BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w57 15/10 pág. 638
  • Testigos en un campamento de trabajo ruso

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Testigos en un campamento de trabajo ruso
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
w57 15/10 pág. 638

Testigos en un campamento de trabajo ruso

“SUFRO el mal hasta el punto de cadenas de prisión como malhechor. Sin embargo, la palabra de Dios no está encadenada.” Esas palabras, que el apóstol Pablo escribió a su amigo Timoteo, son igualmente ciertas hoy día de muchos cristianos dedicados, como los que están en campamentos de trabajo rusos.—2 Tim. 2:9.

Confirma eso el informe que la Sociedad Watch Tówer recibió hace poco de un refugiado alemán en los Estados Unidos respecto a la experiencia que él tuvo en un campamento de trabajo ruso, del cual informe se copia lo siguiente:

“Siempre había pensado que los testigos de Jehová se hallaban únicamente en Rusia. Pero cuando se me dejó salir de la prisión tuve la sorpresa de encontrarme también con ellos en los países de Occidente. Durante estos últimos años esta gente me ha hecho pensar.

“Fué durante los tres años, casi completos, que pasé en prisión en Rusia, ocho meses de los cuales pasé, en 1946, en el campamento de trabajo X, en la parte noroeste de Rusia en la ribera del río Volga. Algunos de entre los presos me llamaron la atención desde el mismísimo primer día por su actitud alegre y su amigabilidad. Tenían de 17 a 50 años de edad, eran de diferentes oficios y profesiones y parecían ser muy inteligentes. Ya que muchos tenían unos diez años de ser presos se les consideraba entre los ‘viejos.’

“Ocupaban puestos responsables por ser dignos de confianza y tanto los oficiales del campamento como los criminales más endurecidos les tenían el mayor respeto. Parecía que siempre tenían algo de qué hablar y hablaban libremente a todo el mundo acerca de su esperanza. Aunque se prohibían las reuniones, ellos lograban reunirse casi todas las noches, ocho de nuestro cuartel y dos o más de otros cuarteles. En sus consideraciones registraban cuidadosamente una pequeña Biblia, cuyas páginas estaban rotas y amarillas por el tiempo. Copiaban partes de ella en material de toda suerte, en sacos vacíos, pedazos de madera y cosas por el estilo. El aprecio que le tenían a esta Biblia hacía a uno pensar que su deseo de tener una Biblia era más vehemente que su deseo de estar libres.

“Lo que copiaban lo metían de contrabando en las cinco secciones del campamento, usando para ello mensajeros, algunos de los cuales ni siquiera eran creyentes pero quienes gustosamente lo hacían para los testigos. Uno de los testigos, el hermano X, aparentemente estaba encargado. Él organizaba sus actividades, parecía saber a quiénes usar y visitaba los cuarteles con regularidad.

“Muchos sabían de sus reuniones secretas, pero nadie los traicionaba. Arreglamos nuestras camas (tablas de dormir) de tal modo que las de ellos estaban en los rincones más retirados de las puertas, donde no se les observaba. Agradecían esto y lo mostraban de diferentes maneras.

“Una vez al año todo el campamento tenía que reunirse en el terreno de la fábrica para una inspección especial. Los testigos se valieron de esta ocasión para celebrar su propia asamblea, reuniéndose en un lugar que decoraron con pequeños abedules. También había un tanque abierto que ellos limpiaron hasta que resplandecía. Aunque yo mismo no lo vi, estoy seguro de que tuvieron bautismos. ¡Y todo esto sin que los directores del campamento se enteraran de ello!

“Esa misma noche los dos testigos más jóvenes de nuestro cuartel, de 17 y 19 años de edad, recibieron muchas visitas. Repetidas veces se presentaron rostros desconocidos; recibieron apretones de manos y palmaditas sobre los hombros y unas cuantas palabras en tonos suaves. Sin duda se acababan de bautizar y los estaban felicitando. Tan patente era el gozo que radiaba de los dos que otros, perplejos, les preguntaban: ‘¿Están tan felices porque van a casarse?’

“Los testigos siempre estaban listos para ayudar en toda buena obra, pero no se podía conseguir que participaran en algo fraudulento. A pesar de los tiempos duros que pasamos, era imposible sacudir la firme convicción y confianza de ellos. Les teníamos envidia; esto era algo que no podíamos entender. No obstante, el tener a estos testigos de Jehová con nosotros, su misma presencia y el pensar: ‘Todavía quedan unos hombres verdaderos,’ pues, esto nos servía de verdadera consolación a todos nosotros.”

¡Parece paradójico que mientras los testigos de Jehová fuera de Rusia se preguntaban si acaso se estaría dando el testimonio en los confines de ese país, una persona que había sido trasladada a Rusia hallara tan activos a los testigos que pensara que Rusia era el único lugar donde había testigos! En verdad, aunque estén en cadenas los cristianos, la Palabra de Jehová Dios no puede ser encadenada.

    Publicaciones en español (1950-2023)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • Español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2023 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir