Dásele importancia al arte de testificar en la graduación
EL DOMINGO 2 de agosto de 1959 se reunieron unas 4,406 personas en un hermoso césped frente a la biblioteca de la Escuela bíblica Galaad de la Wátchtower, en South Lansing, Nueva York, para presenciar la graduación de la clase trigésimo tercera. El presidente de la Sociedad Wátchtower, N. H. Knorr, discursó sobre “Instrucciones sobre el arte de testificar.”
En sus primeras declaraciones, el hermano Knorr hizo saber que ésta era la clase más pequeña que se ha graduado de Galaad porque la Sociedad ahora tiene dos escuelas que funcionan en la Hacienda del Reino, una para los que se entrenan como misioneros y la otra para superintendentes. Desde que la clase trigésimo tercera empezó en febrero la Sociedad ha entrenado a setenta y cinco personas en la segunda escuela, a la que se llama la Escuela del Ministerio del Reino.
Antes del discurso principal, los estudiantes y amigos reunidos oyeron palabras animadoras pronunciadas por Juan Markus, siervo de la Hacienda del Reino, y por los cuatro miembros de la facultad: Roberto Porter, Jack Redford, Maxwell Friend y A. D. Schroeder. Entonces se leyeron telegramas de los amigos de los graduados de muchos países. Después de estos mensajes muy apreciados, el hermano Knorr pronunció su discurso.
Temprano en su discurso leyó en la Biblia, del capítulo 10 de Mateo, las instrucciones que Jesús dió a sus discípulos cuando los envió a predicar. Indicó que había dos cosas sobresalientes que debían de recordarse acerca de las instrucciones que Jesús dió sobre el arte de testificar: (1) el no preocuparse por alimento y dinero, y (2) el discernir quién es digno de recibir el mensaje.
“Todos los testigos de Jehová son ministros de tiempo cabal,” explicó él. “Sin embargo, no todos son predicadores de tiempo cabal, y es a estos predicadores de tiempo cabal que verdaderamente aplica la instrucción que Jesús da en el capítulo 10 de Mateo.” Señaló que “Dios cuida a los que hacen la obra de predicar de tiempo cabal.” Los instó a tener fe en Jehová y no preocuparse por cosa alguna salvo el predicar las buenas nuevas.
Después de su discurso, los ochenta y dos miembros de la clase que se graduaba marcharon a través de la plataforma para recibir un sobre de la Sociedad, el cual contenía, para muchos, un diploma que era indicación de trabajo meritorio en la Escuela y, para todos, un mensaje y un regalo. Estos estudiantes, que habían venido de catorce países, ahora habían de ser enviados a veintisiete países para rendir servicio misional.
Terminado esto, un estudiante de Australia leyó una carta de la clase dirigida al presidente de la Sociedad. Esta espléndida expresión de aprecio decía en parte: “Aquí en Galaad hemos aprendido a estar ocupados y a gozar de ello. Se nos ha mostrado cuánto puede lograrse en un solo día cuando uno está bien organizado. Hemos aprendido a estudiar y a hacer buen uso de nuestro tiempo, y ahora haremos el sincero esfuerzo de continuar en los buenos hábitos que se nos han enseñado y marchar al mismo paso que la luz de la verdad que sigue adelante. El curso de estudio nos ha impresionado con su maravillosa armonía y excelente arreglo, es decir, las diferentes verdades que aprendimos en cada sala de clases han armonizado perfectamente para formar un patrón unido. Esto nos ha convencido de que Jehová es el director e instructor invisible aquí.”
Esa tarde durante unas dos horas los estudiantes expresaron lo que ellos personalmente sentían acerca de la Escuela de Galaad y sus asignaciones, en las cuales continuarán practicando el arte de testificar.
Después que se cantó un cántico, el hermano Knorr hizo una oración de conclusión pidiendo la rica bendición de Jehová para todos los que están haciendo la voluntad divina.