Cirugía cardíaca sin transfusión de sangre
EL Roosevelt Report de enero de 1963 publicado por el Hospital Roosevelt, del 428 de la calle 59 Oeste, de la ciudad de Nueva York, llevaba el artículo “Corazones y agua de azúcar—Una historia de éxito quirúrgico.” Decía en parte: “En noviembre, cirujanos del Hospital Roosevelt abrieron el corazón de un hombre y repararon con buen éxito su válvula defectuosa sin usar una sola gota de transfusión de sangre, durante la intervención quirúrgica o después de la operación. En la mayoría de las instituciones en que se ejecuta cirugía de corazón abierto, una operación de esa índole exige de 7 a 9 litros de sangre almacenada.
“La clave a este extraordinario logro quirúrgico aquí es el uso en el Hospital de la máquina del corazón abierto de Kimray, una nueva clase de aparato cardíaco-pulmonar que permite la sustitución de una pequeña cantidad de cinco por ciento de dextrosa en agua por los tres a cinco litros de sangre almacenada que se usa para llenar o ‘preparar’ el tipo más antiguo de máquina cardíaco-pulmonar. . . . La gran importancia del uso de la máquina Kimray para el paciente individual es que se evitan las peligrosas reacciones a las transfusiones de sangre, que tan propensas son a ocurrir cuando se usan transfusiones de sangre múltiples. Serias complicaciones relacionadas con los riñones, hepatitis de virus, y disturbios por coágulos de sangre son los principales entre los riesgos que se han eliminado.”
Los cirujanos del Hospital Roosevelt no son los únicos que ven la necesidad de usar sustitutos de la sangre para preparar las máquinas de corazón abierto. El Sunday Press de Long Island del 24 de febrero de 1963 informó: “Un sustituto de la sangre—dextrana—se ha usado con éxito para preparar la bomba en más de 200 operaciones de corazón abierto por médicos de la Universidad de Minnesota. Ellos creen que la dextrana reduce también el riesgo de las reacciones a las transfusiones.”
Destaca la prudencia de estos cirujanos del corazón al evitar el uso de la sangre el artículo de la revista Life (15 de febrero de 1963) intitulado “Riesgos acechadores de la transfusión,” que decía que hay razones poderosas para temer a las transfusiones de sangre—varias enfermedades que posiblemente acechen en la sangre humana, tales como sífilis, paludismo, y hepatitis de suero. ¿Qué proporción de muertes hay para personas que adquieren la hepatitis de suero y que tienen cuarenta años de edad o más? El artículo informó que un estudio de diez años mostró que era 23 por ciento. Además, declaró:
“El Dr. Jere W. Lord, hijo, quien ejecuta cirugía vascular en los hospitales de la Universidad y Columbus de Nueva York . . . declaró recientemente que a pesar de los adelantos de conocimiento en los pasados 20 años, los problemas del médico en cuanto al uso de la sangre todavía son de grandes proporciones: ‘Hay hombres en el campo que están tan conscientes del problema que han aprendido a preparar el oxigenador por bomba para la cirugía de corazón abierto con glucosa pura. . . . Yo trato de efectuar toda la cirugía que puedo sin sangre.’”
Sí, el usar sangre es peligroso, no solo por las complicaciones médicas, sino porque la Palabra de Dios lo prohíbe. (Hech. 15:28, 29) Médicos concienzudos, no obstante, están descubriendo que se puede hacer mucho, aun en casos dificultosos, sin transfundir sangre.