Los testigos de Jehová en Hungría
EL ENEMIGO de la verdad de continuo ha mantenido bajo presión a los testigos de Jehová en el país de Hungría. Durante el año de 1953 más de 500 de nuestros hermanos se hallaron en prisiones y campamentos de trabajo forzado, pero esto de ninguna manera ha causado que la obra se retarde. Sin lugar a dudas Satanás y sus agentes están furiosos, porque la obra en Hungría ha progresado de tal manera que hay más publicadores predicando las buenas nuevas del Reino hoy que los que había hace un año. Es el objetivo del gobierno hacer imposible que éstos se pongan en contacto con el pueblo de Jehová fuera de Hungría. Piensan que al imponer una proscripción y censura de las cartas del exterior nada podrá llegar a los testigos de Jehová que están en el país, o a otra gente, si se va a ver. Sin embargo, algunas comunicaciones se cuelan, y el informe que nuestro hermano de Europa da concerniente a Hungría muestra cuán persistentes son los testigos de Jehová en predicar las buenas nuevas y qué efecto está teniendo el mensaje en otra gente. Estándose manifestando tal lealtad, es evidente que será imposible que los comunistas destruyan la integridad de los testigos de Jehová. Estándose manifestando devoción tan grande a la causa de la justicia, la verdad no podrá menos que prevalecer.
“Un hermano ocupaba un puesto en que se hacía necesario que tratara cada día con unas cuarenta a ochenta personas. Vez tras vez tenía que oír quejas sobre esto o lo otro. A todos los consolaba con el mensaje de la verdad y les llamaba la atención al asunto mucho más importante del nuevo mundo cercano y del juicio que ha de venir sobre este mundo. Cuando estas personas venían a verlo otra vez no decían mucho en cuanto a sus problemas en su trabajo diario, sino que hablaban de la verdad. Pronto aprendieron que el hermano era un testigo de Jehová y empezaron a hablar de esta maravillosa esperanza a otros. Muchos de ellos invitaron al hermano a sus hogares y varios de ellos mostraron verdadero interés. No obstante, el asunto llegó a ser conocido por sus superiores, y a ellos no les gustó su actividad dirigida en esa dirección. Varias veces se le pidió que cesara de ella, pero él no lo hizo, y porque era un trabajador extraordinariamente valioso toleraron esto por algún tiempo. Pero en la ocasión de celebrar la firma el aniversario de su fundación, se le despidió como ‘reaccionario, fascista e imperialista.’ Para hacer creer que ésta era ‘la decisión del pueblo,’ se ordenó a muchos de los trabajadores que fueran al lugar donde él trabajaba y se les hizo demandar que él dejara su puesto inmediatamente. No se le permitió trabajar durante los siguientes seis meses. Mientras estaba sin trabajo su esposa enferma trató de ganar algún dinero haciendo tareas de limpieza. Después de dos meses se le despidió por ser testigo de Jehová. La policía hizo tres visitas al hogar de ellos porque ellos eran ‘imperialistas’ y estaban ‘incitando a guerra.’ La vecina de ellos aceptó la verdad de ellos y llegó a ser una publicadora, y esto dió mayor incremento a la intervención de la policía. Un sábado por la tarde el hermano recibió el aviso de que abandonara su habitación para el siguiente martes al mediodía y fuera y compartiera una habitación con un católico. A la hermana que era vecina de ellos también se le ordenó que abandonara su habitación con su familia y se le asignó un nuevo lugar al otro extremo de la ciudad. El lunes por la mañana preguntaron en cuanto a la razón para que se tomara esta acción y se les dijo que ‘pidieran a Jehová que anulara estas medidas.’ Tuvieron que presentarse ante la policía y se les dijo que no se podía permitir que dos familias que fueran testigos de Jehová vivieran bajo el mismo techo. Estos hermanos, sabiendo que no había ninguna provisión legal que permitiera tal acción, rehusaron salirse de sus habitaciones. Fueron arrestados y puestos frente a una comisión del partido. Entonces se les dijo que salieran de sus habitaciones para el martes por la noche, de otra manera serían puestos en la calle; de modo que se vieron obligados a salir. Pero esta experiencia no los ha desanimado; ellos no se han detenido en su obra de dar testimonio, sabiendo por qué Jehová permite estas cosas.
“En una aldea un celoso comunista, esposo de una hermana, murió. El entierro iba a estar al cargo de un hermano. El sacerdote católico quiso estorbar esto y envió uno de sus hombres a los hermanos con el mensaje de que a ellos no se les permitía conducir el servicio funeral porque el cementerio quedaría profanado y tendría que ser consagrado de nuevo por el obispo si ellos lo hadan. Pero nuestros hermanos no se sometieron a esta orden. Cavaron una tumba y la vigilaron toda la noche. Hicieron bien, porque durante la noche el sacerdote envió unos hombres a llenarla de nuevo, pero esto se evitó. De modo que el entierro tomó lugar la mañana siguiente, aunque no sin alguna dificultad. Uno de los hombres del sacerdote empezó a gritar y demandar que al muerto se le enterrara con la bendición del sacerdote y no como a un perro, y amenazaron intervenir. No obstante, la paz y la tranquilidad fueron restauradas, pues estaban presentes muchos comunistas y éstos consideraron culpables de la dificultad al clero y los hombres del sacerdote. Con esto los mercenarios del sacerdote se fueron y el hermano pudo pasar a pronunciar su discurso ante 350 personas. Fué una buena conferencia, que dió esperanza y consuelo.
“Nuestros hermanos en Hungría son verdaderamente un espectáculo al mundo de Satanás y a los ángeles en el cielo. Dan un excelente ejemplo de fidelidad a Jehová, el Soberano, en medio de muy grande persecución. De seguro Jehová los protegerá, les mostrará más bondad inmerecida y les dará fuerza para permanecer firmes para la vindicación de su nombre y la liberación de ellos a vida eterna.”—1954 Yearbook of Jehovah’s Witnesses.