¿Es idolatría la veneración a María?
PORQUE la religión tiene tanto sentimiento asociado con ella muchas personas rehúyen discutirla. Pero eso es un error, porque ¿cómo podemos estar seguros de que tenemos la verdad si rehusamos hacer comparaciones? Al contrario, debemos estar dispuestos a actuar como el apóstol Pablo aconseja: “Probadlo todo y quedaos con lo bueno.”—1 Tes. 5:21, NC.
Naturalmente, si la discusión religiosa ha de ser provechosa y esclarecedora, tiene que hacerse de manera calmada, desapasionada y objetiva. Tenemos que estar deseosos de razonar sobre el tema a la luz de las Escrituras. Y especialmente debe ser así cuando se discute un tema tan polemístico como: ¿Es idolatría la veneración a María?—Isa. 1:18.
Los teólogos católicos enfáticamente niegan que la veneración a María sea una forma de idolatría, insistiendo en que la veneración que tributan a María no es la clase de adoración en particular que rinden a Dios; su “devoción a la Bendita Virgen” sólo es una forma de adoración “relativa.” ¿Tienen apoyo bíblico?
Como cristianos nos interesa agradar a Jehová Dios, y en vista de sus repetidas amonestaciones en cuanto a que él es un Dios “que exige devoción exclusiva,” un “Dios celoso,” tenemos que tener cuidado de no dar a ninguna criatura la devoción que sólo es debida al Creador. (Deu. 6:15, NM; Rom. 1:25) Se ve que es fácil caer en la trampa de la idolatría cuando consideramos que Samuel acusó al rey Saúl de idolatría porque no obedeció el mandato de Jehová. Pablo y Juan exhortaron a los cristianos a evitar la idolatría; no que éstos deliberadamente estuvieran dando a otro la adoración debida a Jehová, sino que al atribuir importancia indebida a otras personas o cosas se estaban haciendo ídolos para ellos mismos.—Col. 3:5; 1 Juan 5:21.
La veneración a María se basa en sentimiento más bien que en la Biblia. Sin duda, se debe a la tendencia del hombre a ser sentimental concerniente a su madre e idealizar el estado virgen. Al grado que se dé devoción e importancia indebida a María, a ese grado la veneración a ella llega a ser idolatría. Y los teólogos católicos tienen que llevar la responsabilidad de haber dado a María importancia indebida. Por ejemplo, en las Escrituras griegas sólo hallamos unas cincuenta referencias a María, la madre de Jesús, pero 1,750 referencias a Jesucristo el Hijo, y 1,850 a Dios el Padre. De hecho, sólo hay una sola referencia a ella en todos los hechos de los apóstoles y es pasada por alto enteramente en todas las cartas de Pablo, Santiago, Pedro, Judas y Juan.
En contraste notable con todo esto encontramos en la Catholic Encyclopedia 22 páginas dedicadas a la Virgen María, pero sólo 14 a Dios y sólo 11 a Jesucristo. En otras palabras, esta autoridad católica da a María una importancia relativa 58 veces más grande que la que la Biblia da a Dios y 70 veces más grande que la de Jesucristo.
La veneración a María se basa en la doctrina de la intercesión de santos, concerniente a la cual no se dice nada en las Escrituras. Se desarrolló gradualmente y no se enseñó extensamente hasta a principios de la Edad Media, del siglo quinto al octavo después de Cristo, ni se desarrolló plenamente hasta a fines de la Edad Media, del siglo décimoprimero al décimoquinto.
Fué primero en 1854 que “la concepción inmaculada de la Virgen María” fue hecha un dogma, y eso en contradicción directa de la clara enseñanza bíblica de que todos han pecado, que todos son pecadores, que ninguno es justo. (Rom. 3:10-12; 5:12) Nada se dice acerca de que María fuera una excepción. Si hubiera sido inmaculada no podría haber muerto una muerte “natural.”
Y fué tan recientemente como en 1950 que el papa convocó un consistorio secreto para votar sobre el hacer de la tradición de que María había ascendido al cielo con su cuerpo humano un dogma de la iglesia, la “Asunción”; también en contradicción directa de las Escrituras que claramente dicen: “La carne y la sangre no pueden poseer el reino de Dios, ni la corrupción heredará la incorrupción.” (1 Cor. 15:50, NC) El hecho de que algunos de los príncipes de la iglesia votaron “No” sobre este asunto ¡parecería indicar que no están cabalmente convencidos de que el papa sea infalible en doctrina!
Como prueba de que existe la tendencia de dar a María siempre más importancia se citan las palabras de Juan A. Flynn, presidente de la Universidad católica de San Juan en Brooklyn, Nueva York. Según él, no es improbable que María sea “proclamada en una definición de doctrina como corredentora de la raza humana, que en seguida tal vez se promulgue el dogma de Mediadora de todas las gracias, y que finalmente se proclame la definición de su dignidad de reina como participación con su Hijo en el poder de gobernar al Mundo, . . . Es probable que estas tres cosas sean realizadas antes de que pase otro siglo porque la importancia de María en el universo se ha hecho más y más prominente.”—Revista Time, 22 de marzo de 1954.
¿CORREDENTORA, MEDIADORA Y REINA?
Otra vez preguntamos: ¿qué dicen las Escrituras? ¿Apoyan el punto de vista de Flynn o indican que tal manera de obrar es una forma de idolatría?
Al presentar a Jesús como “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo,” Juan el Bautista no dijo nada acerca de que Jesús tuviera una corredentora. Ni Jesús mismo dijo nada cuando se refirió a la obra redentora de él: “El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en redención de muchos.”—Juan 1:29; Mat. 20:28, NC.
Note también las palabras inequívocas de Pedro en este asunto. Refiriéndose a Cristo Jesús él declaró: “Fuera de él no hay que buscar la salvación en ningún otro. Pues no se ha dado a los hombres otro Nombre debajo del cielo, por el cual debamos salvarnos.” (Hech. 4:12, TA) Esas palabras no dejan lugar para una corredentora. Tampoco lo dejan las palabras de Pablo en Romanos 5:17-19 (NC): “Si, pues, por la transgresión de uno solo, esto es, por obra de uno solo, reinó la muerte, mucho más los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia reinarán en la vida por obra de uno solo, Jesucristo. Por consiguiente, como por la transgresión de uno solo llegó la condenación a todos, así también por la justicia de uno solo llega a todos la justificación de la vida. Pues, como por la desobediencia de uno, muchos fueron hechos pecadores, así también por la obediencia de uno muchos serán hechos justos.” En realidad, todo el argumento de Pablo concerniente a la obra redentora de Cristo Jesús se desploma si incluimos a María como una corredentora. Y note además que la grande muchedumbre que Juan vió en la visión apocalíptica decía: “La salvación se debe a nuestro Dios, que está sentado en el solio, y al Cordero.” Otra vez, ni una palabra acerca de que la salvación también se deba a María.—Apo. 7:10, TA.
Y ¿qué hay acerca de que María sea la “Mediadora de todas las gracias”? Se nos dice que “uno es Dios, uno también el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó a Sí mismo para redención de todos.” (1 Tim. 2:5, 6, NC) Jesús mismo declaró que “nadie viene al Padre sino por mí.” Juan habla de que sólo Jesús es el “abogado [que] tenemos para con el Padre.” El pacto de la ley entre Dios y la nación de Israel no necesitó una medianera, ni la necesita el nuevo pacto que lo reemplazó. Repetidamente Jesús es llamado el mediador del nuevo pacto pero en ninguna parte leemos de una mediadora de ese pacto.—Juan 14:6; 1 Juan 2:1.
Y finalmente preguntamos: ¿Apoyan las Escrituras la pretensión de que María participará “con su Hijo en el poder de gobernar al Mundo”? Después de su resurrección Jesús declaró que “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.” (Mat. 28:18, NC) Él no dijo nada acerca de que su madre gobernaría con él. David, Isaías, Daniel y otros predijeron el glorioso reinado de Cristo pero en ninguna parte indican que él tendrá a su madre como reina junto con él. Pablo declara que Cristo reinará hasta que todas las cosas sean sujetadas a sus pies, y que esta expresión “todas las cosas” incluye todo salvo a Jehová Dios. Incluída por lo tanto está su madre María; ella también estará en sujeción a él, no reinando como reina junto con él. Participando del gobierno de Cristo estará su esposa, su iglesia, no su madre.—Apo. 19:7, 8.
Tampoco puede usarse la visión apocalíptica de una mujer vestida del sol para probar que María será reina con Cristo. (Apo. 12:1-6) Esa mujer no podría ser María, porque la visión de Juan aplicaba al futuro, y fué dada cien años después que María había dado a luz a Jesús. (Apo. 1:1-3) Esa mujer es la mujer de Dios, su organización: “la Jerusalén de arriba” y “la cual es madre nuestra.”—Gál. 4:26, BC.
Claramente, en vista de todo lo susodicho, la devoción y la prominencia siempre en aumento que se le tributan a María están en contradicción de las Escrituras e indican que la veneración a María es una forma de idolatría.