TACHA
Defecto físico o moral, imperfección; deficiencia; “cualquier cosa mala”. (Deu. 17:1.) En el caso de Jehová, “perfecta es su actividad (‘sin tacha [sin mancha] son sus obras’, Sy)”, pero, en contraste, Dios dijo de Israel: “Ellos han obrado ruinosamente por su propia cuenta; no son hijos de él, el defecto es de ellos mismos”. (Deu. 32:4, 5.)
Por consiguiente, un sacerdote levita que ministrara ante el Dios perfecto tenía que estar libre de tachas físicas tales como ceguera, cojera, nariz hendida, o anormalidades como una extremidad demasiado larga, delgadez tísica, enfermedades de los ojos o de la piel, una mano o un pie fracturados, testículos quebrados o aplastados, o que fuese jorobado. (Lev. 21:18-20.) Libre de tales defectos, el sumo sacerdote de Israel representaba bien al gran Sumo Sacerdote Jesucristo, quien es “sin engaño, incontaminado”. (Heb. 7:26.)
Se requería que los animales que se ofrecían en sacrificio bajo la ley mosaica fueran sanos, exentos de tacha. (Éxo. 12:5; Lev. 4:3, 28; Deu. 15:21.) Lo mismo era también cierto de los sacrificios con relación al templo pictórico que Ezequiel vio en visión. (Eze. 43:22, 23.) De manera semejante, Cristo, “un cordero sin tacha e inmaculado”, “se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios”. (1 Ped. 1:19; Heb. 9:14.)