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Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
it-2 “Lisonja”

LISONJA

Alabanza afectada o adulación para ganar la voluntad de una persona. Por lo general se hace para satisfacer el amor propio o la vanidad de quien es lisonjeado, y por eso es perjudicial. Con la lisonja se pretende ganar el favor o los beneficios materiales de otra persona, o crear en ella un sentimiento de obligación para con el adulador. A menudo la intención es poner una trampa a aquel que es objeto de la adulación. (Pr 29:5.) La lisonja no es una característica de la sabiduría de arriba, sino de la de este mundo, puesto que su raíz es el egoísmo, las distinciones y la hipocresía. (Snt 3:17.) La falta de sinceridad, la mentira, la adulación y la glorificación de hombres con el fin de sacar partido de su vanidad, son cosas que desagradan a Dios. (2Co 1:12; Gál 1:10; Ef 4:25; Col 3:9; Rev 21:8.)

En 1 Tesalonicenses 2:3-6 el apóstol Pablo contrasta el comportamiento cristiano con la actitud aduladora, al decir: “Porque la exhortación que damos no proviene de error, ni de inmundicia, ni con engaño, sino que, así como hemos sido probados y reconocidos por Dios como aptos para tener encomendadas a nosotros las buenas nuevas, así hablamos, como agradando, no a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones. De hecho, en ninguna ocasión nos hemos presentado ya sea con habla lisonjera (como ustedes lo saben) ni con una apariencia fingida para la codicia, ¡Dios es testigo! Tampoco hemos estado buscando la gloria de los hombres, no, ni de ustedes ni de otros, aunque pudiéramos ser una carga costosa como apóstoles de Cristo”.

Aunque en un principio parezca ventajoso lisonjear, la Biblia señala que “el que censura a un hombre hallará después más favor que aquel que lisonjea con la lengua”. (Pr 28:23.) El que una persona lisonjee para obtener ventaja sobre otra es precisamente lo opuesto a manifestar amor. El que odia acaso recurra a la lisonja, pero a la larga su engaño se volverá contra él. (Pr 26:24-28.)

El que lisonjea emplea palabras melosas para seducir a su víctima. Las expresiones “lisonjear”, “meloso [aplicado a lengua, labio o palabra]” (Sl 5:9; 12:2, 3; Da 11:32), “suavidad” (Pr 7:21), “melosidad” (Da 11:34, nota) y “doble cara” (Eze 12:24, nota) son traducciones de la raíz hebrea ja·láq y de sus derivados. En todos los casos bíblicos citados, el motivo del que emplea habla melosa es malo.

Herodes Agripa I es un ejemplo del desastroso resultado al que conduce el escuchar con agrado la lisonja y la adulación. Cuando la muchedumbre le aclamó al grito de “voz de un dios”, aceptó la lisonja y no le atribuyó a Dios la gloria, por lo que el ángel de Dios le hirió, de modo que falleció. (Hch 12:21-23.) En cambio, cuando una muchedumbre quiso tratar como dioses a Pablo y a Bernabé, estos se lo impidieron. (Hch 14:11-15.) De modo semejante, cuando un gobernante judío intentó adular a Jesús con el título de “Buen Maestro”, él lo corrigió en el acto, diciéndole: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno, sino uno solo, Dios”. (Lu 18:18, 19; compárese con Job 32:21, 22.)

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