Diciembre
Martes 1 de diciembre
Se enterneció por ellos (Mar. 6:34).
Una de las facetas más atractivas y conmovedoras de la personalidad de Jesús es su capacidad de comprender los problemas a los que nos enfrentamos las personas imperfectas. Mientras estuvo en la Tierra, se alegró con los que se alegraban y lloró con los que lloraban (Rom. 12:15). Por ejemplo, cuando sus 70 discípulos regresaron muy felices por lo bien que les había ido en una campaña de predicación, Jesús “se llenó de gran gozo en el espíritu santo” (Luc. 10:17-21). Por otro lado, al ver la tristeza que provocó la muerte de Lázaro entre quienes lo amaban, “gimió en el espíritu y se perturbó” (Juan 11:33). Aunque Jesús era perfecto, fue muy misericordioso y compasivo con los seres humanos imperfectos. ¿Qué lo hizo ser así? Ante todo, el amor. Jesús sentía un cariño especial por las personas (Prov. 8:31). Eso lo motivó a conocer muy bien su manera de pensar. El apóstol Juan explica: “Conocía lo que había en el hombre” (Juan 2:25). w19.03 20 párrs. 1, 2
Miércoles 2 de diciembre
Toca todo lo que tiene, y ve si no te maldice en tu misma cara (Job 1:11).
Satanás le quitó a Job todo lo que tenía: su riqueza, sus siervos y su buena reputación. Además, le mató a sus diez hijos, a los que tanto amaba. Luego, lo golpeó con una enfermedad horrible que lo llenó de úlceras dolorosas de pies a cabeza. Su esposa estaba tan angustiada y abrumada por el dolor que le dijo que se rindiera, maldijera a Dios y muriera. Job llegó a desear la muerte, pero se mantuvo íntegro. Entonces, Satanás lo atacó de otra manera. Se valió de tres amigos de Job, que lo visitaron durante varios días pero no lo consolaron de ningún modo. En vez de eso, lo sermonearon y lo criticaron con crueldad. Afirmaron que Dios le estaba causando todo ese sufrimiento y que a él no le importaba si era íntegro o no. Hasta le dieron a entender que era una mala persona y que se merecía todo lo que le estaba pasando (Job 1:13-22; 2:7-11; 15:4, 5; 22:3-6; 25:4-6). w19.02 4 párrs. 7, 8
Jueves 3 de diciembre
El temor de Jehová es el principio de la sabiduría (Sal. 111:10).
No todos los temores son malos. Por ejemplo, es bueno que sintamos temor de hacer algo que desagrade a Jehová. Si Adán y Eva hubieran tenido este tipo de temor, no se habrían rebelado contra él. Pero cuando lo hicieron “se les abrieron los ojos”, es decir, comprendieron con claridad que eran pecadores. Les transmitirían a sus descendientes el pecado y la muerte. Como vieron o entendieron la situación en la que se encontraban, les dio vergüenza estar desnudos y se taparon (Gén. 3:7, 21). Es bueno que sintamos temor de desagradar a Jehová. Lo que no debemos tener es terror a la muerte. ¿Por qué no? Porque Dios nos ha dado el medio para vivir para siempre. Si cometemos un pecado pero nos arrepentimos de corazón, él nos perdonará por nuestra fe en el sacrificio de su Hijo. Una de las principales formas de demostrar esa fe es dedicándole nuestra vida y bautizándonos (1 Ped. 3:21). w19.03 5, 6 párrs. 12, 13
Viernes 4 de diciembre
No quedó de ellos un solo hombre, salvo Caleb hijo de Jefuné y Josué hijo de Nun (Núm. 26:65).
Los israelitas tenían muchas razones para demostrar su agradecimiento. Jehová había traído diez plagas sobre Egipto para liberarlos de la esclavitud. Y, poco después, les había salvado la vida aniquilando al ejército egipcio en el mar Rojo. Ellos se sintieron tan agradecidos que le dedicaron a Dios una canción de victoria. Pero ¿cuánto les duró la gratitud? En cuanto se toparon con nuevas dificultades, olvidaron todo lo que Dios había hecho por ellos y demostraron su falta de agradecimiento (Sal. 106:7). La Biblia dice que “toda la asamblea de los hijos de Israel empezó a murmurar contra Moisés y Aarón”, lo que significaba murmurar contra Jehová mismo (Éx. 16:2, 8). Él quedó tan decepcionado con ellos que más adelante dijo que toda aquella generación moriría en el desierto, con la excepción de Josué y Caleb (Núm. 14:22-24). w19.02 17 párrs. 12, 13
Sábado 5 de diciembre
Soy de genio apacible y humilde de corazón (Mat. 11:29).
Jesús no atrajo indebidamente la atención sobre sí mismo creando una compleja celebración para conmemorar su muerte. Al contrario, les dijo a sus discípulos que lo recordaran una vez al año mediante una ceremonia sencilla y apropiada (Juan 13:15; 1 Cor. 11:23-25). Así dejó claro que no era orgulloso. Cuánto nos alegra que la humildad sea una de las maravillosas cualidades de nuestro Rey celestial (Filip. 2:5-8). Una forma de imitar la humildad de Jesús es poniendo los intereses de los demás por encima de los nuestros (Filip. 2:3, 4). Pensemos en lo que hizo la noche antes de morir. Aunque sabía que estaba a punto de sufrir una muerte horrible, se preocupó sobre todo por el dolor de sus discípulos fieles. Así que pasó esa última noche enseñándoles, animándolos y consolándolos (Juan 14:25-31). Demostró que le preocupa más el bienestar de los demás que el suyo propio. Qué magnífico ejemplo de humildad nos dio. w19.01 21 párrs. 5, 6
Domingo 6 de diciembre
Complácete en las ofrendas voluntarias de mi boca, oh Jehová (Sal. 119:108).
¿Se le hace un nudo en el estómago cada vez que piensa en levantar la mano en la reunión? Si es así, no es el único. Lo cierto es que la mayoría de nosotros nos ponemos algo nerviosos al comentar. En realidad, esos temores pueden ser una buena señal, pues revelan que es humilde y que considera que los demás son superiores a usted. A Jehová le encanta la humildad (Sal. 138:6; Filip. 2:3). Pero él también quiere que lo alabe y que anime a sus hermanos en las reuniones (1 Tes. 5:11). Él lo ama y le dará el valor que necesita. Veamos algunos principios bíblicos. La Palabra de Dios nos recuerda que todos nos equivocamos al hablar (Sant. 3:2). Jehová no espera que seamos perfectos, y tampoco lo esperan nuestros hermanos (Sal. 103:12-14). Son nuestra familia espiritual y nos quieren (Mar. 10:29, 30; Juan 13:35). Comprenden que a veces las palabras no nos salen justo como queremos. w19.01 8 párr. 3; 10, 11 párrs. 10, 11
Lunes 7 de diciembre
Acuérdate de tu Magnífico Creador en los días de tu juventud (Ecl. 12:1, nota).
En el mundo de hoy, hacer esto no siempre es fácil, pero tampoco es imposible. Jehová quiere que disfrutes de una vida plena y feliz. Con su ayuda, puedes lograr que te vaya bien, no solo mientras eres joven, sino durante toda tu vida. Para ayudarnos a entender mejor esto, veamos qué ayudó a los israelitas a conquistar la Tierra Prometida. Cuando estaban a punto de entrar en ella, Dios no les mandó que se entrenaran para ser mejores soldados ni para ir a la guerra (Deut. 28:1, 2). Más bien, les aconsejó que obedecieran sus mandatos y confiaran en él (Jos. 1:7-9). Desde el punto de vista humano, ese consejo no tenía ningún sentido. Pero fue el mejor consejo para ellos, pues con la ayuda de Jehová derrotaron a los cananeos una y otra vez (Jos. 24:11-13). Claro, para obedecer a Dios hay que tener fe. Si tenemos esa fe, siempre nos irá bien. Esto sigue siendo tan cierto hoy como en el pasado. w18.12 25 párrs. 3, 4
Martes 8 de diciembre
Señor, ¿a quién nos iremos? Tú tienes dichos de vida eterna (Juan 6:68).
Hoy día ha habido quienes han tropezado por alguna aclaración de un pasaje de la Biblia. Otros quizás se han puesto de parte de apóstatas o de personas que se oponen a nuestras creencias. Sea por un motivo u otro, han decidido “alejarse” de Jehová y de la congregación (Heb. 3:12-14). Habría sido mucho mejor que hubieran mantenido la fe y la confianza en Jesús, como hizo el apóstol Pedro. En cambio, otros han dejado la verdad poco a poco, puede que incluso sin darse cuenta de ello. La Biblia los compara a un barco que va “a la deriva” y se aleja lentamente de la orilla (Heb. 2:1). Por lo general, no tenían la intención de dejar la verdad, pero permitieron que su relación con Jehová se fuera debilitando hasta que al final la perdieron. w18.11 9 párrs. 5, 6
Miércoles 9 de diciembre
Tu pueblo se ofrecerá de buena gana (Sal. 110:3).
Si tenemos el deseo de recibir mayor capacitación para servir a Jehová, tal vez llenemos los requisitos para asistir a la Escuela para Evangelizadores del Reino. En ella se prepara a hombres y mujeres espirituales que son siervos de tiempo completo para que la organización de Jehová pueda usarlos en mayor medida. Los que solicitan asistir a este curso deben tener la disposición de aceptar cualquier asignación que reciban al graduarse. ¿Estaríamos dispuestos a asistir a esta escuela y así recibir mayores responsabilidades? (1 Cor. 9:23). Los siervos de Jehová deseamos ser generosos, demostrar amor y bondad, e interesarnos todos los días por los demás. Esto nos hace sentir gozo, paz y felicidad (Gál. 5:22, 23). No importa cuáles sean nuestras circunstancias, podemos disfrutar de la alegría de imitar la generosidad de Jehová y de contarnos entre sus queridos colaboradores (Prov. 3:9, 10). w18.08 27 párrs. 16-18
Jueves 10 de diciembre
Lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre (Mat. 19:6).
Quizás alguien pregunte: “¿Hay algún motivo que permita al cristiano divorciarse y volverse a casar?”. Pues bien, Jesús dejó claro qué pensaba del divorcio: “Cualquiera que se divorcie de su esposa y se case con otra comete adulterio contra ella, y si alguna vez una mujer, después de divorciarse de su esposo, se casa con otro, ella comete adulterio” (Mar. 10:11, 12; Luc. 16:18). Está claro que Jesús honraba el matrimonio, y quería que los demás hicieran lo mismo. Quien se divorciaba de su cónyuge fiel poniendo cualquier pretexto y se casaba con otra persona cometía adulterio. Esto es así porque a los ojos de Dios el divorcio en sí mismo no pone fin al matrimonio. Para él, los dos siguen siendo “una sola carne”. Además, Jesús dijo que el que se divorciaba de una esposa inocente la exponía al adulterio. ¿Por qué? Porque en aquel tiempo la mujer divorciada podía verse obligada a casarse para tener sustento. Y ese segundo matrimonio equivalía al adulterio. w18.12 11 párrs. 8, 9
Viernes 11 de diciembre
En mi puesto de guardia ciertamente seguiré de pie (Hab. 2:1).
La conversación que Habacuc mantuvo con Jehová le dio paz interior. Así que se decidió a seguir esperando con confianza a que Jehová actuara. Esta no fue una reacción emocional, pues más adelante volvió a decir que esperaría “calladamente el día de la angustia” (Hab. 3:16). ¿Qué aprendemos de la actitud de Habacuc? Primero, que no debemos dejar de orar a Jehová, no importa cuáles sean las dificultades. Segundo, que tenemos que escuchar lo que él nos dice mediante su Palabra y su organización. Y, tercero, que debemos esperar con paciencia a que actúe, con plena confianza en que aliviará nuestro sufrimiento a su debido tiempo. Si hacemos todo esto, como Habacuc, también tendremos paz interior, que nos ayudará a aguantar. La esperanza fortalecerá nuestra paciencia, y esta a su vez nos ayudará a estar contentos pese a los problemas. La esperanza nos ayuda a confiar en que nuestro Padre celestial actuará (Rom. 12:12). w18.11 15, 16 párrs. 11, 12
Sábado 12 de diciembre
Que las mujeres se adornen en vestido bien arreglado, con modestia y buen juicio (1 Tim. 2:9).
¿Qué piensa Dios sobre hacer tropezar a otros, es decir, hacer que pequen o dejen de servirle? Jesús dijo: “Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen, mejor le sería que se le pusiera alrededor del cuello una piedra de molino como la que el asno hace girar y realmente fuera arrojado al mar” (Mar. 9:42). Está claro que esto era algo muy grave para Jesús. Y, como él refleja a la perfección la personalidad de su Padre, podemos estar seguros de que a Jehová le parece igual de mal que a alguien no le importe que sus acciones hagan tropezar a un seguidor de Cristo (Juan 14:9). ¿Pensamos nosotros igual que Jehová y Jesús? ¿Qué revelan nuestras acciones? Supongamos que nos gusta vestirnos o arreglarnos de cierta manera, pero nos enteramos de que esta incomoda a algunos hermanos o de que puede despertar malos pensamientos. ¿Qué haremos? ¿Nos motivará el amor que sentimos por ellos a dejar a un lado nuestros gustos personales? w18.11 25 párrs. 9, 10
Domingo 13 de diciembre
Satanás contestó a Jehová y dijo: “¿Ha temido Job a Dios por nada? Sírvete alargar la mano, y toca todo lo que tiene, y ve si no te maldice en tu misma cara” (Job 1:9, 11).
¿Por qué es tan importante que cada uno de nosotros sea íntegro? Porque Satanás ha desafiado a Jehová y a cada uno de nosotros. Ese ángel rebelde manchó el buen nombre de Jehová dando a entender que es un gobernante malo, egoísta y corrupto. Por desgracia, Adán y Eva se pusieron del lado de Satanás y se rebelaron contra Dios (Gén. 3:1-6). Mientras vivían en Edén, habían tenido incontables oportunidades de fortalecer su amor por Jehová. Pero, cuando Satanás se rebeló, el amor que ellos sentían por Jehová no era completo o íntegro. Mucho tiempo después, en los días de Job, se planteó otra cuestión: ¿Habría seres humanos que fueran leales a Jehová por amor? En otras palabras, ¿son los seres humanos capaces de ser íntegros? (Job 1:8-11). Job era imperfecto y cometía errores, como todos nosotros. Pero Dios lo amaba por su integridad. w19.02 3, 4 párrs. 6, 7
Lunes 14 de diciembre
Vendió todas las cosas que tenía, y la compró (Mat. 13:46).
Para mostrar lo valiosa que es la verdad del Reino de Dios para quienes la hallan, Jesús habló de un comerciante que viajaba buscando perlas. Cuando encontró una de gran valor, enseguida “vendió todas las cosas que tenía” para comprarla (Mat. 13:45, 46). De manera parecida, la verdad del Reino de Dios y las demás enseñanzas de la Biblia son tan valiosas para nosotros que enseguida hacemos los sacrificios que sean necesarios para obtenerlas. Mientras sigamos valorándolas, nunca las venderemos (Prov. 23:23). Por desgracia, algunos siervos de Dios han dejado de valorar la verdad y hasta la han vendido. Jamás hagamos eso. Más bien, sigamos el mandato bíblico de continuar “andando en la verdad” (3 Juan 2-4). Esto implica darle prioridad en la vida y comportarnos en armonía con ella. w18.11 9 párr. 3
Martes 15 de diciembre
Por fe los muros de Jericó cayeron después de haber sido rodeados por siete días (Heb. 11:30).
Jehová les dijo a los israelitas que no atacaran Jericó. Lo que debían hacer era marchar alrededor de la ciudad una vez al día durante seis días y siete veces el séptimo día. Puede que algunos soldados creyeran que era una enorme pérdida de tiempo y energías. Pero el Líder invisible de Israel, Jehová, sabía muy bien lo que hacía. Seguir su estrategia les permitió a los israelitas tomar la ciudad y fortaleció su fe. Además, los libró de tener que luchar contra los poderosos soldados de Jericó (Jos. 6:2-5). ¿Qué aprendemos de este relato? Puede que a veces no comprendamos del todo por qué toma la organización algunas iniciativas. Por ejemplo, en el pasado quizá cuestionamos el uso de los dispositivos electrónicos en el estudio personal, el ministerio y las reuniones. Pero es probable que ahora veamos los beneficios de usarlos, si las circunstancias nos lo permiten. Por tanto, aun cuando al principio tengamos dudas, debemos seguir las instrucciones de la organización de Dios. Cuando vemos los buenos resultados de los cambios, nuestra fe y unidad se hacen más fuertes. w18.10 23 párrs. 8, 9
Miércoles 16 de diciembre
Señor, ¿estás restaurando el reino a Israel en este tiempo? (Hech. 1:6).
Las expectativas sobre el Mesías, como las que tenían los discípulos de Jesús, contribuyeron a que los galileos quisieran que Jesús fuera su rey. Seguro que lo veían como el gobernante perfecto: era un orador extraordinario y tenía poder para curar a los enfermos y hasta alimentar a los hambrientos. Después de dar de comer a unos cinco mil hombres, se dio cuenta de que “estaban a punto de venir y prenderlo para hacerlo rey”, así que “se retiró otra vez a la montaña, él solo” (Juan 6:10-15). Al día siguiente, al otro lado del mar de Galilea, es posible que el entusiasmo se hubiera enfriado hasta cierto punto. Entonces, Jesús le explicó a la multitud que él había venido a la Tierra para ayudarlos en sentido espiritual, no material. Les dijo: “Trabajen, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna” (Juan 6:25-27). w18.06 4 párrs. 4, 5
Jueves 17 de diciembre
No romperá ninguna caña quebrantada; y en cuanto a una mecha de lino de disminuido resplandor, no la extinguirá (Is. 42:3).
Jesús comprendía cómo se sentían quienes eran como una caña que está quebrada o como una mecha de una lámpara de aceite que está a punto de extinguirse. Por eso, era considerado, amable y paciente (Mar. 10:14). Por supuesto, nosotros no tenemos la misma capacidad que Jesús para comprender y enseñar a la gente. Pero podemos y debemos ser considerados con las personas a las que predicamos. Esto afectará cómo les hablamos, cuándo lo hacemos y por cuánto tiempo. Hoy día, infinidad de personas se sienten maltratadas y abandonadas por los líderes del mundo comercial, político y religioso, que son corruptos y crueles (Mat. 9:36). Muchas no confían en nada ni nadie y no tienen ninguna esperanza. De ahí que sea tan importante que nuestras palabras y tono de voz les muestren que somos amables y compasivos. De hecho, en numerosas ocasiones, las personas escuchan el mensaje no solo porque tengamos conocimiento de la Biblia o les demos explicaciones lógicas, sino también porque las tratamos con respeto e interés sincero. w18.09 31, 32 párrs. 13, 14
Viernes 18 de diciembre
Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual (Mat. 5:3).
¿Cómo demostramos que reconocemos la necesidad de conocer a Dios y seguir su guía? Estudiando la Biblia, obedeciendo sus mandatos y poniendo en primer lugar nuestro servicio a él. Si lo hacemos, seremos más felices y se fortalecerá nuestra fe en el cumplimiento cercano de las promesas divinas (Tito 2:13). Algo fundamental para conseguir y conservar la felicidad es tener una estrecha amistad con Jehová. El apóstol Pablo escribió: “Siempre regocíjense en el Señor [Jehová]. Una vez más diré: ¡Regocíjense!” (Filip. 4:4). Para tener esta relación tan valiosa, es necesario adquirir sabiduría divina (Prov. 3:13, 18). Ahora bien, para no dejar de ser felices, es esencial que sigamos obedeciendo lo que aprendemos en la Biblia. Jesús confirmó que esto es muy importante cuando dijo: “Si saben estas cosas, felices son si las hacen” (Juan 13:17; Sant. 1:25). Esta es la clave para satisfacer nuestras necesidades espirituales y ser felices siempre. w18.09 18 párrs. 4-6
Sábado 19 de diciembre
Epafras siempre está esforzándose a favor de ustedes en sus oraciones (Col. 4:12).
Epafras conocía bien a sus hermanos en la fe y se preocupaba mucho por ellos. Y aunque tenía sus propios problemas, pues era “compañero en cautiverio” de Pablo, no cerraba los ojos ante las necesidades espirituales de los demás (Filem. 23). Al contrario, los ayudaba y así demostraba su amor e interés. Las oraciones que hacemos por los hermanos tienen un efecto real, sobre todo cuando los mencionamos por su nombre (2 Cor. 1:11; Sant. 5:16). ¿Qué hermanos necesitan que los incluyamos en nuestras oraciones? Pensemos en nombres concretos. Igual que Epafras, muchos hermanos hoy piden por miembros de su congregación o por familias que tienen grandes cargas o que se enfrentan a decisiones importantes o a tentaciones. Tampoco debemos olvidarnos de quienes han perdido a un ser querido, quienes han sobrevivido a recientes desastres naturales y guerras, y quienes sufren las consecuencias de crisis económicas. Es evidente que hay muchísimos hermanos que necesitan que oremos por ellos. w18.09 5, 6 párrs. 12, 13
Domingo 20 de diciembre
Hay más felicidad en dar que en recibir (Hech. 20:35).
Pablo no se refería solo a dar cosas materiales, sino también a dar ánimos, guía y ayuda a quien lo necesite (Hech. 20:31-35). El apóstol nos enseñó con palabras y con hechos a ser generosos con nuestro tiempo, energías, atención y amor. Los sociólogos también han observado que dar nos hace felices. Según cierto artículo, las personas afirman que se sienten notablemente más felices cuando hacen buenas obras por los demás. De acuerdo con los investigadores, ayudar al prójimo nos transmite un sentido de logro porque satisface necesidades humanas que son fundamentales. De hecho, los expertos suelen recomendar el voluntariado como método para tener una salud mejor y una mayor sensación de felicidad. Esto no nos sorprende a quienes consideramos que la Biblia es la Palabra de nuestro cariñoso Creador, Jehová (2 Tim. 3:16, 17). w18.08 22 párrs. 17, 18
Lunes 21 de diciembre
Dejen de juzgar por la apariencia exterior, pero juzguen con juicio justo (Juan 7:24).
En una profecía sobre Jesús, Isaías dijo: “No juzgará por la mera apariencia de las cosas a sus ojos, ni censurará simplemente según lo que oigan sus oídos. Y con justicia tiene que juzgar a los de condición humilde” (Is. 11:3, 4). Estas palabras nos animan mucho. ¿Por qué? Porque vivimos en un mundo lleno de prejuicios. Todos deseamos que llegue el momento en que nos juzgue Jesús, el Juez perfecto que nunca se dejará llevar solo por nuestra apariencia. Todos los días, nos formamos alguna opinión sobre otras personas. Pero, como somos imperfectos, no somos capaces de juzgar de manera perfecta, como lo hace Jesús. Tenemos la tendencia a dejarnos llevar por lo que vemos. Aun así, cuando Jesús estuvo en la Tierra, nos mandó no juzgar por “la apariencia exterior”, sino juzgar “con juicio justo”. Como vemos, él desea que sigamos su ejemplo y no nos dejemos llevar por las apariencias. w18.08 8 párrs. 1, 2
Martes 22 de diciembre
Oirás una palabra detrás de ti que diga: “Este es el camino. Anden en él” (Is. 30:21).
Claro, no escuchamos la voz de Dios desde el cielo. Pero nos da instrucción mediante su Palabra escrita, la Biblia. Además, el espíritu santo impulsa al “mayordomo fiel” a que continúe dándonos alimento espiritual, como publicaciones impresas, en Internet, en video y en audio (Luc. 12:42). ¿Verdad que recibimos muchísimo alimento espiritual? Que las palabras de Jehová, registradas en la Biblia, nos hagan confiar en que tiene todo bajo control y en que reparará cualquier daño que nos causen Satanás y su mundo malvado. Resolvámonos a escuchar con atención la voz de Jehová. Si lo hacemos, lograremos aguantar cualquier dificultad presente o futura. La Biblia nos recuerda: “Ustedes tienen necesidad de aguante, para que, después que hayan hecho la voluntad de Dios, reciban el cumplimiento de la promesa” (Heb. 10:36). w19.03 13 párrs. 17, 18
Miércoles 23 de diciembre
Jehová procedió a decir a Josué: “Moisés mi siervo está muerto; y ahora levántate, cruza este Jordán, tú y todo este pueblo” (Jos. 1:1, 2).
Puesto que Moisés había sido el líder de la nación durante mucho tiempo, es posible que Josué se preguntara cómo reaccionaría el pueblo ahora que él lo dirigía (Deut. 34:8, 10-12). Una obra de consulta comenta lo siguiente sobre Josué 1:1, 2: “Tanto en el pasado como en el presente, el momento en que se produce un cambio de gobernante es uno de los más inestables de una nación”. Los temores de Josué no eran infundados, pero a los pocos días puso manos a la obra con total confianza en Jehová (Jos. 1:9-11). Y no se equivocó al hacerlo. Como dice la Biblia, Jehová los guió a él y a Israel mediante un ángel. Es lógico pensar que ese ángel fue “la Palabra”, el Hijo primogénito de Dios (Juan 1:1; Éx. 23:20-23). Con la ayuda de Jehová, Israel no tuvo problemas en adaptarse a la dirección de su nuevo líder, Josué. w18.10 22, 23 párrs. 1-4
Jueves 24 de diciembre
Un libro de recuerdo empezó a ser escrito delante de él para los que estaban en temor de Jehová (Mal. 3:16).
Jehová reconoce a los que le sirven de buena gana y escribe su nombre en su “libro de recuerdo”. Tener el nombre escrito en el “libro de recuerdo” de Jehová supone ciertas obligaciones. Malaquías dijo que debemos temer a Dios y meditar en su nombre. Si adoramos a algo o a alguien que no sea Jehová, él quitará nuestro nombre de su libro simbólico de la vida (Éx. 32:33; Sal. 69:28). Por tanto, la dedicación implica mucho más que prometerle a Jehová que haremos su voluntad y bautizarnos. Nos dedicamos y bautizamos una sola vez en la vida, y es algo que enseguida queda en el pasado. Ponernos de parte de Jehová y ser sus siervos implica demostrar mediante nuestras acciones todos los días de nuestra vida que le obedecemos (1 Ped. 4:1, 2). w18.07 23, 24 párrs. 7-9
Viernes 25 de diciembre
Ya que hemos dejado la doctrina primaria acerca del Cristo, pasemos adelante a la madurez (Heb. 6:1).
Esto no ocurre de manera automática. Tenemos que hacer un esfuerzo continuo. Para llegar a ser un cristiano maduro, nuestro conocimiento y perspicacia deben seguir aumentando. Por eso se nos anima una y otra vez a leer la Biblia a diario (Sal. 1:1-3). ¿Es esa nuestra meta? Leer la Biblia todos los días nos ayudará a entender mejor las leyes y los principios de Dios. La ley cristiana más importante es la del amor. Jesús les dijo a sus seguidores: “En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre sí” (Juan 13:35). Santiago, medio hermano de Jesús, la llamó “la ley real” (Sant. 2:8). Y Pablo dijo: “El amor es el cumplimiento de la ley” (Rom. 13:10). Es lógico que la Biblia dé tanta importancia al amor, pues “Dios es amor” (1 Juan 4:8). w18.06 19 párrs. 14, 15
Sábado 26 de diciembre
Le amargaron el espíritu y él empezó a hablar imprudentemente con sus labios (Sal. 106:33).
Aunque los israelitas provocaron a Jehová, fue Moisés quien se sintió amargado. Su falta de autodominio resultó en que hablara sin pensar en las consecuencias. Moisés dejó que las acciones de los demás lo distrajeran, y no mantuvo la vista fija en Jehová. La primera vez que los israelitas se quejaron por falta de agua, Moisés reaccionó bien (Éx. 7:6). Sin embargo, es posible que ahora estuviera cansado y frustrado por tener que tratar durante décadas con aquel pueblo rebelde. Quizá pensó más en sus sentimientos que en honrar a Jehová. Si un profeta fiel como Moisés se distrajo y pecó, a nosotros podría pasarnos lo mismo. Igual que él, estamos a punto de entrar en el nuevo mundo que Dios nos ha prometido (2 Ped. 3:13). Ninguno queremos perdernos ese privilegio tan especial. Pero, si deseamos alcanzarlo, tenemos que mantener la vista fija en Jehová y tratar de hacer siempre su voluntad (1 Juan 2:17). w18.07 15 párrs. 14-16
Domingo 27 de diciembre
Han vencido al inicuo (1 Juan 2:14).
Satanás no puede obligarnos a hacer algo que no queramos (Sant. 1:14). Muchas personas hacen lo que él quiere sin darse cuenta de ello. Pero, cuando aprenden la verdad, deben decidir a quién desean servir (Hech. 3:17; 17:30). Si estamos resueltos a obedecer a Dios, no hay nada que pueda hacer Satanás para que dejemos de ser íntegros (Job 2:3; 27:5). Hay otras cosas que Satanás y los demonios no pueden hacer. Por ejemplo, la Biblia no dice en ningún sitio que puedan leernos la mente o el corazón. Solo de Jehová y Jesús se dice que tienen esa capacidad (1 Sam. 16:7; Mar. 2:8). Si hacemos lo posible por hablar y actuar en armonía con la voluntad de Dios, podemos confiar en que Jehová no permitirá que el Diablo nos haga ningún daño permanente (Sal. 34:7). Debemos conocer a nuestro enemigo, pero no tenerle un miedo excesivo. Aunque somos imperfectos, podemos vencerlo con la ayuda de Jehová. Si nos oponemos al Diablo, él huirá de nosotros (Sant. 4:7; 1 Ped. 5:9). w18.05 26 párrs. 15-17
Lunes 28 de diciembre
Haz rodar sobre Jehová mismo tus obras, y tus planes serán firmemente establecidos (Prov. 16:3).
Imagínate que vas a hacer un largo viaje en autobús para asistir a un evento importante. Cuando llegas a la estación, hay una gran cantidad de autobuses. Debes dirigirte al autobús que te llevará adonde quieres ir. Como es obvio, no subirás a un autobús que te lleve a otro lugar. Los jóvenes se enfrentan a una situación similar. Su vida es como un largo viaje. Como tienen muchas decisiones que tomar, puede que a veces se sientan abrumados. Pero, si tienen claro adónde quieren ir, será más fácil que tomen las decisiones que los lleven al sitio correcto. Joven, ¿te centrarás en agradar a Jehová? Esto implica que lo tomes en cuenta en todo aspecto de tu vida, como por ejemplo los estudios, el trabajo y la familia. También implica que te esfuerces por alcanzar metas espirituales. Los jóvenes que se centran en servir a Jehová pueden estar seguros de que él los bendecirá y de que tendrán éxito en la vida. w18.04 25 párrs. 1-3
Martes 29 de diciembre
¡Ay, hija mía! Realmente has hecho que me doble, y tú misma has llegado a ser la que yo estuve obligando a extrañamiento (Juec. 11:35).
Jefté cumplió su palabra y envió a su hija a Siló para que sirviera en el tabernáculo el resto de su vida (Juec. 11:30-35). Aquello fue difícil para Jefté, pero debió de ser todavía más difícil para su hija. Aun así, ella estuvo dispuesta a hacer lo que su padre había decidido (Juec. 11:36, 37). Renunció a su derecho a casarse, a tener hijos y a conservar el nombre y la herencia familiar. Sin duda, necesitaba mucho consuelo y ánimo. La Biblia dice: “Vino a ser disposición reglamentaria en Israel: De año en año las hijas de Israel iban a dar encomio a la hija de Jefté el galaadita, cuatro días en el año” (Juec. 11:39, 40). En la actualidad, los cristianos que están solteros y se concentran en “las cosas del Señor” merecen también que se les felicite y anime (1 Cor. 7:32-35). w18.04 17 párrs. 10, 11
Miércoles 30 de diciembre
Hubo ángeles que no guardaron su posición original, sino que abandonaron su propio y debido lugar de habitación (Jud. 6).
Una cantidad importante de ángeles se unió a la rebelión de Satanás. Antes del Diluvio, él logró que al menos algunos de ellos tuvieran relaciones sexuales inmorales con mujeres. La Biblia se refiere de manera simbólica a este suceso cuando describe a un dragón que arrastra con él a la tercera parte de las estrellas del cielo (Gén. 6:1-4; Rev. 12:3, 4). Cuando aquellos ángeles abandonaron la familia de Jehová, se sometieron al control de Satanás. Pero no pensemos que son sencillamente un grupo desorganizado de maleantes. Satanás ha creado una imitación del Reino de Dios, y se considera a sí mismo el rey. Ha organizado a los demonios en gobiernos, les ha dado autoridad y los ha hecho gobernantes mundiales (Efes. 6:12). Satanás se vale de esta organización para controlar a todos los gobiernos humanos. w18.05 23 párrs. 5, 6
Jueves 31 de diciembre
Bendeciré a Jehová, que me ha dado consejos. Realmente, durante las noches mis riñones me han corregido (Sal. 16:7).
Como Jehová es un buen Padre y nos ama, a veces nos corrige. David valoraba esa corrección. Meditaba en los consejos de Dios y se esforzaba por aprender a pensar como él. Permitía que estos consejos lo moldearan, es decir, que lo cambiaran y lo convirtieran en una mejor persona. Si hacemos lo mismo, nuestro amor por Jehová y nuestro deseo de obedecerlo se harán más fuertes. Además, llegaremos a ser cristianos maduros. Una hermana llamada Christin, dijo: “Cuando estudio y medito en lo que leo, tengo la sensación de que Jehová lo ha escrito justo para mí”. Si somos personas espirituales, Jehová nos dará el conocimiento y la perspicacia que necesitamos para ver el mundo y su futuro como él los ve. Lo hará porque quiere que sepamos lo que es importante en la vida, que tomemos buenas decisiones y que no le tengamos miedo al futuro. El profeta Isaías dijo que Jehová protegerá a los que se apoyan por completo en él y les dará una paz constante (Is. 26:3). w18.12 26 párrs. 9, 10