HORA
(gr. hó·ra).
Se usa en las Escrituras Griegas Cristianas para denotar un corto período de tiempo, un tiempo fijo, definido, o una división del día.
Los antiguos israelitas tal vez hayan dividido el día en cuatro partes (Neh. 9:3), mientras que la noche se dividía en tres períodos llamados “vigilias”. En este sentido se hace mención de: las “vigilias de la noche” (Sal. 63:6), la “vigilia intermedia de la noche” (Jue. 7:19) y la “vigilia matutina”. (Éxo. 14:24; 1 Sam. 11:11.)
No hay ninguna indicación en la Biblia de que los antiguos hebreos dividieran el día en veinticuatro partes iguales o tanto el día como la noche en doce períodos. Además, en las Escrituras Hebreas no aparece ningún término para hora.
EL DÍA DE VEINTICUATRO HORAS
Se le ha atribuido a Egipto la división del día en veinticuatro horas: doce para el día y doce para la noche. Estas horas no serían siempre de la misma duración, debido al cambio de las estaciones, haciendo que en verano (excepto en el Ecuador), las horas del día fuesen más largas y las horas de la noche más cortas. Nuestra división actual del día en veinticuatro horas de sesenta minutos, es el resultado de la combinación del cálculo egipcio y las matemáticas babilonias: un sistema sexagesimal (basado en el número 60). El contar el día desde media noche hasta media noche—eliminando por lo tanto la variación en la duración de las horas según las estaciones—fue un desarrollo posterior, quizá romano.
EN EL PRIMER SIGLO
En el primer siglo de la era común los judíos dividían el período diurno en doce horas, empezando al amanecer. Jesús dijo: “Hay doce horas de luz del día, ¿no es verdad?”. (Juan 11:9.) Como ya se ha observado, esto hacía que las horas variasen en duración de un día a otro, según las estaciones. Solo durante el tiempo de los equinoccios tenían la misma duración que hoy día. Esta ligera variación, que no sería tan grande en Palestina, no supondría ninguna inconveniencia importante. El comienzo del día correspondería aproximadamente con las seis de la mañana de nuestro horario. En la ilustración de los obreros de la viña, Jesús hizo mención de la hora tercera, la sexta, la nona, la undécima y el “anochecer” (que sería la duodécima). Estas horas corresponderían con nuestras 8-9 de la mañana, 11-12 del mediodía y 2-3, 4-5 y 5-6 de la tarde respectivamente. (Mat. 20:3, 5, 6, 8, 12.) La medianoche y el “canto del gallo” son designaciones de tiempo que también se usan en las Escrituras Griegas Cristianas. (Mar. 13:35; Luc. 11:5; Hech. 20:7; 27:27; véase CANTO DEL GALLO.) Bajo la dominación romana, parece que los judíos adoptaron la división romana de la noche en cuatro vigilias en lugar de tres. (Luc. 12:38; Mat. 14:25; Mar. 6:48.)
UNA APARENTE DISCREPANCIA
Algunas personas han señalado lo que—en un principio—parece ser una discrepancia en las declaraciones de Marcos 15:25 (que fija el tiempo en que Jesús fue colgado en un madero para la hora tercera) y Juan 19:14 (que dice que era “como la hora sexta”). Ahora bien, Juan tenía acceso al relato de Marcos, y ciertamente pudo haber repetido la misma hora que este había registrado. Por consiguiente, Juan debe haber tenido un propósito al dar la hora de manera diferente a como lo hizo Marcos.
En este sentido podemos observar que no todos los relatos en la Biblia están en un orden cronológico exacto, sino que registran rasgos sobresalientes de lo que sucedió, y algunos añaden detalles diferentes a los registrados por otros escritores. Cada uno de los cuatro escritores de los evangelios relata aspectos diferentes de los acontecimientos del día de la muerte de Jesús, así como de la noche precedente. Por lo tanto, al dar la hora, puede que Marcos haya hablado del principio del proceso de fijarle en el madero, lo cual incluía la flagelación. Este castigo era tan cruel que algunos morían mientras se les flagelaba, lo que puede explicar por qué Jesús tuvo que ser ayudado a llevar el madero de tormento al Gólgotha. Todos los acontecimientos trascendentales de aquella mañana—la flagelación, la burla de Jesús por parte de los soldados y el lento y penoso recorrido hasta el lugar donde fue fijado en el madero—pudieron haber durado bastante tiempo, de manera que era “como la hora sexta” cuando Jesús fue realmente clavado al madero.
OTROS USOS
En las Escrituras Griegas Cristianas la palabra hora se usa frecuentemente para dar a entender “inmediatamente” o dentro de un período de tiempo muy corto. Por ejemplo: una mujer que tocó el fleco de la prenda exterior de vestir de Jesús sanó “desde aquella hora”. (Mat. 9:22.) El término “hora” también podía hacer referencia a un punto especial o trascendental del tiempo, no especificado exactamente, o al comienzo de ese tiempo, como Jesús dijo: “Respecto a aquel día y hora nadie sabe” (Mat. 24:36), “viene la hora en que todo el que los mate se imaginará que ha rendido servicio sagrado a Dios” (Juan 16:2) y “viene la hora en que ya no les hablaré en comparaciones”. (Juan 16:25.)
Por otra parte, la palabra “hora” podría designar cualquier “tiempo del día”, como cuando los discípulos le dijeron a Jesús en cuanto a la multitud de personas que le habían seguido a un lugar solitario: “El lugar es solitario y la hora es ya muy avanzada; despide a las muchedumbres”. (Mat. 14:15; Mar. 6:35.)
USO FIGURATIVO O SIMBÓLICO
Cuando se usa de manera simbólica o figurativa, el término “hora” significa un período de tiempo relativamente corto. Jesús dijo a la muchedumbre que vino contra él: “Esta es su hora y la autoridad de la oscuridad”. (Luc. 22:53.) De los diez cuernos de la bestia salvaje de color escarlata se dice que representan diez reyes que reciben autoridad como tales con la bestia salvaje durante “una hora”. (Rev. 17:12.) De Babilonia la Grande se exclama: “¡En una sola hora ha llegado tu juicio!”. (Rev. 18:10.) También, en armonía con las palabras de Jesús referentes al trigo y a la mala hierba (Mat. 13:25, 38), las advertencias de Pablo en cuanto a la apostasía venidera (Hech. 20:29 y 2 Tes. 2:3, 7) y la declaración de Pedro en 2 Pedro 2:1-3, el apóstol Juan—el último apóstol sobreviviente—muy bien pudo decir: “Niñitos, es la última hora, y, así como han oído que el anticristo viene, aun ahora ha llegado a haber muchos anticristos; del cual hecho adquirimos el conocimiento de que es la última hora”. Era un tiempo muy corto, de hecho, la “última hora”, la parte final del período apostólico, después del cual la apostasía brotaría en toda su plenitud. (1 Juan 2:18.)