El hombre que se olvidó de Dios
Un artículo preparado especialmente para que los padres lo lean con sus hijos
¿CONOCES a alguien que tenga cosas que a ti te gustaría tener? Estoy seguro que sí. Es común querer cosas que otras personas tienen.
Pero algunas personas tratan de quitarles las cosas a otros. ¿Conoces a niños o niñas que hagan eso? ¿Crees que son buenos compañeros para jugar con ellos? ¿No te gustaría más jugar con otros niños?
Quiero contarte algo acerca de un hombre que trató de quitarle cosas a otra persona. Él vino a hablar con Jesús un día. Quería que Jesús le ayudara a conseguir algunas de las cosas que su hermano tenía. Aquel hombre pensaba que él tenía derecho a ellas.
Pero, ¿qué crees tú? ¿Era amoroso que aquel hombre tratara de conseguir las cosas que su hermano tenía? ¿No crees que debería haber estado contento con siquiera tener un hermano? Hay personas que ni siquiera tienen un hermano.
Si tú hubieras sido Jesús, ¿qué le hubieras dicho a aquel hombre? Jesús le dijo que tuviera cuidado. Jesús sabía que había algo malo en la manera de pensar de aquel hombre. ¿Sabes qué era?
Bueno, piensa en ello. ¿Cuáles son las cosas más importantes de la vida? ¿Serán los juguetes bonitos o la ropa nueva? No; no son esas cosas. Las cosas que una persona puede comprar con dinero no le pueden dar vida, ¿verdad? Hay algo que es mucho más importante. Y ésa es la lección que Jesús quiso enseñar. Por eso Jesús contó una historia. Es acerca de un hombre que se olvidó de Dios. ¿Quieres oírla?
El hombre era muy rico. Era dueño de tierras y graneros. Las siembras que plantaba producían muy bien. Él no tenía sitio en sus graneros para guardar allí todas las cosechas. ¿Qué iba a hacer?
El hombre rico se dijo: ‘Voy a derribar mis graneros y hacer graneros más grandes. Después voy a guardar mis cosechas y todas mis cosas buenas en estos graneros nuevos.’
El rico pensaba que hacer eso era lo más sabio que se podía hacer. Pensaba que él era muy inteligente por guardar muchas cosas. Se dijo: ‘Tengo muchas cosas buenas guardadas. Me van a durar muchos años. De modo que ahora puedo descansar. Voy a comer, beber y divertirme.’
Pero había algo malo en la manera de pensar de este rico. ¿Qué era? Solo pensaba en sí mismo y en su propio placer. Pero se olvidaba de Dios.
Por eso Dios le habló al rico. Le dijo: ‘Hombre tonto. Vas a morir esta noche. Entonces, ¿quién va a tener las cosas que has guardado?’
¿Podría aquel rico usar aquellas cosas después de morir? No; otra persona se quedaría con ellas. Jesús dijo: “Así pasa con el hombre que atesora para sí pero no es rico para con Dios.”—Luc. 12:13-21.
Tú no quieres ser como aquel rico, ¿verdad? El error de él fue hacer que su propósito principal en la vida fuera juntar cosas materiales. Siempre quería más. Pero no era “rico para con Dios.”
¿Qué significa ser “rico para con Dios”? El que es “rico para con Dios” es el que piensa primero en Dios. Pone primero en su vida el hacer la voluntad de Dios. Pero el hombre que se olvidó de Dios no hizo eso. De modo que, ¿qué le pasó? Lo perdió todo.
Ahora, espera un momentito y piensa. ¿Qué pones tú primero en tu vida? Cuando llega la hora en que vamos a estudiar juntos la Biblia, ¿es eso lo que tú de veras quieres hacer más que todo? ¿O hay veces que en vez de eso lo que quieres es jugar con tus juguetes? Para ser ‘ricos para con Dios’ tenemos que poner a Dios primero, delante de todo lo demás.
Hay otra cosa que puede ayudarnos a ver qué ponemos en primer lugar. Por ejemplo, cuando tu papá llega a casa, ¿en qué piensas primero? ¿Piensas primero en que es muy bueno verlo, o piensas en cosas materiales? ¿Te preguntas: ‘Qué me habrá traído’?
Algunos niños siempre quieren que su papá les compre cosas. Pero, ¿no sería mejor estar agradecidos porque tienen un padre? Hay niños que ni siquiera tienen un padre o una madre que viva con ellos.
Puede ser que tú tengas un amigo que tenga un automóvil de juguete, una muñeca u otros juguetes bonitos. ¿Sería correcto pensar que tú deberías tener sus juguetes? Jesús dijo que tuviéramos cuidado de no codiciar o querer tener lo que otros tienen.
La persona que codicia tiene un deseo grande de tener lo que otro tiene. Desea con todo su corazón tener esas cosas. Pasa gran parte del tiempo pensando en ellas. Quizás hasta trate de imaginarse maneras de quitarle estas cosas a la otra persona. Pero, ¿está acordándose de Dios? ¿Qué crees tú? La verdad es que se ha olvidado de Dios, porque Dios no quiere que nosotros codiciemos. Él dice que debemos amar a nuestro prójimo, no quitarle cosas.
Puede que sea bueno tener un juguete. Pero, de veras, ¿qué importancia tiene? ¿Qué le sucede al juguete después de un tiempo? Se pone viejo. Puede romperse, y entonces ni siquiera lo queremos ya.
Por eso, ¿qué es mejor? ¿Es mejor ser ‘ricos para con Dios,’ o es mejor ser dueño de muchas cosas que el dinero puede comprar? ¿Te mueres tú si no tienes algún juguete que te guste? No; un juguete no puede conservarte vivo ni siquiera por un día. Pero si confías en Dios él puede darte vida eterna. Por eso es importante que no nos olvidemos de Dios como se olvidó de él el rico.
Jesucristo nunca se olvidó de su Padre que está en el cielo. Siempre puso primero el hacer la voluntad de Dios. No trató de ganar mucho dinero. No era dueño de muchas cosas materiales.
Pero Jesús era feliz. Era “rico para con Dios.” De modo que Jehová cuidó a Jesús. Dios le dio el premio de vivir para siempre. ¿Quieres ser como Jesús?
Jehová Dios te amará si eres como Jesús, y yo también. Por eso sé como Jesús, y nunca llegues a ser como aquel rico que se olvidó de Dios.
Jehová es en verdad Dios. Él es el Dios vivo y el Rey hasta tiempo indefinido.—Jer. 10:10.