La egoísta navidad
¿QUIÉN ha oído jamás de una fiesta de cumpleaños en la que todo el mundo recibe regalos menos el objeto de la celebración? La cristiandad celebra una fiesta de esta clase, la Navidad, en observación del nacimiento o natividad de Cristo. En esta temporada las personas dan y reciben regalos, pero a Cristo lo dejan olvidado. Es verdad que la gente repite como loro las palabras de Cristo de que hay más felicidad en dar que la que hay en recibir. (Hech. 20:35) Pero esto es verdad solamente cuando el motivo de dar es el de amor. ¡Piense! ¿Estarán impulsados a dar los que dan en la Navidad por las palabras de Cristo, porque aman a Cristo y al prójimo, o es el egoísmo el motivo?
En la temporada de Navidad el dar obsequios ha llegado a ser una necesidad social. Para insinuarse con los políticos y hombres de influencia el dar regalos de Navidad es ideal, porque es lícito y no se le mira con ceño fruncido como si fuera “abrigo de piel de visón” fuera de sazón. Los dadores interesados no son la minoría sino la mayoría. Si Juan, habiendo dado un obsequio a Guillermo, no recibe uno en correspondencia, es muy probable que él no dé más obsequios a Guillermo, a menos que sean de los baratos, hasta que Guillermo se meta en el juego de dar. De modo que la Navidad es egoísta porque los dadores dan para que se les dé de vuelta. Cristo condena esta clase de dar.—Luc. 14:12-14.
¿Pero no se puede justificar el egoísmo de la Navidad a base de que es un tiempo de provecho para los pobres? ¿Realmente cuántos de los pobres sacan provecho? Y, tocante a los que dan a los destituídos, ¿lo hacen con motivo de amor o hay un motivo egoísta, tal como prominencia? (Mat. 6:2) ¿Y quién piensa en los pobres durante los otros 364 días del año? ¿O es de suponerse que una canasta de comida durará el año entero? Millones de dólares se gastan en sellos de Navidad, pero ¡qué tan pocos de los que sufren de tuberculosis reciben ayuda! En las calles resuenan las jarras para hacer colectas en manos de los que buscan sus propios intereses, y mendigos campanilleros disfrazados de Papá Noel recogen montones de monedas. Pero, otra vez, ¡qué tan pocos de los pobres reciben auxilio!
El motivo de interés personal se manifiesta en la precipitación para enviar tarjetas de Navidad. Pues, aun los judíos y los agnósticos y los ateos las envían con entusiasmo; porque todo el mundo sabe cómo refuerzan la buena voluntad para el negocio, ayudan a mantener la clientela y aumentan el prestigio.
La Navidad es egoísta porque es un tiempo para satisfacer los deseos carnales. Es un tiempo para condonar la mala conducta moral. Es un tiempo para jaranas, un tiempo cuando el vientre llega a ser un dios y cuando hay borrachos y glotones en abundancia. ¡Y con todo es un apóstol de Cristo el que enseña que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios! (Gál. 5:19, 21; Fili. 3:19) La Navidad es egoísta porque es una farsa. Porque el Cristo verdadero y viviente no recibe más atención que la que recibe durante el resto del año. Cuando los testigos de Jehová visitan a las personas, cosa que hacen todos los días del año, ellos encuentran que éstas están demasiado ocupadas para escuchar las buenas nuevas del reino de Cristo. Aun durante la Navidad la gente se encuentra demasiado ocupada con festividades de gala para escuchar el mensaje del reino de Cristo. ¡Qué burlesca, esta pretensión de tener una celebración para Cristo! ¿Consideran los celebrantes a Cristo tal como él es, como el rey nombrado por Dios para gobernar el Nuevo Mundo, el que tiene todo poder en los cielos y en la tierra, quien pronto hará añicos todos los gobiernos con una vara de hierro? (Apo. 12:5) ¡No! ¡Consideran a Cristo como un bebé!
La Navidad transformada en objeto de comercio es egoísta. La gente se encuentra aporreada por los grandes comerciantes para que compre toda cosa debajo del sol. Los comerciantes nunca dejan de indicar a la gente cuántos días quedan antes de Navidad. ¡Compren! ¡Compren! ¡Compren!, se le dice a la gente. ¡Hasta hay familias que tienen que comprar regalos cuando no pueden comprar mantequilla para la mesa! Y ¿cuán benévolas son las tiendas? ¿Rebajan los precios por motivo de consideración para los pobres? ¡No! Los precios suben. Bajan solamente después de la Navidad.
Las iglesias hacen objeto de comercio de la Navidad, así como hacen con la Palabra de Dios. Hay oraciones, misas y sermones especiales. ¡Y colectas especiales también! La Navidad es egoísta porque crea mala voluntad. Los empleados quedan resentidos si el jefe no les da una “adehala” de alguna clase. Otros trabajadores tales como los lecheros, los vendedores de periódicos y los que entregan las compras a domicilio esperan un regalo, y si no lo reciben se resienten. La Navidad es egoísta porque malgasta el tiempo. Horas interminables se emplean en adornar árboles, en envolver paquetes y en abrirse camino a través de gentíos apretados. Todo este tiempo pudiera haberse empleado en el estudio de la Palabra de Dios, aprendiendo del reino de Cristo.
¿Por qué es la Navidad tan egoísta? Porque es pagana, no cristiana. Jesús no nació en el mes frío de diciembre. (Luc. 2:8, 12) Su nacimiento aconteció en los primeros días de octubre. Pero aunque supiéramos el día exacto, no hay ningún mandamiento de que lo celebremos. Cristo mandó a sus seguidores que celebrasen su muerte, no su nacimiento. (Luc. 22:15-20) La Navidad se origina directamente de las saturnales paganas; celebradas desde el 17 hasta el 23 de diciembre. La nueva Encyclopedia de Funk & Wagnalls dice de las saturnales que era un período de alegría “dedicado a banquetes, a hacer visitas, y a dar regalos.” ¿Cómo puede la parranda de una fiesta pagana honrar a Cristo? ¡En verdad no lo hace! ¡Aun el “San Nicolás” de Navidad, como se declara en el Century Dictionary, no es otro sino el opositor de Cristo, Satanás el Diablo!
Es cosa segura que los cristianos primitivos no celebraron la Navidad. Tampoco lo hicieron los norteamericanos primitivos. Hoy en día los verdaderos cristianos no celebran días de fiesta ni paganos ni anticuados. (Gál. 4:9-11) Porque la verdad es que la Navidad no tiene sus raíces en la Biblia y no se celebra por motivo de amor. Más bien, la Navidad tiene sus raíces en el paganismo y se celebra por motivo de egoísmo. ¡Líbrese, pues, de las cadenas paganas! Practique el cristianismo verdadero por medio de adorar a Jehová en espíritu y en verdad. Dé a otros lo que Cristo quiere que dé: las buenas nuevas del reino de él. (Mat. 24:14) Haga esto ahora, porque pronto, en el Armagedón, Cristo el Rey pondrá fin a la celebración pagana de la navidad y a sus celebrantes que buscan su propio interés.