La ceremonia es religiosa
En la coronación la reina de Inglaterra recibió la plena bendición de la Iglesia, y hasta más. El Chronicle dominical del 8 de marzo lo expresa así: “Y ahora llega el momento más eminente. La Reina ha de ser levantada a la mística compañía del Ungido del Señor, de esta manera llegando a ser Reina, no sólo por la voluntad del hombre, sino a la vista de Dios. . . . Eso que ha de venir es un misterio, que no ha de ser visto por el hombre; y pocos oirán la voz del Arzobispo a medida que, sumergiendo los dedos en la Cuchara, diga: ‘Sean ungidas tus Manos con Aceite Santo, sea tu pecho ungido con Aceite Santo, sea ungida tu Cabeza con Aceite Santo como Reyes, Sacerdotes y Profetas fueron ungidos.’ Al volver el Deán el Aceite Sagrado al Altar, la congregación de nuevo ve a su Reina, ahora para el ojo de la fe transfigurada místicamente. Está lista para recibir en la investidura los emblemas que pueden poseerse o usarse sólo por el Ungido del Señor, las vestimentas que se asemejan a las de un Sacerdote y las cuales coloca sobre ella el Deán.” El significado religioso adicional de esta ceremonia se manifiesta en la “Espada del Estado”, con la cual ella, entre otras cosas, ha de “proteger la Santa Iglesia de Dios,” y “la corona de gloria y de justicia” que ella ha de recibir, “la cual para sus muchos súbditos tiene un significado que va más allá de toda autoridad y poder terrestres.” La participación en la pompa es tanto un acto religioso como político.