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  • Un leproso dio gloria a Dios

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  • Un leproso dio gloria a Dios
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1971
w71 1/6 págs. 327-328

Un leproso dio gloria a Dios

Un artículo preparado especialmente para que los padres lo lean con sus hijos

¿TE PREPARÓ tu mamá una buena comida hoy? ¡Qué buena fue ella al hacer eso, ¿verdad? ¿Le diste las gracias? A veces se nos olvida decir “Gracias” cuando otros hacen cosas buenas para nosotros, ¿verdad? Cuando el Gran Maestro estuvo en la Tierra, hubo unos leprosos que se olvidaron de decir “Gracias.”

¿Sabes lo que es un leproso? Un leproso es una persona que padece de la enfermedad llamada lepra. Esa enfermedad hasta puede hacer que se le caiga parte de la carne al enfermo. Cuando Jesús vivía en la Tierra, los leprosos tenían que vivir alejados de las otras personas. Y si un leproso veía venir a otra persona, tenía que gritarle para que no se acercara. Esto se hacía para que las otras personas no se acercaran demasiado y así no se les pegara la enfermedad del leproso.

Jesús fue muy bueno con los leprosos. Un día, cuando iba a Jerusalén, Jesús tuvo que pasar por un pueblo pequeño. Cuando se acercó al pueblo, diez leprosos salieron para verlo. Habían oído que Jesús tenía poder de Dios para curar toda clase de enfermedad.

Los leprosos no se acercaron a Jesús. Se quedaron a lo lejos. Pero creían que Jesús podía quitarles la lepra. Por eso, cuando vieron al Gran Maestro, le gritaron: ‘¡Jesús, Maestro, ayúdanos!’

¿Te dan lástima las personas que están enfermas? A Jesús sí le daban lástima. Sabía que era muy triste ser leproso. Por eso les contestó así: ‘Vayan y muéstrense a los sacerdotes de Dios.’

¿Por qué les dijo Jesús que hicieran esto? Por la ley que Jehová le había dado a su pueblo acerca de los leprosos. Esta ley decía que el sacerdote de Dios debía mirar la carne del leproso. El sacerdote le decía al leproso cuándo toda la enfermedad se le había ido. Cuando estaba sano, podía volver a vivir con personas sanas.—Lev. 13:16, 17.

Jesús les dijo a los diez leprosos que fueran a ver al sacerdote. ¿Irían, aunque todavía tenían su enfermedad? Sí, fueron. En seguida se fueron a ver al sacerdote. Estos hombres deben haber creído que Jesús les quitaría la enfermedad que tenían.

¿Y qué pasó? Bueno, mientras iban de camino para ver al sacerdote, su enfermedad se les fue. Su carne quedó sanada. ¡Habían sido curados! Tuvieron una recompensa por creer en el poder de Jesús. ¡Qué gozo sintieron!

Pero, ahora, ¿qué deberían haber hecho para mostrar su aprecio? ¿Qué hubieras hecho tú?

Uno de los sanados volvió y se puso a dar gloria a Jehová. Dijo cosas buenas acerca de Dios. Eso era lo correcto, porque el poder con que se le había sanado había venido de Dios. Aquel hombre también cayó a los pies del Gran Maestro y le dio gracias. Había quedado agradecido por lo que Jesús había hecho.

Pero, ¿qué hay de los otros nueve hombres? Jesús preguntó: ‘Hubo diez leprosos que fueron sanados, ¿verdad? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Solo regresó uno para dar gloria a Dios?’

Sí, era verdad. Solo uno de los diez dio gloria a Dios, y regresó para darle gracias a Jesús. Y éste era samaritano, un hombre de otro país. Los otros nueve hombres no le dieron gracias a Dios y no le dieron gracias a Jesús.—Luc. 17:11-19.

¿A cuál de esos hombres te pareces tú? Nosotros dos queremos ser como el samaritano, ¿verdad? Por eso, cuando alguien hace algo bueno para nosotros, ¿qué debemos acordarnos de hacer? Debemos expresar nuestras gracias.

Muchas veces la gente se olvida de decir “Gracias.” Pero es bueno decir “Gracias.” Es lo correcto. Y cuando tú lo haces, eso les gusta a Jehová Dios y a su Hijo Jesús.

Si piensas en ello, recordarás que hay personas que han hecho muchas cosas para ti. ¿Recuerdas haber estado enfermo alguna vez? Quizás nunca hayas estado tan enfermo como esos diez leprosos. Pero quizás hayas tenido un fuerte resfriado o un dolor en el estómago. ¿Te cuidó tu mamá, o tu papá? Tal vez te hayan dado medicina y hayan hecho otras cosas para ti. ¿Te sientes contento porque te ayudaron a mejorar?

Es bueno decir “Gracias” por lo que otros hacen para ti. El samaritano le dio gracias a Jesús por sanarlo, y esto le gustó a Jesús. ¿Crees que a tu mamá o tu papá le gustará el que digas “Gracias” cuando hacen cosas para ti? Sí, les gustará.

Hay personas que hacen cosas para nosotros todos los días o todas las semanas. Quizás ése sea su trabajo. Quizás hasta lo hagan con gusto. Pero es posible que nosotros nos olvidemos de darles las gracias.

Puede que tu maestra trabaje duro para ayudarte a aprender muchas cosas. Ése es el trabajo de ella. Pero harás que se sienta alegre si le das gracias porque te ayuda a aprender.

A veces lo que las personas hacen para ti es solo una cosa pequeña. Por ejemplo: ¿Te aguanta alguien la puerta a veces para que pases? ¿O te pasa alguien la comida cuando estás a la mesa? Es bueno decir “Gracias” hasta por estas cositas.

Si nos acordamos de decirles “Gracias” a la gente en la Tierra, entonces es más seguro que nos acordemos de decirle “Gracias” a nuestro Padre que está en el cielo. ¡Y qué muchas cosas hay por las cuales darle gracias a Jehová! Él nos dio nuestra vida, y todas las cosas buenas que hacen agradable la vida. De modo que tenemos toda razón para dar gloria a Dios diciendo cosas buenas acerca de él todos los días.

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