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  • “El pan nuestro de cada día”
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¡Despertad! 1992
g92 8/12 págs. 26-27

“El pan nuestro de cada día”

“EL PAN nuestro de cada día dánosle hoy.” Estas palabras se identifican fácilmente como parte de la oración más conocida que se haya pronunciado jamás, llamada “Padrenuestro”. (Mateo 6:9, 11, Torres Amat.) En los días de Jesús, el pan constituía el alimento básico en Israel y podía ser un símbolo adecuado de sustento físico.

Hoy en día, en la mayoría de las zonas del mundo el pan ya no es el componente principal del menú como en aquel entonces. El pan nuestro de cada día literal suele ser actualmente un simple acompañamiento a la comida. A pesar de eso, el pan todavía desempeña un papel importante en la vida de millones de personas de todo el mundo.

Las amas de casa mexicanas preparan tortas delgadas a las que llaman tortillas. En Etiopía las mujeres preparan un pan sencillo derramando un líquido espeso en forma de círculos sobre una plancha caliente. En los países occidentales, la producción masiva de pan ofrece una asombrosa variedad de formas y tamaños. Y muchas amas de casa de esos países siguen haciendo las delicias de sus familias con variedades caseras de pan.

¿Quién no se ha sentido cautivado por el aroma del pan recién salido del horno? Puede atraer a los transeúntes hacia una panadería. Para muchos evoca los dulces recuerdos de su hogar y la seguridad de la infancia.

No se sabe con certeza quién desarrolló el arte de la elaboración del pan. En Génesis 3:19 se dijo a los primeros pecadores humanos: “Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo”. Parece ser que la palabra “pan” se utilizó aquí simplemente como símbolo del alimento en general. Sin embargo, en Génesis 14:18, 19 leemos que cuando el sacerdote Melquisedec salió para bendecir al patriarca Abrahán, “sacó pan y vino”. Sin duda se trataba de un tipo de pan que constituía el alimento básico de las personas de tiempos antiguos. En algunas zonas del Oriente Medio, el pan continúa siendo el alimento básico.

En el antiguo Egipto existieron vendedores de pan, así como en las naciones posteriores de Grecia y Roma. Al final del siglo XIX, la revolución industrial estaba en pleno apogeo. La preparación del pan se desplazó del hogar a las fábricas para conseguir una producción en grandes cantidades. Algunos inventos nuevos facilitaron ese objetivo: máquinas mezcladoras, cintas transportadoras, hornos de cocción automáticos, rebanadoras y empaquetadoras. La preparación de pan ha pasado de arte casero a técnica comercial.

Una gran parte, si no la mayoría del pan que se consume ahora en los países industrializados, se elabora comercialmente. Y sigue siendo una parte importante de la cocina en muchas culturas. Imagínese que le sirvieran un sabroso plato de espagueti y que no estuviera acompañado de pan italiano crujiente, o una apetitosa col fermentada al estilo alemán (sauerkraut) sin el pan integral de centeno (pumpernickel). ¿Quién puede resistirse a unas tortitas (pancakes) en una mañana fría de invierno? Las tortitas no son más que pan de harina de maíz, harina integral de trigo o harina de trigo sarraceno, que se fríe rápidamente.

Un tipo de pan que se ha vuelto muy popular en los países occidentales es el que se utiliza en la pizza italiana. También resulta divertido observar su preparación. Incluso adultos contemplan con admiración infantil cómo el que hace la pizza da vueltas al disco de masa por encima de su cabeza con la gracia de un malabarista de circo.

Desde luego, hay para todos los gustos, pero quizás una de las mejores maneras de disfrutar del pan es tratar de prepararlo uno mismo. Se sorprenderá de lo placentero que puede resultar poner manos a la obra en esta tarea, y puede darle a un ama de casa un sentido de logro creativo que tal vez no encuentre en la lavandería o con el cubo de fregar.

La receta acompañante le ayudará a preparar un pan fermentado con levadura, popular en los países occidentales. Medir y mezclar los ingredientes puede resultar divertido. Y trabajar la masa puede convertirse en una forma saludable de liberar todo tipo de frustraciones. Observar cómo sube la masa de pan, resultado de la fermentación, es otro aspecto fascinante de su preparación. Al añadir levadura a la masa, se generan burbujas de dióxido de carbono, lo que hace que la masa se vuelva porosa. Después se aplasta la masa, se da forma al pan y se deja fermentar de nuevo en moldes antes de cocerla. Entonces se meten los panes al horno, y un aroma estupendo llena toda la casa, aunque lo mejor de todo es el sabor. Quizás le resulte difícil volver al pan comercial. Y una vez que haya aprendido a hacer pan, tal vez quiera experimentar con harinas diferentes, como trigo, cebada, centeno, maíz, arroz, patata o soja.

Es verdad que puede ser más práctico para usted simplemente comprar alguna de las diferentes variedades comerciales de pan. Pero tanto si disfruta preparándolo como si disfruta comiéndolo, tanto si es una parte principal de su dieta como si es tan solo algo que acompaña a su comida, no lo dé por sentado. Dios mismo es quien suministra “el pan nuestro de cada día”.

[Recuadro en la página 27]

Receta para hacer pan

Disolver 1 pastilla de levadura (o 3 paquetes de levadura seca) en 1 litro de agua tibia

Mezclar con 600 gramos de harina de trigo (integral o refinada)

Dejar fermentar la masa en un lugar templado hasta que doble su tamaño

Añadir 10 gramos de sal, 100 gramos de azúcar y 115 gramos de grasa vegetal

Mezclar bien

Añadir unos 480 gramos más de harina para dar firmeza a la masa

Amasar durante 15 minutos sobre una superficie enharinada

Dejar fermentar la masa en un molde engrasado hasta que doble su tamaño

Amasar ligeramente y formar cuatro panes

Dejarlos fermentar durante unos minutos en moldes engrasados

Cocer a 163 °C durante una hora

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