Fuerte refugio
“DIOS es nuestro refugio y fortaleza; socorro muy presente en las angustias.” El Salmo 46, del cual esas palabras fueron tomadas, fué escrito y conservado precisamente para una crisis como la que hoy existe en la vida de los que vigilan, oran y esperan por el reino de Dios.—1 Cor. 10:11, NM.a
Los que esperan socorro de las agencias humanas están destinados a sufrir una amarga desilusión. ¿Por qué? Porque el entero sistema de cosas bajo el cual tales agencias humanas funcionan está dominado por Satanás el Diablo y sus demonios. Estas fuerzas invisibles no aman a los humanos que tienen engañados; de hecho, ellas son responsables de toda la angustia y confusión que hallamos en el mundo hoy día. (2 Cor. 4:4; Apo. 12:1-12) No podrán dar más protección contra la ira de Dios en el Armagedón que pudieron dar en el Diluvio.
Los guías religiosos que oran a Dios pidiéndole paz y prosperidad, también serán desilusionados, porque todas esas oraciones son contrarias a la voluntad de Dios. ¿Por qué debería Dios proceder contrario a sus propósitos anunciados concediéndoles paz y seguridad a los hombres egoístas sólo para que las consuman en sus propios deseos egoístas? Mientras existan tales hombres Dios no traerá paz a la tierra.—Isa. 48:22; Sant. 4:2, 3.
Si queremos que Dios nos proteja y que sea nuestro refugio y fortaleza, tenemos que ejercer fe en él. Tenemos que aceptar las angustias predichas en su Palabra, y mientras duren acudir a Dios como nuestro refugio. Tenemos que servirle, dando a conocer sus propósitos a otros. “¡Yo, yo soy Jehová, y fuera de mí no hay Salvador! Yo lo he prenunciado, y yo he salvado; y yo os lo hice saber, y no había dios extraño entre vosotros: ¡vosotros pues sois mis testigos, dice Jehová, y yo soy Dios!”—Isa. 43:11, 12.
La Palabra de Dios está llena de ejemplos de cómo él manifestó ser un refugio y fortaleza para su pueblo en tiempos pasados. Josafat halló que él era tal cuando Amón, Moab y el monte Seir subieron contra Judá. Asa halló que Dios era un refugio seguro cuando un ejército etíope, consistiendo en un millón de hombres subió contra él. Ezequías también halló que Jehová era una ayuda presente cuando Senaquerib y sus huestes amenazaron venir contra Jerusalén.—2 Cró. 20:1-30; 14:9-15; Isa. 37:14-38.
En años recientes, especialmente desde 1918, los testigos de Jehová han hallado repetidas veces que Jehová es un refugio y fortaleza. Si eso no fuera cierto no estarían aquí hoy, y eso en números que siempre van en aumento. Las persecuciones más resueltas y crueles contra ellos han fracasado, pereciendo sus perseguidores mientras que los testigos de Jehová siguieron con vida para renovar sus fuerzas y reasumir su predicación.—Isa. 40:28-31; Apo. 11:7-12.
Muy probablemente veremos en el Armagedón fuerzas de destrucción como cataclismos dirigidas por Dios que inundarán este viejo mundo y lo borrarán. (Sal. 46:2, 3) Será natural si nos asustamos, como se asustó Moisés en el monte Sinaí, pero no sentiremos el mismo temor que el mundo, porque sabremos que Dios está dominando las fuerzas de destrucción y que él las está dirigiendo, no hacia nosotros, sino contra sus enemigos, nuestros enemigos.
Nuestra obligación cristiana ahora es la de ser intrépidos en el servicio de Jehová bajo la sombra de su mano poderosa. Así que podemos mantenernos serenos y seguir nuestra obra pacíficamente como sus ministros, sabiendo que él nunca abandonará a su pueblo fiel, sino que lo ayudará, “y eso bien temprano.”—Sal. 46:5, AN.
[Nota]
a Para una discusión detallada de este tema sírvase ver La Atalaya del 1 de agosto de 1951.