Junio
Jueves 1 de junio
Vino una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor (Mar. 12:42).
La vida no es nada fácil para la viuda; casi seguro que el dinero no le llega ni para vivir. Aun así, se acerca a una de las arcas y, tratando de no llamar la atención, echa dos moneditas, que tal vez apenas hagan ruido al caer. Pero Jesús sí sabe lo que acaba de echar: dos leptones, la moneda de menos valor de aquella época. Eso no daba ni para comprar un gorrión, que estaba entre las aves más baratas que se vendían como alimento. Jesús está muy impresionado por lo que hace esta viuda. Así que llama a sus discípulos, hace que se fijen en ella y les dice: “Esta viuda pobre echó en las arcas del tesoro más que todos los demás”. A continuación, les explica: “Todos ellos [especialmente los ricos] dan de lo que les sobra; pero ella, que es tan pobre, lo echó todo, todo lo que tenía para vivir” (Mar. 12:43, 44). Ese día, al echar hasta su última moneda, esta fiel mujer demostró que confiaba en que Jehová la cuidaría (Sal. 26:3). w21.04 6 párrs. 17, 18
Viernes 2 de junio
Han llenado Jerusalén con sus enseñanzas (Hech. 5:28).
Cuando Jesús estuvo en la Tierra, siempre fue positivo en su ministerio, y quiere que sus discípulos tengamos esa misma actitud (Juan 4:35, 36). Mientras Jesús estuvo con sus discípulos, estos predicaron con entusiasmo (Luc. 10:1, 5-11, 17). Pero perdieron el deseo de predicar por un tiempo cuando arrestaron y mataron a su maestro (Juan 16:32). Después de resucitar, Jesús los animó a centrarse en la predicación. Y, cuando ya estaba en el cielo, ellos predicaron con tanto entusiasmo que sus enemigos se quejaron, como se ve en el texto de hoy. Jesús dirigió la predicación de los cristianos del siglo primero, y con la bendición de Jehová muchas personas aceptaron su mensaje. Por ejemplo, en el Pentecostés del año 33, se bautizaron unas 3.000 (Hech. 2:41). Y el número de discípulos siguió aumentando muchísimo (Hech. 6:7). Ahora bien, Jesús predijo que una mayor cantidad de personas aceptarían las buenas noticias en los últimos días (Juan 14:12; Hech. 1:8). w21.05 14 párrs. 1, 2
Sábado 3 de junio
Feliz el que no tropieza por mi causa (Mat. 11:6).
¿Recuerda cómo se sintió cuando se dio cuenta de que había encontrado la verdad? Se imaginaba que todo el mundo también querría aceptar las enseñanzas bíblicas. Estaba seguro de que el mensaje de la Biblia les daría una vida feliz ahora y una esperanza maravillosa para el futuro (Sal. 119:105). Muy emocionado, empezó a contarles a todos sus amigos y familiares lo que estaba aprendiendo. Pero ¡qué desilusión se llevó cuando muchos de ellos no quisieron escucharlo! No nos debe sorprender que haya gente que rechace el mensaje que predicamos. Cuando Jesús estuvo en la Tierra, hizo milagros que demostraban que tenía el apoyo de Jehová, y aun así la mayoría de las personas lo rechazaron. Por ejemplo, cuando resucitó a Lázaro —un milagro que ni sus enemigos pudieron negar—, los líderes judíos no quisieron creer que Jesús era el Mesías. Es más, se propusieron matarlos a él y a Lázaro (Juan 11:47, 48, 53; 12:9-11). w21.05 2 párrs. 1, 2
Domingo 4 de junio
No dejemos de reunirnos. Más bien, animémonos unos a otros (Heb. 10:25).
Debemos esforzarnos por asistir a las reuniones con regularidad, pues nos animan y nos dan la oportunidad de conocer mejor a los hermanos. Hagámonos amigos de hermanos que sean un buen ejemplo para nosotros, aunque no sean de nuestra misma edad o vengan de otra cultura. La Biblia nos recuerda que “hay sabiduría entre la gente mayor” (Job 12:12). Pero los mayores también pueden aprender mucho de los jóvenes fieles. David era mucho menor que Jonatán, pero llegaron a ser muy buenos amigos (1 Sam. 18:1). Ambos se dieron el apoyo necesario para servir a Jehová en medio de graves dificultades (1 Sam. 23:16-18). Irina, una hermana que en la actualidad es la única Testigo en su familia, dice: “Nuestros compañeros cristianos pueden llegar a ser como padres o hermanos. Jehová puede usarlos para que sean la familia que necesitamos”. Nuestros amigos quieren animarnos y apoyarnos, pero debemos ayudarlos a saber cómo hacerlo. w21.06 10, 11 párrs. 9-11
Lunes 5 de junio
Así es como mi Padre celestial los tratará a ustedes si no perdonan de corazón a sus hermanos (Mat. 18:35).
Jesús contó una parábola sobre un rey y uno de sus esclavos. El rey le perdonó al esclavo una deuda que era tan grande que nunca podría pagarla. Más tarde, ese mismo esclavo no quiso perdonarle a otro esclavo una deuda mucho más pequeña. Al final, el rey metió en la cárcel al esclavo que no tuvo misericordia. Lo que hizo aquel esclavo no solo lo perjudicó a él, sino a otros también. Para empezar, fue cruel con su compañero y “mandó que lo metieran en prisión hasta que pudiera pagar la deuda”. Y, además, hizo daño a otros esclavos que vieron lo que había hecho. Jesús dijo: “Cuando los demás compañeros esclavos se enteraron de lo que había pasado, se disgustaron mucho” (Mat. 18:30, 31). De manera parecida, lo que nosotros hacemos también tiene un efecto en los demás. Si alguien nos trata mal y nos negamos a perdonarlo, ¿qué puede pasar? Para empezar, le hacemos daño a él porque le negamos nuestro perdón y nuestro cariño, y quizás hasta lo ignoremos. Además, hacemos que los hermanos de la congregación se sientan incómodos al notar que no estamos en paz con esa persona. w21.06 22 párrs. 11, 12
Martes 6 de junio
Él destruirá a los que están destruyendo la tierra (Apoc. 11:18).
Los seres humanos fuimos hechos a la imagen de Dios, pero a Satanás le encanta corrompernos. En los días de Noé, cuando “Jehová vio que la maldad del hombre crecía”, “sintió pesar por haber creado al hombre en la tierra; se sintió herido en el corazón” (Gén. 6:5, 6, nota, 11). ¿Ha mejorado el mundo desde entonces? Por supuesto que no. Al Diablo le gusta ver que se han vuelto tan comunes todo tipo de actos sexuales inmorales, sea entre personas de distinto sexo o del mismo (Efes. 4:18, 19). Y le hace especialmente feliz que un siervo de Jehová peque. Bajo el dominio de Satanás, aparte de que “el hombre ha dominado al hombre para su propio mal”, este no está cuidando ni la Tierra ni los animales, tal como Jehová quería que hiciera (Ecl. 8:9; Gén. 1:28). Como resultado, algunos científicos dicen que en los próximos años el ser humano podría llevar a la extinción a un millón de especies. w21.07 12 párrs. 13, 14
Miércoles 7 de junio
Jehová lo perdonará generosamente (Is. 55:7).
Algunos siervos de Dios se han sentido abrumados por la culpa debido a errores que cometieron en el pasado. Su corazón los condena y los convence de que, por mucho que se arrepientan, Jehová nunca podrá perdonarlos. Si usted se siente así, le será de mucha ayuda comprender que Jehová está deseando mostrarle su amor leal para que le sirva feliz y con la conciencia limpia. ¿Por qué? Porque “la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7). Si usted está desanimado por algún defecto que tiene, recuerde que Jehová está deseando perdonar a quienes se arrepienten de sus pecados. Fíjese en cómo David relacionó el amor leal y el perdón. En un salmo, escribió: “Tan alto como está el cielo sobre la tierra, así de inmenso es su amor leal por los que le temen. Tan lejos como está el este del oeste, así de lejos ha puesto de nosotros nuestros pecados” (Sal. 103:11, 12). w21.11 5, 6 párrs. 12, 13
Jueves 8 de junio
Sus hijos se ponen de pie y la felicitan; su esposo se pone de pie y la alaba (Prov. 31:28).
Los esposos cristianos tienen que honrar a su esposa (1 Ped. 3:7). Eso significa que tienen que darle una atención especial y tratarla con respeto. ¿Cómo pueden hacerlo? Demostrándole que la valoran, no pidiéndole más de lo que puede dar y, desde luego, no comparándola con otras mujeres. ¿Qué efecto podrían tener estas comparaciones? Veamos el caso de una hermana llamada Rosa. Su esposo, que no es Testigo, tiene la costumbre de compararla con otras mujeres. Con sus palabras crueles, no solo ha hecho pedazos la autoestima de Rosa, sino que también la hace dudar de si alguien la quiere de verdad. Ella dice: “Necesito que me recuerden constantemente que Jehová me valora”. En cambio, los esposos cristianos le dan honra a su esposa, pues saben que así cuidan su relación con ella y con Jehová. Los esposos que honran a su esposa hablan bien de ella, le dicen que la quieren y la felicitan. w21.07 22 párrs. 7, 8
Viernes 9 de junio
Esperaré pacientemente (Miq. 7:7).
Si estamos esperando que nos llegue un envío que necesitamos mucho pero que está tardando en llegar más de lo que esperábamos, tal vez estemos inquietos. Pero, si nos enteramos de que hay razones de peso por las que todavía no ha llegado, seguramente estemos más dispuestos a esperar con paciencia. En Proverbios 13:11 encontramos un ejemplo que demuestra la importancia de ser pacientes. Allí dice: “Las riquezas que se consiguen con rapidez disminuirán, pero las que se van juntando poquito a poco aumentarán”. ¿Qué principio aprendemos en este versículo? Que lo más sabio es hacer las cosas con paciencia, paso a paso. Proverbios 4:18 nos dice que “la senda de los justos es como la luz brillante de la mañana, que brilla cada vez más hasta que es pleno día”. Estas palabras nos muestran con claridad que Jehová le enseña a su pueblo su propósito de manera progresiva. Ahora bien, este versículo también se puede aplicar al progreso espiritual del cristiano. Este es un proceso que toma tiempo, no se puede acelerar. w21.08 8 párrs. 1, 3, 4
Sábado 10 de junio
¡Aquí estoy yo! ¡Envíame a mí! (Is. 6:8).
El fin de este mundo se acerca, y tenemos mucho trabajo que hacer (Mat. 24:14; Luc. 10:2; 1 Ped. 5:2). Todos queremos servir a Jehová al mayor grado posible. Muchos están ampliando su ministerio. Algunos tienen la meta de hacerse precursores, otros quieren servir en Betel o colaborar en la construcción de edificios que se usan para adorar a Jehová, y muchos hermanos están esforzándose por ser siervos ministeriales o ancianos (1 Tim. 3:1, 8). De seguro que a Jehová le agrada ver que sus siervos tienen un espíritu tan dispuesto (Sal. 110:3). Ahora bien, ¿estamos desanimados porque no hemos alcanzado una meta? Si es así, contémosle a Jehová cómo nos sentimos (Sal. 37:5-7). Hablemos con hermanos de experiencia para que nos digan en qué podemos mejorar y esforcémonos por poner en práctica sus consejos. Si lo hacemos, puede que nuestra meta se haga realidad. w21.08 20 párr. 1; 21 párr. 4
Domingo 11 de junio
Jehová no abandonará a sus leales (Sal. 37:28).
La profetisa Ana era una viuda de 84 años de edad que “siempre estaba en el templo”. Jehová la recompensó por su fidelidad permitiéndole ver al pequeño Jesús (Luc. 2:36-38). En nuestros días, muchos hermanos mayores son un gran ejemplo para los más jóvenes. Nos hará mucho bien tomarnos el tiempo para preguntarles sobre las alegrías que han vivido en la organización de Jehová y escuchar lo que nos cuenten. Nuestros hermanos mayores tienen un lugar importante en la organización de Jehová. Han visto cómo Jehová ha derramado muchas bendiciones sobre su organización y también sobre ellos. Han aprendido lecciones valiosas de sus propios errores. Así que veámoslos como una fuente de sabiduría y aprovechemos su experiencia (Prov. 18:4). Si dedicamos tiempo a conocerlos bien, nuestra fe se fortalecerá. w21.09 3 párr. 4; 4 párrs. 7, 8; 5 párrs. 11, 13
Lunes 12 de junio
El pequeño llegará a ser mil, y el insignificante, una nación poderosa (Is. 60:22).
El pueblo de Jehová puede aprovechar lo que Isaías describió como “la leche de naciones” (Is. 60:5, 16). Con las diferentes habilidades que tienen los hombres y mujeres valiosos que están entrando al pueblo de Dios, se está predicando en 240 países y territorios, y se están editando publicaciones en más de 1.000 idiomas. En este tiempo del fin, la sacudida de las naciones está obligando a todas las personas a tomar una decisión: ¿apoyarán al Reino de Dios, o confiarán en los gobiernos de este mundo? Aunque los siervos de Jehová obedecen las leyes del país en el que viven, se mantienen completamente neutrales en asuntos políticos (Rom. 13:1-7). Saben que el Reino es la única solución a los problemas de la humanidad, y ese Reino no es parte de este mundo (Juan 18:36, 37). w21.09 17, 18 párrs. 13, 14
Martes 13 de junio
Derramen su corazón delante de él (Sal. 62:8).
Cuando alguien a quien usted ama deja la verdad, es muy importante que siga fortaleciendo su amistad con Jehová y la de su familia. ¿Cómo puede hacerlo? Algo que le ayudará a mantener una fe fuerte es leer con regularidad la Palabra de Dios y meditar en ella, así como asistir a las reuniones. Pensemos en el ejemplo de Joanna. Su padre y su hermana dejaron la verdad. Ella cuenta: “Cuando leo sobre algunos personajes bíblicos como Abigaíl, Ester, Job, José y Jesús, siento una gran paz. Sus ejemplos llenan mi corazón y mi mente de pensamientos positivos que calman mi dolor”. Cuando se sienta muy angustiado, no deje de orar a Jehová. Suplíquele a nuestro cariñoso Dios que lo ayude a ver la situación como él la ve y que lo haga perspicaz y le enseñe el camino por el que debe ir (Sal. 32:6-8). Como es natural, tal vez le resulte muy doloroso contarle cómo se siente. Pero Jehová lo entiende a la perfección. Él lo invita a derramarle su corazón (Éx. 34:6; Sal. 62:7). w21.09 28 párrs. 9, 10
Miércoles 14 de junio
Este es mi Hijo amado; él tiene mi aprobación. Escúchenlo (Mat. 17:5).
Después de la Pascua del año 32, los apóstoles Pedro, Santiago y Juan fueron testigos de una visión asombrosa. En una montaña alta, posiblemente en una de las estribaciones del monte Hermón, Jesús se transfiguró delante de ellos. La Biblia cuenta: “Su rostro resplandeció como el sol y su ropa se volvió brillante como la luz” (Mat. 17:1-4). Los apóstoles oyeron a Dios decir: “Este es mi Hijo amado; él tiene mi aprobación. Escúchenlo”. Por su forma de vivir, los tres demostraron que de veras escuchaban a Jesús, y nosotros queremos seguir su ejemplo. Cuánto agradecemos que Jehová con amor nos dirija por medio de Jesucristo, que es “cabeza de la congregación” (Efes. 5:23). Tal como los apóstoles Pedro, Santiago y Juan, estemos decididos a escucharlo. Si lo hacemos, recibiremos muchas bendiciones ahora y seremos felices por toda la eternidad. w21.12 22 párr. 1; 27 párr. 19
Jueves 15 de junio
Te disciplinaré hasta el grado debido (Jer. 30:11).
En Corinto había un cristiano que tenía una conducta inmoral, pues estaba viviendo con la esposa de su padre. El apóstol Pablo le dijo a la congregación de Corinto que lo expulsara. La conducta inmoral de este hombre estaba afectando a una parte de la congregación. Incluso había algunos que pensaban que no se trataba de un pecado tan grave (1 Cor. 5:1, 2, 13). Algún tiempo después, Pablo se enteró de que el pecador se había arrepentido de verdad. Así que les dijo a los ancianos: “Deben perdonarlo bondadosamente y consolarlo”. Y les explicó por qué: “Para que no se sienta abrumado por estar demasiado triste”. Pablo sintió lástima por este hombre que se había arrepentido. El apóstol no quería que se sintiera tan abrumado y aplastado por la culpa que dejara de buscar el perdón (2 Cor. 2:5-8, 11). Como sucede en el caso de Jehová, a los ancianos les encanta mostrar misericordia. Actúan con firmeza cuando es necesario, pero muestran misericordia cuando es posible si hay una razón de peso para hacerlo. Si no disciplinaran al pecador, no estarían mostrando misericordia, sino que estarían siendo permisivos. w21.10 11, 12 párrs. 12-15
Viernes 16 de junio
No te vengues de los hijos de tu pueblo ni les guardes rencor (Lev. 19:18).
Las heridas emocionales son como las heridas físicas: unas son leves y otras son graves. Por ejemplo, puede que al abrir un sobre nos hagamos un pequeño corte en un dedo. Quizás al principio duela mucho, pero lo más probable es que en un par de días ni nos acordemos de dónde nos cortamos. De manera parecida, puede que un amigo diga o haga algo sin pensar que nos ofenda o nos hiera, pero no nos cuesta mucho perdonarlo. Ahora bien, si nos hacemos una herida profunda, puede que el médico tenga que coserla y vendarla. Si no dejáramos de tocarla o de hurgar en ella, nosotros mismos haríamos que se pusiera peor. Lamentablemente, eso es lo que podría hacer alguien que está muy ofendido. Si no dejara de pensar en la herida emocional que ha sufrido y en el daño que le han hecho, ese rencor solo le estaría haciendo daño a sí mismo. Sin duda, es mucho mejor seguir el consejo del texto de hoy. w21.12 12 párr. 15
Sábado 17 de junio
¿Por qué juzgas tú a tu hermano? (Rom. 14:10).
Supongamos que a un anciano le preocupa la manera de vestirse o arreglarse de un hermano. Podría preguntarse: “¿Hay razones bíblicas para decirle algo?”. Como no quiere dejarse llevar por su propio criterio, podría pedirle su opinión a otro anciano o a otro hermano maduro. Juntos podrían analizar lo que dijo Pablo sobre la ropa y el arreglo personal (1 Tim. 2:9, 10). Pablo no dio una lista de normas sobre lo que se puede hacer y lo que no. Más bien, habló de principios que nos guían para vestirnos de manera apropiada, con modestia y buen juicio. Él sabía que los cristianos pueden elegir cómo vestirse y arreglarse, siempre y cuando no vayan en contra de lo que dice la Biblia. Así que los ancianos deberían analizar si la persona demuestra modestia y buen juicio. Debemos recordar que dos hermanos maduros pueden tomar decisiones diferentes sobre cierto asunto. Pero eso no significa que una esté bien y la otra esté mal. Así que no impongamos a los demás nuestra opinión sobre lo que está bien y lo que está mal. w22.02 16 párrs. 9, 10
Domingo 18 de junio
Trátense unos a otros con amor leal y misericordia (Zac. 7:9).
Tenemos buenas razones para mostrarnos amor leal unos a otros. Encontramos algunas de ellas en estos proverbios de la Biblia: “Que el amor leal y la fidelidad no te abandonen [...]; entonces, a los ojos de Dios y del hombre, conseguirás aprobación y la fama de ser muy perspicaz”; “el hombre de amor leal se beneficia a sí mismo”, y “quien busca con empeño justicia y amor leal encontrará vida” (Prov. 3:3, 4; 11:17, nota; 21:21). Estos proverbios mencionan tres razones por las que debemos mostrar amor leal. Primero, porque a los ojos de Dios nos hace valiosos. Segundo, porque nos beneficia a nosotros mismos. Por ejemplo, nos ayuda a cultivar amistades duraderas. Y, tercero, si mostramos amor leal, obtendremos bendiciones en el futuro, entre ellas la vida eterna. Sin duda, tenemos buenas razones para obedecer este mandato de Jehová: “Trátense unos a otros con amor leal y misericordia”. w21.11 8 párrs. 1, 2
Lunes 19 de junio
Danos más fe (Luc. 17:5).
No se desanime si alguna prueba pasada o presente ha revelado que tiene alguna debilidad en su fe. Véala como una oportunidad de hacer su fe más fuerte. Ore de corazón a Jehová, sobre todo en los momentos más difíciles. Y acepte la ayuda que Jehová le puede dar por medio de su familia o de los hermanos. Si permite que Jehová lo ayude a afrontar las pruebas actuales, tendrá más confianza en que él también lo ayudará a afrontar cualquier prueba que venga en el futuro. Jesús señaló aspectos en los que sus discípulos necesitaban más fe, pero nunca dudó de que con la ayuda de Jehová podrían superar las pruebas en el futuro (Juan 14:1; 16:33). Además, estaba seguro de que habría una gran muchedumbre que sobreviviría a la gran tribulación gracias a una fe fuerte (Apoc. 7:9, 14). Usted será parte de esa multitud si aprovecha ahora toda oportunidad para fortalecer su fe (Heb. 10:39). w21.11 25 párrs. 18, 19
Martes 20 de junio
El ángel de Jehová acampa alrededor de los que temen a Dios (Sal. 34:7).
Nosotros no esperamos que hoy se nos proteja de manera milagrosa. Pero lo que sí sabemos es que ningún siervo de Dios que confíe en él sufrirá daño permanente. En el futuro cercano, se pondrá a prueba nuestra confianza en la capacidad que Jehová tiene de protegernos. Cuando nos ataque Gog de Magog, una coalición o grupo de naciones, puede que pensemos que acabará con nuestras vidas. Entonces, tendremos que estar convencidos de que Jehová puede librarnos y de que lo hará. Para las naciones seremos como ovejas indefensas que no tienen a nadie que las proteja (Ezeq. 38:10-12). Pensarán que somos un blanco fácil, porque no tenemos armas ni entrenamiento para la guerra. No verán lo que nosotros sí veremos con los ojos de la fe: un ejército de ángeles acampando alrededor del pueblo de Dios listo para defendernos. ¿Cómo podrían verlo las naciones, si no tienen fe en Jehová? ¡Qué sorpresa se llevarán cuando los ejércitos celestiales vengan al rescate! (Apoc. 19:11, 14, 15). w22.01 6 párrs. 12, 13
Miércoles 21 de junio
Tengan amor a toda la hermandad (1 Ped. 2:17).
Si para Jehová todos nuestros hermanos son importantes, para nosotros también deben serlo. Debemos estar dispuestos a hacer lo que sea necesario para protegerlos y cuidarlos. Si nos enteramos de que hemos ofendido o herido a un hermano, no debemos lavarnos las manos y pensar que está siendo demasiado quisquilloso y que lo que debe hacer es olvidarlo. ¿Qué puede hacer que algunos se ofendan? Tal vez sea que, debido a su crianza, tienen una autoestima muy baja. O quizás son nuevos en la verdad y todavía no han aprendido a lidiar con las imperfecciones de los demás. Sea cual sea el caso, debemos hacer todo lo posible por arreglar la situación. Por otro lado, si alguien se ofende con mucha facilidad, debe reconocer que este es un defecto en el que necesita trabajar. Es importante que lo haga, por su propia tranquilidad y por el bien de los demás. w21.06 21 párr. 7
Jueves 22 de junio
Jehová está cerca de todos los que lo llaman, de todos los que lo llaman con sinceridad (Sal. 145:18).
Jesús comprende lo que usted siente. Cuando estamos angustiados, nos alegra poder contar con un amigo comprensivo, en especial con uno que haya pasado por problemas parecidos. Pues bien, Jesús es ese amigo. Sabe lo que es sentirse débil y necesitar ayuda. También sabe cómo estamos hechos y se encargará de que recibamos apoyo “justo en el momento” necesario (Heb. 4:15, 16). Igual que Jesús aceptó la ayuda de un ángel en el jardín de Getsemaní, nosotros debemos estar dispuestos a aceptar la ayuda que Jehová nos da, ya sea por medio de una publicación, un video, un discurso o una visita animadora de un anciano o de un amigo maduro (Luc. 22:39-44). Jehová nos dará su paz y nos fortalecerá. Cuando oramos, recibimos “la paz de Dios, que está más allá de lo que ningún ser humano puede entender” (Filip. 4:6, 7). w22.01 18, 19 párrs. 17-19
Viernes 23 de junio
Transmitían las decisiones tomadas por los apóstoles (Hech. 16:4).
Jehová siempre hace lo correcto. Pero puede que nos cueste confiar en sus representantes aquí en la Tierra. Quizás nos preguntemos si están haciendo las cosas a la manera de Jehová o a la suya propia. La realidad es esta: no podemos decir que confiamos en Jehová si no confiamos en sus representantes en la Tierra, en quienes él confía. Hoy día, Jehová usa al “esclavo fiel y prudente” para dirigir la parte terrestre de su organización (Mat. 24:45). Igual que el cuerpo gobernante del siglo primero, este esclavo dirige la obra mundial y les da instrucciones a los ancianos de las congregaciones. Y los ancianos se encargan de que se sigan estas instrucciones en las congregaciones. Si seguimos las instrucciones de la organización y de los ancianos, demostraremos que confiamos en la manera en la que Jehová hace las cosas. w22.02 4 párrs. 7, 8
Sábado 24 de junio
No dejemos de hacer lo que está bien (Gál. 6:9).
¡Qué felices y orgullosos nos sentimos de ser testigos de Jehová! Nos alegra poder ayudar a alguien que tiene “la actitud correcta para obtener vida eterna” a hacerse siervo de Jehová (Hech. 13:48). Nos sentimos como Jesús, que “sintió una inmensa felicidad por medio del espíritu santo” cuando sus discípulos volvieron de una campaña de predicación y le contaron las buenas experiencias que habían tenido (Luc. 10:1, 17, 21). El apóstol Pablo le dio este consejo a Timoteo: “Presta constante atención a tu conducta y a tu enseñanza”. Y añadió: “Así te salvarás a ti mismo y también a los que te escuchan” (1 Tim. 4:16). Estas palabras nos muestran que hay vidas en juego. Le prestamos constante atención a nuestra conducta porque somos ciudadanos del Reino de Dios. Siempre queremos comportarnos de una manera que honre a Jehová y que demuestre que creemos en las buenas noticias que anunciamos (Filip. 1:27). Y le prestamos atención a nuestra enseñanza preparándonos bien para la predicación y pidiéndole a Jehová que nos ayude cuando vamos a hablar de él a otros. w21.10 24 párrs. 1, 2
Domingo 25 de junio
Vístanse con la nueva personalidad (Col. 3:10).
“La nueva personalidad” es la manera de pensar y actuar que refleja las cualidades de Jehová. ¿Y cómo nos vestimos con ella? Mostrando el fruto del espíritu de Dios al permitir que este espíritu influya en nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Por ejemplo, la persona que se viste con “la nueva personalidad” ama a Jehová y a sus siervos (Mat. 22:36-39). Mantiene la felicidad incluso cuando se enfrenta a dificultades (Sant. 1:2-4). Fomenta la paz (Mat. 5:9). Es paciente y amable con los demás (Col. 3:12, 13). Ama lo bueno, y lo hace (Luc. 6:35). Demuestra con sus acciones que tiene una fe fuerte en su Padre celestial (Sant. 2:18). Se mantiene apacible cuando la provocan (Tito 3:2). Y se controla ante las tentaciones (1 Cor. 9:25, 27). Para ponernos la nueva personalidad, tenemos que cultivar tanto las cualidades que aparecen en Gálatas 5:22, 23 como las que se mencionan en otros textos bíblicos. w22.03 9 párrs. 3, 4
Lunes 26 de junio
Imítenme a mí (1 Cor. 11:1).
Los ancianos pueden copiar el ejemplo del apóstol Pablo no solo predicando de casa en casa, sino aprovechando cualquier oportunidad para dar testimonio (Efes. 6:14, 15). Y, tal como lo hizo Pablo, pueden usar el tiempo que pasan en la predicación para capacitar a otros, por ejemplo, a los siervos ministeriales (1 Ped. 5:1, 2). Pero los ancianos nunca deberían estar tan ocupados atendiendo sus responsabilidades que no les quedara tiempo para predicar (Mat. 28:19, 20). Si desean mantener el equilibrio, a veces será necesario decir que no. Quizás después de orar sobre este asunto se den cuenta de que atender una responsabilidad implica descuidar las cosas más importantes, como tener la adoración en familia, dar buen apoyo a la predicación o enseñarles a sus hijos a predicar. Pueden estar seguros de que Jehová comprende que desean ser equilibrados en todas las cosas. w22.03 26 párr. 4; 27 párr. 7; 28 párr. 8
Martes 27 de junio
No teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma (Mat. 10:28).
Si recordamos cuando nosotros estábamos estudiando la Biblia, ¿nos daba un poco de miedo hacernos testigos de Jehová? Quizás pensábamos que jamás podríamos predicar de casa en casa. O tal vez nos asustaba que nuestros familiares o amigos se pusieran en contra de nosotros. En ese caso, podemos entender lo que siente el estudiante. Jesús dijo que algunas personas tendrían esos temores. Pero animó a sus discípulos a no dejar que el miedo les impidiera servir a Jehová (Mat. 10:16, 17, 27). Enseñemos poco a poco al estudiante de la Biblia a hablar de lo que está aprendiendo. Seguro que los discípulos de Jesús se pusieron nerviosos cuando él los mandó a predicar. Pero él los ayudó diciéndoles a quiénes podían predicar y qué decir (Mat. 10:5-7). ¿Cómo podemos imitar su ejemplo? Ayudando al estudiante a ver a qué personas puede predicar. Por ejemplo, preguntémosle si sabe de alguien a quien le beneficiaría conocer una enseñanza bíblica concreta. Después, ayudémoslo a preparar lo que puede decir mostrándole una manera sencilla de explicar esa verdad. w21.06 6, 7 párrs. 15, 16
Miércoles 28 de junio
Sacudiré todas las naciones, y las cosas valiosas de todas las naciones entrarán (Ageo 2:7).
“En cuestión de minutos, las tiendas y los edificios antiguos empezaron a derrumbarse”. “La gente estaba aterrorizada [...]. Muchos dijeron que duró un par de minutos, pero a mí me pareció una eternidad”. Así se expresaron algunos de los sobrevivientes de un terremoto que sacudió Nepal en el 2015. Sin embargo, en este mismo momento todos estamos viviendo otro tipo de sacudida, una que afecta a todas las naciones del mundo. El profeta Ageo escribió: “Esto es lo que dice Jehová de los ejércitos: ‘Una vez más —dentro de poco— sacudiré los cielos y la tierra’” (Ageo 2:6). A diferencia de un terremoto literal, que solo trae destrucción, la sacudida de la que habla Ageo produce buenos resultados. Jehová mismo dijo: “Sacudiré todas las naciones, y las cosas valiosas de todas las naciones entrarán en esta casa y yo la llenaré de gloria”. w21.09 14 párrs. 1-3
Jueves 29 de junio
Ustedes son los que en mis pruebas se han mantenido a mi lado (Luc. 22:28).
Las buenas amistades se basan en la comunicación sincera y frecuente, y esto también es cierto en el caso de Jehová. Cuando le contamos lo que sentimos, lo que pensamos y lo que nos preocupa, le demostramos que confiamos en él y que sabemos que nos ama (Sal. 94:17-19; 1 Juan 5:14, 15). Pasemos tiempo con nuestros hermanos. Ellos son un regalo de Jehová (Sant. 1:17). Nuestro Padre celestial demuestra que se interesa por cada uno de nosotros al suministrarnos una familia espiritual de hermanos que nos “ama en todo momento” (Prov. 17:17). En su carta a los colosenses, el apóstol Pablo mencionó a ciertos cristianos que lo habían ayudado y dijo que se habían “convertido en una fuente de gran consuelo” para él (Col. 4:10, 11). El propio Jesucristo necesitó y agradeció el apoyo que recibió de sus amigos, tanto ángeles como seres humanos (Luc. 22:43). Contarle a un hermano maduro lo que nos preocupa no es una señal de debilidad; de hecho, puede ser una protección. w21.04 24, 25 párrs. 14-16
Viernes 30 de junio
El amor todo lo soporta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta (1 Cor. 13:7).
¿Qué hay si un hermano hace algo que nos molesta mucho? En ese caso, debemos hacer todo lo posible por mantener la paz. Oremos a Jehová y contémosle todo lo que sentimos. Pidámosle que bendiga a quien nos ha ofendido y que nos ayude a ver sus buenas cualidades, las mismas que Jehová ha visto en él y valora (Luc. 6:28). Si no logramos pasar por alto lo que ha hecho, pensemos en cuál es la mejor manera de hablar con él. Siempre es mejor dar por sentado que no nos hizo daño a propósito (Mat. 5:23, 24). Cuando hablemos con él, démosle el beneficio de la duda. Pero ¿y si no quiere hacer las paces? La Biblia dice: “Sigan soportándose unos a otros”. No demos a nuestro hermano por perdido (Col. 3:13). Más importante aún, no le guardemos rencor, pues eso dañaría nuestra amistad con Jehová. No dejemos que nada nos haga tropezar. Así demostraremos que amamos a Jehová por encima de todo (Sal. 119:165). w21.06 24 párr. 15