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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1969
w69 15/6 págs. 382-384

Preguntas de los lectores

● ¿A qué se debió que, bajo la ley mosaica, se consideraba que funciones normales como la menstruación, el coito sexual entre esposo y esposa y el parto hacían “inmundas” a las personas?—L. A., España.

Las disposiciones reglamentarias de la ley mosaica acerca de la inmundicia, relacionada con la menstruación, las emisiones de semen y el parto se encuentran en los capítulos 12 y 15 de Levítico. Antes de considerar cuáles eran esas disposiciones reglamentarias y las posibles razones para ellas, nótese que aquí no estamos considerando las leyes en cuanto a flujos de los órganos genitales a causa de enfermedad.—Lev. 15:1-15, 25-30.

Bajo la Ley, si un varón tenía una emisión involuntaria de semen, tenía que bañarse y ser “inmundo” hasta el atardecer. Cuando, durante el coito, un hombre tenía una emisión seminal, tanto él como su esposa serían “inmundos” por ello hasta el atardecer. Una mujer que tuviera su menstruación, regular habría de contar siete días como período de impureza menstrual. En caso de que el menstruo de una esposa comenzara durante el coito, entonces su esposo también era “inmundo” siete días. Si un individuo tocaba las prendas de vestir de la mujer que estaba menstruando, o la cama o los artículos sobre los cuales se sentara ella, se hacía “inmundo” hasta el atardecer.—Lev. 15:16-24.

El dar a luz también significaba “inmundicia” para la madre. Si daba a luz un muchacho, era “inmunda” por siete días. Después de eso permanecía treinta y tres días en el retiro de su hogar, y no se le permitía tocar nada santo, ni entrar en el santuario. Si el bebé era una niña, la madre era “inmunda” durante catorce días y su período de semirretiro era de sesenta y seis días. Al fin de uno u otro período de purificación ella habría de presentar una ofrenda quemada y una ofrenda por el pecado como sacrificios limpiadores.—Lev. 12:1-8; Luc. 2:22-24.

Sin duda estas disposiciones reglamentarias causaban un buen efecto de varias maneras. Aunque una emisión nocturna de vez en cuando de parte de un varón soltero pudiera ser una función normal del cuerpo maduro del varón, la incomodidad de ser “inmundo” durante un día habría desanimado al israelita de buscar placer de tal emisión; le habría instado a evitar el pensar en asuntos sensuales. También, estudios médicos atribuyen parcialmente la proporción baja de cáncer uterino entre las judías a que se abstienen de coito durante la menstruación; de modo que había beneficios higiénicos. Esta misma disposición reglamentaria serviría para recordar al esposo israelita tomar en consideración los ciclos biológicos de su esposa y sus limitaciones, tanto físicas como emocionales. (Lev. 18:19; 1 Ped. 3:7) También estas leyes habrían enseñado a los hombres y a las mujeres autodisciplina, restricción razonable de sus pasiones y respeto a los órganos sexuales.

Tocante a la menstruación, parece que también estaba envuelto el respeto a la sangre como algo sagrado a Dios. Si un esposo y esposa voluntariosamente tenían relaciones cuando ella estaba menstruando, el hombre habría “expuesto la fuente de ella,” y la mujer habría “expuesto la fuente de su sangre.” (Lev. 20:18; 17:11) Puesto que el esposo israelita no habría de tener relaciones con su esposa en tal ocasión, como ya se explicó, los que deliberadamente mostraban desdén a la ley de Dios sobre este asunto habían de ser cortados del pueblo.—Núm. 15:30, 31.

Pero parece que había otro asunto fundamental en todas estas disposiciones reglamentarias en particular en que estaba envuelta la inmundicia. Dios creó el impulso sexual y las facultades para procrear en Adán y Eva y les dijo que produjeran prole. (Gén. 1:28) Pero cuando pecaron en cuanto a comer del árbol que estaba restringido, cambiaron las cosas; se hicieron imperfectos, pecadores. Su conciencia culpable, cargada de pecado, los hizo conscientes de que estaban desnudos. Ya no eran puros y sin pecado delante de Dios, y evidentemente sus pensamientos al verse uno al otro ya no eran puros e inocentes. Rápidamente se cubrieron los órganos genitales.—Gén. 3:7, 10, 11.

Sea que lo hayan comprendido inmediatamente o no, porque habían pecado, Adán y Eva no podían producir hijos perfectos como Dios se lo había propuesto. Ahora la procreación por medio de coito solo sería posible debido a la bondad inmerecida de Dios al dejarlos vivir. Transmitirían a sus hijos las tachas hereditarias del pecado, la imperfección y la muerte consiguiente.—Sal. 51:5; Rom. 5:12.

Las disposiciones reglamentarias de la Ley en cuanto a la menstruación, las emisiones de semen y el parto enérgicamente les recordarían a los israelitas su condición pecaminosa. Los órganos sexuales fueron hechos para un propósito apropiado y recto, para transmitir vida perfecta. Para el varón israelita, el transmitir vida envolvía su emisión de semen. Para su esposa, envolvía su menstruación, porque esto formaba, parte de un ciclo por medio del cual podía concebir. El parto a menudo era el resultado final de sus relaciones maritales. Pero debido a que eran humanos imperfectos, estas funciones normales transmitían vida imperfecta y pecaminosa. Los períodos de “inmundicia” temporal asociados con estas cosas constantemente habrían llamado a su atención esa pecaminosidad hereditaria. Y eso especialmente aplicaba al parto, porque se requería una ofrenda por el pecado.—Lev. 12:8.

Así se habría ayudado a los israelitas a comprender que necesitaban un sacrificio de rescate que cubriera sus pecados y restaurara la perfección humana. Los sacrificios de animales que ofrecían no efectuaban eso. (Heb. 10:3, 4) Así pues, la Ley habría de conducirlos a Cristo y ayudarlos a comprender que por medio del sacrificio humano de éste era posible el perdón verdadero, abriendo el camino para la restauración a la perfección humana.—Gál. 3:24; Heb. 9:13, 14.

● La Biblia dice que Sansón mató a hombres y animales. ¿Cómo pudo tocar cadáveres, dado que era nazareo?—M. G., Australia.

Según la ley mosaica un israelita podía hacer un voto para vivir como nazareo por un tiempo. Mientras estaba bajo su voto no podía tocar cadáveres. Leemos: “Todos los días de mantenerse separado para Jehová no podrá venir hacia alma muerta alguna. Ni siquiera por su padre o su madre o su hermano o su hermana podrá contaminarse cuando mueran, porque la señal de su nazareato a su Dios está sobre su cabeza.” (Núm. 6:6, 7) Si el nazareo accidentalmente tocaba un cadáver, tenía que efectuar una ceremonia de purificación y hacer ciertas ofrendas. El tiempo que ya había pasado no contaba, y comenzaría de nuevo el período de nazareato. (Núm. 6:8-12) De modo que la persona que servía por un período temporal tendría cuidado de no contaminarse tocando un cadáver.

Antes de que naciera Sansón el ángel de Jehová le dijo a su madre: “Nazareo de Dios es lo que el niño llegará a ser desde salir del vientre.” (Jue. 13:5) Sansón había de ser nazareo toda su vida. Por consiguiente, si accidentalmente tocaba un cadáver, no podría comenzar de nuevo un período fijo de nazareato. Aunque Sansón sin duda respetaba los requisitos del nazareo, el hecho de que era nazareo de toda la vida hacía que su situación fuera algo diferente de los que servían como nazareos solo por corto tiempo.

Aunque Sansón era nazareo, Dios lo escogió para ser juez y para ‘llevar la delantera en salvar a Israel de la mano de los filisteos.’ (Jue. 13:5) Se entiende que, en armonía con su asignación, se pondría en contacto con cadáveres, y así sucedió. Derribó a treinta filisteos y les quitó sus prendas de vestir. Más tarde se puso a herir al enemigo, “amontonando piernas sobre muslos con grande degüello.” Y con una quijada húmeda de asno mató a mil hombres filisteos. ¿Desaprobó Jehová el que Sansón, nazareo, derribara así a los enemigos de Israel? No, porque precisamente antes de la tercera matanza atroz “el espíritu de Jehová se hizo operativo sobre” Sansón, dándole fuerza sobrehumana. Y cuando el juez Sansón quedó agotado de la batalla, “Dios partió un hueco que había en forma de mortero” y milagrosamente proveyó agua para revivirlo.—Jue. 14:19–15:19.

En otra ocasión Sansón demostró la fuerza que había recibido de Dios al matar solo con las manos y en autodefensa a un rugiente leoncillo crinado. (Jue. 14:5-9) No podemos estar seguros si la restricción de los nazareos en cuanto a tocar cadáveres aplicaba a cadáveres de animales. Los israelitas en general, y los sacerdotes en particular, ya estaban bajo ciertas disposiciones reglamentarias que hacían del tocar animales inmundos muertos algo que debía evitarse, porque resultaba en inmundicia temporal. (Lev. 11:24, 25; 22:2-7) Posiblemente los nazareos no estaban restringidos más allá de eso tocante a animales. Si los nazareos fuesen a evitar el tocar todo animal muerto, eso los habría hecho vegetarianos, y no hay nada en las Escrituras que diga que lo eran.

Sansón continuó juzgando a Israel por veinte años, y por eso es obvio que Dios pasó por alto el que tocara a enemigos muertos cuando era necesario. (Jue. 15:20) Jehová hizo una excepción en el caso de los gabaonitas, y pudo hacerlo en este caso para que Sansón pudiera cumplir su asignación, como juez y libertador de Israel. (Josué, cap. 9) El hecho de que Sansón permitió que su cabello permaneciera largo muestra que él respetaba los requisitos de nazareo que podía cumplir. (Jue. 16:17) Contó con el favor de Dios y está registrado en las Escrituras como ejemplo de fe para los cristianos.—Heb. 11:32; 12:1.

● ¿Se llamó Salomé la muchacha que bailó en el cumpleaños de Herodes, la que pidió la cabeza de Juan el Bautista?—J. A., EE. UU.

Sí, parece que sí, aunque la Biblia no menciona su nombre. El relato de Mateo 14:6-8 dice: “Cuando se celebraba el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en la función y tanto agradó a Herodes [Antipas] que él le prometió con juramento darle cualquier cosa que pidiese. Entonces ella, aleccionada de antemano por su madre, dijo: ‘Dame aquí en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.’”

El historiador judío del primer siglo Flavio Josefo nos dice que Herodías se casó con su tío Filipo (no el gobernante de distrito que se menciona en Lucas 3:1). Este matrimonio resultó en una hija que se llamó Salomé. Más tarde Herodes Antipas visitó a su medio hermano y se enamoró locamente de Herodías. Divorciándose de su esposa, Herodes hizo arreglos para casarse con su sobrina, Herodías.—Antiquities of the Jews, Libro XVIII, capítulo V, párrafo 4.

Juan el Bautista denunció abiertamente este matrimonio adúltero, y fue encarcelado por su denuedo. (Mat. 14:3, 4; Luc. 3:19, 20) Pero esto no bastó para Herodías, que “le abrigaba rencor [a Juan] y quería matarlo.” En la fiesta de Herodes tuvo una oportunidad. Su hija, que Josefo dice que se llamaba Salomé, bailó y luego pidió la cabeza de Juan.—Mar. 6:19.

Esta cómplice de asesinato que se llamó Salomé no ha de confundirse con la Salomé que siguió a Jesús. (Mar. 15:40; 16:1) La Salomé que se menciona en la Biblia fue la esposa de Zebedeo y madre de los apóstoles Santiago y Juan.—Mat. 27:56.

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