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ad págs. 37-38

ADORACIÓN

Acción de rendir honor reverente u homenaje. La adoración verdadera al Creador abarca todo aspecto de la vida humana, como reconoció el apóstol Pablo al escribir a los corintios: “Sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios”. (1 Cor. 10:31.)

Cuando Jehová Dios creó a Adán, no prescribió ninguna ceremonia específica ni ningún medio para adorarle. Adán podía servir o adorar a su Creador por medio de hacer fielmente la voluntad de su Padre celestial. Posteriormente, Jehová delineó para los israelitas un modo específico de acercarse a Él en adoración, con sus sacrificios, sacerdocio y santuario tangible. Sin embargo, esto sólo era “una sombra de las buenas cosas por venir, pero no la sustancia misma de las cosas”. (Heb. 10:1.) Lo de mayor importancia siempre ha sido ejercer fe y hacer la voluntad de Jehová Dios, y no las ceremonias o los rituales. (Mat. 7:21; Sant. 2:17-26; compárese con Salmos 50:8-15, 23; Miqueas 6:6-8.)

La mayor parte de las palabras hebreas y griegas que significan adoración también pueden aplicarse a otros actos que no están relacionados con la adoración. Sin embargo, el contexto es lo que determina su sentido.

Una de las palabras hebreas que transmite la idea de adoración (ʽa·vádh) básicamente significa “servir”. (Gén. 14:4; 15:13; 29:15.) El servir o adorar a Jehová requería obediencia a todos Sus mandamientos, estar exclusivamente dedicado a Él y hacer su voluntad. (Éxo. 19:5; Deu. 30:15-20; Jos. 24:14, 15.) Por lo tanto, el que una persona participase en un ritual o acto de devoción hacia cualquier otro dios significaba que abandonaba la adoración verdadera. (Deu. 11:13-17; Jue. 3:6, 7.)

Otro término hebreo que puede traducirse como adoración es scha·jáh, y este significa principalmente “inclinarse” (Gén. 18:2) o “rendir homenaje”. (Véase HOMENAJE.) Aunque el inclinarse sería normalmente solo una señal de respeto o de cortesía hacia otra persona (Gén. 19:1, 2; 33:1-6; 37:9, 10), también podría ser una expresión de adoración, una muestra de reverencia y gratitud a Dios y sumisión a Su voluntad. Cuando se utiliza con referencia al Dios verdadero o a las deidades falsas, la palabra scha·jáh a veces se relaciona con sacrificio y oración (Gén. 22:5-7; 24:26, 27; Isa. 44:17), indicando con ello que cuando se oraba o se ofrecían sacrificios era común inclinarse. (Véase ORACIÓN.)

La raíz hebrea sa·ghádh (Isa. 44:15, 17, 19; 46:6) significa básicamente “postrarse”, como la palabra aramea relacionada seghídh. Aunque esta por lo general tiene que ver con la adoración (Dan. 3:5-7, 10-15, 18, 28), en Daniel 2:46 se utiliza seghídh para referirse al homenaje que el rey Nabucodonosor le rindió a Daniel, postrándose delante de él.

Al igual que el término hebreo ʽa·vádh, tanto el verbo griego la·tréu·o (Luc. 1:74; 2:37; 4:8; Hech. 7:7) como el sustantivo la·tréi·a (Juan 16:2; Romanos 9:4) transmiten la idea de servir o rendir servicio. La palabra griega pro·sky·né·o corresponde al término hebreo scha·jáh al expresar tanto la idea de homenaje como la de adoración.

El término pro·sky·né·o se utiliza para referirse a un esclavo que rinde homenaje a un rey (Mat. 18:26) y al acto que Satanás le exigió a Jesús cuando le ofreció todos los reinos del mundo y su gloria. (Mat. 4:8, 9.) Si Jesús hubiera rendido homenaje al Diablo, habría indicado con ello que se sometía a Satanás y se hacía su siervo. Pero Jesús rehusó, diciendo: “¡Vete, Satanás! Porque está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios a quien tienes que adorar [una forma de la palabra griega pro·sky·né·o, o de la hebrea scha·jáh según Deuteronomio, de donde Jesús estaba citando], y es solo a él a quien tienes que rendir servicio sagrado [una forma de la palabra griega la·tréu·o o de la hebrea ʽa·vádh)’”. (Mat. 4:10; Deu. 5:9; 6:13.) De manera similar, la adoración, el rendir homenaje o el inclinarse ante la “bestia salvaje” y su “imagen”, implica servicio, pues los adoradores se identifican como apoyadores de la “bestia salvaje” y su “imagen” por medio de tener una marca sobre la mano (de la que la persona se vale para servir) o bien sobre la frente (a la vista de todos). Como el Diablo le da a la bestia salvaje su autoridad, el adorar a la bestia salvaje significa en realidad, adorar o servir al Diablo. (Rev. 13:4, 15-17; 14:9-11.)

Otras palabras griegas relacionadas con la adoración se derivan de eu·se·bé·o, thre·skéu·o y sé·bo·mai. La palabra eu·se·bé·o significa “ser piadoso para con”, “dar devoción piadosa a” o “venerar, adorar, reverenciar”, y en Hechos 17:23 se utiliza este término para referirse a la devoción piadosa o veneración que los hombres de Atenas daban a un “Dios Desconocido”. (Véase DEVOCIÓN PIADOSA.) De thre·skéu·o viene el nombre thre·skéi·a, el cual denota una “forma de adoración”, sea verdadera o falsa. (Hech. 26:5; Col. 2:18.) La adoración verdadera que los cristianos practicaban se distinguía por su interés genuino en los pobres y por estar completamente separados del mundo impío. (Sant. 1:26, 27.) La palabra sé·bo·mai (Mat. 15:9; Mar. 7:7; Hech. 18:7; 19:27) y el término relacionado se·bá·zo·mai (Rom. 1:25) significan “estar en temor de”, “reverenciar, venerar o adorar”. Los objetos de adoración o de devoción se designan con el nombre sé·ba·sma. (Hech. 17:23; 2 Tes. 2:4.) Hay otros dos términos que vienen de la misma raíz verbal, pero con el prefijo The·ós, Dios: the·o·se·bés, que significa “quien reverencia a Dios”, “piadoso” (Juan 9:31), y the·o·sé·bei·a, que denota “reverencia a Dios”. (1 Tim. 2:10.) Estos dos términos corresponden en cierto modo con la palabra alemana para “adoración pública”, a saber: Gottesdienst (una combinación de “Dios” y “servicio”.)

LA ADORACIÓN QUE ES ACEPTABLE A DIOS

Jehová Dios solo acepta la adoración de aquellos que se comportan en armonía con Su voluntad. (Mat. 15:9; Mar. 7:7.) Jesús le dijo a una mujer samaritana: “La hora viene cuando ni en esta montaña [Guerizim] ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos [...]. No obstante, la hora viene, y ahora es, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre con espíritu y con verdad, porque, en realidad, el Padre busca a los de esa clase para que lo adoren”. (Juan 4:21-24.)

Con estas palabras Jesús mostró claramente que la adoración verdadera no iba a depender de cosas visibles ni de lugares geográficos. En lugar de confiar en la vista o el tacto, el adorador verdadero ejerce fe y puede adorar a Dios sin importar el lugar donde esté o las cosas que haya a su alrededor. De modo que no adora con la ayuda de algo que se pueda ver o tocar, sino con espíritu. Debido a que tiene la verdad según Dios la ha revelado, su adoración armoniza con la verdad. Habiendo conocido a Dios por medio de la Biblia y habiendo experimentado la operación del espíritu de Dios en su vida, el que adora con espíritu y con verdad verdaderamente ‘conoce lo que adora’.

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