Con el espíritu de amor
¿TIENE usted una sugerencia que ofrecer? ¿consejo que dar? ¿censura, corrección o disciplina que administrar? Entonces, ¿por qué no hacerlo con el espíritu de amor? Esa es la mejor manera de hacerlo; contribuye a buenas relaciones con su prójimo y es muy probable que obtenga resultados. Por “amor” aquí se da a entender, no el eros romántico que se basa en atracción sexual, sino el amor que se basa en principios, el amor que es altruista y que se manda en la Palabra de Dios la Biblia.—Mar. 12:30, 31.
Una razón por la que el amor es tan eficaz es que “el amor es . . . bondadoso.” (1 Cor. 13:4) La bondad abarca mucho, porque es una obvia expresión de amor; y todos tenemos un deseo vehemente básico de amor, así como lo tenemos para el alimento. Puesto que por herencia la humanidad está propensa a ser egoísta, muchas personas se inclinan a ser desconfiadas y a estar a la defensiva. El que uno hable y obre de manera bondadosa las desarmará y las ayudará a ser más amigables. La locución sencilla “por favor” tiene una connotación bondadosa, y vale la pena notar cuán a menudo usan esta palabra personajes bíblicos, como se muestra en la Traducción del Nuevo Mundo.—Gén. 13:8; Éxo. 5:3; Núm. 10:31; Deu. 3:25.
Otra razón por la que la mejor manera de hacer las cosas es con el espíritu de amor es que “el amor es sufrido,” paciente, anuente a sufrir las cosas; no es pronto para rendirse. Con el espíritu de amor pruebe varias maneras de hacerse entender, especialmente cuando trate con los defectos de otros. Quizás la situación sea una prueba para usted quizás le cause molestia, pero al aguantarla pacientemente o al sufrirla hay más probabilidad de que tenga éxito, y en el ínterin hará las cosas mucho más fáciles para la otra persona.—1 Cor. 13:4.
Por otra parte, quizás usted quiera ayudar a alguien que parece estar luchando con alguna dificultad o quizás desee hacer una sugerencia en su lugar de empleo o adoración pero quizás tema hallar rechazamiento. Es verdad, quizás lo halle, pero usted puede disminuir ese riesgo si procede con el espíritu de amor. ¿Por qué? Porque, como nos dice además la Biblia, “el amor . . . no se hincha.” No ofrece ayuda con la actitud de: “¡Deje que yo le enseñe!” sino que lo hace con debida modestia, con humildad. Eso hace más fácil el que la otra persona acepte su ofrecimiento de ayuda o su sugerencia.
El usar el espíritu de amor también es la mejor manera de proceder porque el amor “no se siente provocado.” ¿Tiene usted una corrección que hacer, una censura que dar? Entonces, no la administre de manera provocada, como lo hizo una madre en cierto supermercado estadounidense que se le oyó gritar a voz en cuello: “¡O te callas o te rompo la cabeza!” ¡Eso se hizo con todo salvo el espíritu de amor!—1 Cor. 13:5.
En contraste notable con esa madre estuvo un padre (en otro incidente de la vida real) que bondadosa pero firmemente le había dicho a su hija que no estuviera corriendo en el lugar de reunión cristiano después de que el programa para la adoración había terminado y quien le advirtió que recibiría una zurra si lo hacía. Dentro de poco tiempo, sin embargo, se hallaba corriendo otra vez y por eso su padre le exigió que se estuviera sentada quietecita en una silla hasta que llegara la hora para irse a casa. Al llegar a casa el padre la tomó en su regazo y bondadosamente le preguntó si recordaba lo que le había dicho que le sucedería si seguía portándose desordenadamente. Sí, lo recordaba, pero le suplicó que no la castigara, prometiendo que no lo haría otra vez. Pero su padre le preguntó: “¿Qué concepto tendrías de una persona que hiciera promesas pero no las cumpliera, y querrías que tu papá fuera así?” Ella comprendió que él no tenía otra alternativa que darle la zurra, lo cual hizo. Pero tan pronto se le secaron las lágrimas ella vino adonde estaba sentado su papá y, abrazándolo, le dijo: “¡Papacito, te quiero mucho!” No hay duda en cuanto a ello, el administrar castigo con el espíritu de amor, sin cólera o sentirse provocado, es la mejor manera.
En particular es importante que los cónyuges al tratarse uno al otro reconozcan la necesidad de decir y hacer las cosas con amor, de ser bondadosos y pacientes, ejerciendo gobierno de sí mismos. La gente está propensa a pasar por alto la importancia de cómo se dicen las cosas, pero eso significa tanto para los otros, y eso ha de esperarse. La Biblia aconseja a los esposos, por ejemplo, que muestren consideración y den a las esposas honra adicional como a un vaso más débil, un vaso más delicado, más frágil, por decirlo así. Usted aprecia el que su esposa sea bondadosa y le muestre amor a usted y a los hijos, por eso, muéstrele amor a ella siendo bondadoso y amable.—1 Ped. 3:7.
Muchos más ejemplos se podrían dar, mostrando la sabiduría de hacer las cosas con el espíritu de amor, pero quizás en ninguna esfera de actividad sea más importante que en el ministerio cristiano. Sin duda el apóstol Pablo fue uno de los más eficaces de todos los seguidores de Jesucristo en hacer discípulos de la gente, y lo hizo con el espíritu de amor. Como él mismo dice, ‘se hizo amable para aquellos a quienes ministraba, dando de sí mismo a ellos, como cuando una madre que cría acaricia a sus propios hijos.’ Tuvo tierno cariño a aquellos a quienes ministraba. Con razón pudo iniciar una congregación cristiana tras otra.—1 Tes. 2:7, 8.
Muy probablemente aquí se halla una explicación para el hecho de que a veces el ministro más fructífero no es el superior de manera intelectual a los demás sino el que despliega más altruismo y, como el apóstol Pablo, tiene tierno cariño hacia aquellos a quienes ministra y da de sí mismo.
Ayudándole a usted en este respecto se halla la empatía, es decir, el ponerse usted mismo en el lugar de la otra persona. ¿Cómo quisiera usted que otro viniera a usted con una sugerencia? ¿Cómo quisiera usted que otro le señalara un error que usted hubiera cometido? ¿Severa, brusca, inmoderada, orgullosamente? ¡Por supuesto que no! Aquí nuevamente la Biblia suministra buen consejo: “Hermanos, aun cuando un hombre da algún paso en falso antes de darse cuenta de ello, ustedes que tienen las debidas cualidades espirituales traten de restaurar a tal hombre con espíritu de apacibilidad, a la vez que cada uno de ustedes se vigila a sí mismo por temor de que también sea tentado.” No podemos mejorar los principios bíblicos. La mejor manera de proceder en tales asuntos es con el espíritu de amor.—Gál. 6:1.