El megapodio y sus huevos revueltos
POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN LAS ISLAS SALOMÓN
A UNAS dos horas en canoa de Honiara, la capital de las Islas Salomón, en Guadalcanal, se encuentra la isla de Savo, famosa por su volcán activo y por el megapodio, ave que pertenece al grupo ecológico denominado gallos de jungla. Los nativos de esta isla a veces utilizan piedras calientes y los silbantes chorros de vapor que emanan de las grietas del suelo para cocinar los alimentos y calentar el agua. El megapodio también da buen uso a este recurso natural.
Aunque su tamaño es considerablemente menor que el del gallo común, su aspecto es similar, ya que es de constitución compacta, tiene alas cortas y redondeadas y pies grandes y robustos, rematados por cuatro dedos. El pico es corto y ligeramente curvado hacia abajo. Su vuelo es rápido, pero poco sostenido.
El megapodio (nombre que significa “pies grandes”) pertenece al orden de las galliformes, al igual que el gallo, pero su forma de incubar los huevos es peculiar: los entierra en montículos de restos vegetales en fermentación para mantenerlos a una temperatura constante de 32 °C. No obstante, en la isla de Savo, el megapodio utiliza una incubadora de otro tipo. ¿Qué podría servir mejor que la arena de las playas calentada por los vapores volcánicos?
En Savo los nativos han cercado grandes extensiones de playa llana con un muro de recias hojas de palmera para formar lo que llaman “campos” de megapodios. Los recintos parecen huertos plantados con gran esmero. En ellos pueden verse hileras ordenadas de arbolitos, que por lo visto se han plantado a fin de crear un ambiente más agradable para las aves visitantes. La arena está llena de cráteres de unos 60 centímetros de diámetro, una señal de las visitas que hacen estas curiosas aves silvestres, tanto al alba como al crepúsculo, para excavar un hoyo estrecho de hasta 90 centímetros de profundidad en el que poner y enterrar sus huevos.
¡Y vaya huevos! Miden como promedio entre 8 y 9 centímetros de largo y alrededor de 6 centímetros de diámetro, un tamaño extraordinario para un ave tan pequeña. Al eclosionar el huevo, el polluelo sale totalmente recubierto de plumaje, se abre paso hasta la superficie y huye por su cuenta. A las veinticuatro horas ya es capaz de volar.
Los aldeanos van todos los días a los “campos” para desenterrar los huevos, que al parecer constituyen uno de los principales componentes de su dieta básica. Es sorprendente cómo preparan los huevos revueltos para que les queden ligeros y esponjosos. Cascan con cuidado los huevos en el extremo puntiagudo de un trozo de caña verde de bambú y los dejan caer en su interior hueco. A continuación toman la caña llena de huevo y la colocan sobre brasas ardientes formando un ángulo de 45 grados. Los huevos empiezan a borbotear enseguida y a mezclarse con los jugos del bambú verde caliente. Cuando están listos, abren la caña y aparecen unos huevos revueltos en forma de salchicha con un delicioso y singular sabor. ¡Venga algún día a las Islas Salomón y pruebe estos huevos revueltos!