Amor de la verdad
NUESTRA vida depende de que tengamos amor a la verdad. La Autoridad para esa declaración no es otro sino el gran Origen de la verdad, el Todopoderoso Dios. En su Palabra inspirada él relata acerca de los que perecerán debido a la ira divina, “como retribución porque no aceptaron el amor de la verdad.” Es para nuestro mayor bien el que tengamos amor a la verdad.—2 Tes. 2:10.
¿Cómo sabemos si tenemos o no amor a la verdad? Por una parte: ¿Realmente buscamos la verdad? El consejo bíblico es: “Compra la verdad misma y no la vendas.” (Pro. 23:23) No es cosa fácil el ‘comprar la verdad,’ el buscarla de modo que estemos dispuestos a pagar un precio por hallarla y retenerla.
También podemos saber si tenemos o no tenemos amor a la verdad por medio de esto: ¿Tenemos tal amor a la verdad que la aceptamos cuando proviene de una fuente que es despreciada? ¿Tenemos tal amor verdadero de la verdad que la aceptemos cuando ella exponga a algo que tal vez hayamos estimado por mucho tiempo?
Sí, requiere valor. Dijo el educador estadounidense Natán M. Pusey: “Nuestra tarea no es la de producir hombres ‘seguros,’ . . . sino más bien de mantener vivo en la gente joven el valor de osar buscar la verdad.” Todos necesitamos valor para buscar la verdad.
Especialmente hoy día se necesita valor, porque éste es el tiempo en el cual, en cumplimiento de la profecía bíblica, las personas “de acuerdo con sus propios deseos,. . .apartarán los oídos de la verdad.” (2 Tim. 4:3, 4) Muchas personas prefieren que les regalen los oídos con tradiciones y filosofías de hombres. Se apartan de la verdad pura de la Palabra escrita de Dios. Estando en boga esta tendencia de apartarse de la verdad, ¿tiene usted el valor necesario para buscar la verdad?
Finalmente, podemos saber si tenemos o no amor de la verdad por la reacción de nuestro corazón. Dios hizo al hombre de tal manera que la verdad puede atraer la respuesta de su corazón tanto como la de su cabeza. Cuando Jesús explicaba verdad a sus discípulos, el corazón de ellos ardía con la verdad: “¿No nos ardía el corazón cuando nos iba hablando Por el camino, cuando nos iba explicando por completo las Escrituras?” (Luc. 24:32) Solamente al tener verdadero amor a la verdad pasamos por la experiencia de corazones ardientes.
Nuestro corazón, encendido por la verdad, nos impulsa a acción. Esta bien puede que sea acción salvavidas—porque nuestra vida verdaderamente depende de que tengamos amor por la verdad.