellos dijeron que desearían no haber jugado nunca en la Liga Infantil de béisbol, porque aquello les había robado el gozo de lo que hubiera sido un juego divertido”. Un problema que guarda relación con este es la elevada cantidad de lesiones que se producen como consecuencia de la competencia extremada.
La Biblia da la siguiente pauta: “No nos hagamos egotistas, promoviendo competencias unos con otros, envidiándonos unos a otros”. (Gálatas 5:26.) Según algunas autoridades en griego, el vocablo que aquí se traduce “promoviendo competencias” significa “llamar fuera”, “provocar”, “desafiar”, “retar al combate”. De ahí que la Biblia de Jerusalén y otras versiones traduzcan el versículo como sigue: “No busquemos la gloria vana provocándonos los unos a los otros”. La nota al pie de la página de la Traducción del Nuevo Mundo ofrece la siguiente lectura alternativa: “Forzándonos unos a otros a una confrontación”.
Está claro, entonces, que no es sabio promover competencias. No contribuye a las buenas relaciones. Si usted se ve obligado a tener una confrontación y sale derrotado, y además el vencedor se jacta de haberle vencido, seguramente se sentirá humillado. Una actitud de intensa competencia refleja falta de amor. (Mateo 22:39.) No obstante, si la competición se mantiene dentro de un nivel amigable y bondadoso, puede contribuir al interés y disfrute del partido.
Se pueden encontrar maneras de participar en los deportes de una forma en la que se minimice la competencia. “Soy un firme defensor de participar en los deportes solo por hacer deporte hasta los trece o catorce años”, dijo un entrenador de fútbol inglés. Recomendó no llevar registro de los resultados ni de la categoría de los equipos, “nada de peldaños ni de finales”. En efecto, debería minimizarse al máximo o eliminarse por completo el énfasis que se da a la victoria.
Actitud hacia los deportistas
El mantener los deportes en el lugar apropiado también afectará nuestra actitud hacia los deportistas famosos. Es comprensible que quizás admiremos sus aptitudes deportivas y sus sobresalientes dotes. Pero, ¿deberían ser idolatrados? Muchos jóvenes han fijado pósteres de deportistas en las paredes de su habitación. ¿Acaso los logros de tales personas los hacen merecedores de honra? Es posible que sea más bien al contrario.
Un jugador novel de un equipo campeón de la Liga Nacional de Fútbol (americano) admiraba a muchos de sus compañeros de equipo. No obstante, dijo que la conducta y actitud de estos “hizo desaparecer por completo todo lo que sentía por ellos y el respeto que les había tenido”. Y añadió: “Decían, por ejemplo: ‘¿Saben?, la semana pasada lo pasé bien con cinco muchachas, sin incluir a mi esposa’. Yo miraba al que decía eso y pensaba para mis adentros: ‘Y este es el individuo al que idolatraba’”.
No está bien idolatrar a ningún ser humano, y menos a los que sobresalen en actividades que según la Biblia son de poco o limitado provecho. Se insta a los siervos de Dios a que “huyan de la idolatría”. (1 Corintios 10:14.)
Cómo beneficiarse de los deportes
Como hemos visto, la Biblia dice que el entrenamiento corporal, como el que se consigue mediante los deportes, “es provechoso para poco”. (1 Timoteo 4:8.) ¿En qué sentido se dice eso? ¿Cómo puede una persona beneficiarse de los deportes?
Galeno, médico griego del siglo II E.C. que fue médico personal del emperador romano Marco Aurelio, subrayó la importancia del ejercicio para la salud en general. Recomendó los juegos de pelota, pues en ellos se ejercita todo el cuerpo de una forma natural. Además, como los partidos de pelota suelen ser divertidos, es más probable que se practiquen estos deportes de los que se disfruta que otras formas de ejercicio.
Muchos dicen que el ejercicio que hacen cuando practican un deporte les produce una sensación de bienestar. Tras un entrenamiento o un partido estimulante, se sienten rejuvenecidos y reconfortados. Pero eso no debería extrañar, pues, como dice la doctora Dorothy Harris, “el ejercicio es el mejor tranquilizante de la naturaleza”.
Por lo general, hoy se reconoce que el ejercicio físico, como el que se hace al practicar la calistenia, el jogging y los deportes, es un factor importante que contribuye a la buena salud. “Los que están en buena forma física llevan a cabo sus tareas normales fácilmente sin cansarse y todavía les queda energía para otras actividades”, comenta The World Book Encyclopedia, y añade: “También pueden resistir los efectos del paso de los años mejor que los que no están en forma”.
No obstante, prescindiendo de la buena forma física que se pueda conseguir gracias a los deportes, los beneficios son limitados. No hay medio humano que pueda evitar la vejez y la muerte. Sin embargo, después de decir que el “entrenamiento corporal es provechoso para poco”, la Biblia añade: “La devoción piadosa es provechosa para todas las cosas, puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir”. (1 Timoteo 4:8.)
Solo Jehová Dios, nuestro Creador, puede darnos vida. Por lo tanto, no hay nada más importante que la “devoción piadosa”, es decir, la reverencia, la adoración y el servicio a Dios. Por tanto, hacer la voluntad de Dios será lo prioritario para los que practican la devoción piadosa. Se gastarán en el servicio de Dios, utilizando su juventud como hizo Cristo Jesús, para hablar a otros de las buenas cosas de Dios y su Reino.
En efecto, poniendo en primer lugar los intereses de Dios, las personas pueden conseguir Su favor y alcanzar vida eterna en Su justo nuevo mundo. En ese entorno, el Dios feliz, Jehová, les dará felicidad y contentamiento verdaderos y duraderos.