Los testigos de Jehová en Grecia
El pasado junio la iglesia ortodoxa griega organizó fiestas ostentosas en conmemoración, según se anunció, del aniversario 1900vo de la llegada del apóstol Pablo a Grecia. A continuación se presentan algunos ejemplos de la “libertad religiosa” profesada por esos hombres de semblante piadoso pero pervertidores del misionero Pablo.
En una aldea en Macedonia, los agentes intolerantes de un cuerpo de la policía de seguridad arrestaron a cuatro testigos de Jehová, todos siendo hombres con familia, y los maltrataron cruelmente porque rehusaron firmar declaraciones negando a Jehová. Entonces los llevaron al metropolitano del área, que, al enterarse de que eran testigos de Jehová, se puso a golpearlos con sus propias manos. Uno de los hermanos entonces se atrevió a decirle: “¡Usted, que es metropolitano nos golpea! Pero yo le pregunto, ¿Cristo abofeteó a alguien, o sufrió él bofetadas?” Subsecuentemente esos mismos agentes intolerantes llevaron los hermanos a sus celdas, donde recibieron más tortura cruel. La esposa de uno de ellos fué a ver al jefe y protestó contra el cruel tratamiento que estaban recibiendo los hermanos y especialmente su esposo, que estaba enfermo. El jefe contestó: “Los vamos a hacer inútiles; ya que no quieren ofrecer servicio a nosotros, ¡los haremos insensibles aun para Jehová!”
De nuevo, en una aldea de Creta, el jefe de la policía mandó a llamar a un hermano y en la presencia de un sacerdote demandó que escribiera una negación de Jehová. El hermano protestó, declarando que como ciudadano griego él tenía el derecho de adorar a Dios de acuerdo con sus propias convicciones. Esto irritó tanto al policía que, al mismo tiempo que insultaba a Jehová, arrebató la Biblia que el hermano tenía en la mano, la pisoteó y luego la hizo pedazos ante la vista del cura.
En Atenas misma, en julio de 1951, mientras todavía se oían los ecos de los discursos acerca del amor y la libertad de cultos pronunciados por los que celebraron la fiesta paulina, los agentes de la policía entraron en una casa donde unos veinte testigos de Jehová estaban reunidos estudiando la Biblia. Desorganizaron el estudio, gritando, “¡Alcen las manos!” como si se tratara de arrestar a bandidos. Llevaron los hermanos a la jefatura de policía, les hicieron la impresión digital, como suelen hacer con los criminales, y al día siguiente los llevaron al fiscal. Puesto que éste no pudo hallar apoyo jurídico para el cargo, los libró. Pero ¿de qué sirve esta absolución, cuando cada vez que los testigos de Jehová se reúnen para estudiar la Palabra de Dios están en peligro de ser arrestados y transportados a la cárcel como criminales? Y si tales cosas suceden en el centro de Atenas, puede imaginarse lo que sucederá en las provincias, donde los agentes locales son influidos por los elementos religiosos intolerantes.
Sin embargo, en medio de todas estas dificultades y persecuciones viene el aumento. Las experiencias que tienen en el campo de servicio son ricas y muy benditas. Los hermanos no se han desalentado por causa de la lucha que el Diablo lleva a cabo contra los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio del Rey Cristo Jesús. Empleando la fortaleza que les proporciona el rico alimento espiritual provisto por la organización del Señor, siguen hombro a hombro con sus conministros en las diferentes partes del mundo, peleando la buena pelea de la fe que una vez fué entregada a los santos.—Del 1952 Yearbook of Jehovah’s Witnesses.