Los feligreses permanecieron despiertos
Una Testigo que ahora radica en Misurí relata esta experiencia que tuvo cuando trabajaba un día en una sección reservada para indios en Sud-Dakota: “Me encontré con un hombre que era lego de la Iglesia Católica. En la sección reservada para los indios hay una iglesia para cada aldea pero no un sacerdote, de modo que los sacerdotes visitan por turno, cada semana una aldea diferente. Cuando se ausenta de la iglesia el sacerdote, entonces el lego indio lee un sermón impreso que envía el sacerdote. El lego aceptó La Atalaya y ¡Despertad! de mí, y le pregunté si podría regresar para escuchar su opinión acerca de ellas. Lo visité aproximadamente dos semanas después y estaba emocionado. Dijo: ‘El sacerdote no vino a la iglesia el domingo pasado ni tampoco me envió por correo el sermón, de modo que leí La Atalaya en la iglesia católica y a todos les gustó. Casi siempre se duermen todos en la iglesia, pero cuando leí de La Atalaya ninguno se durmió.’ Después de la visita fuimos a la gente del pueblo y colocamos alrededor de noventa revistas, y varias personas se suscribieron a ellas. Muchos se interesaron como resultado de la lectura de La Atalaya en la iglesia.”