“Mis ovejas escuchan mi voz”
HOY muchas religiones dicen ser cristianas. Esto aparentemente dificultaría identificar la religión que verdaderamente representa las enseñanzas de Jesucristo. Pero, ¿se puede identificar? Sí, pues Jesucristo dijo: “Mis ovejas escuchan mi voz.” (Juan 10:27) Se puede identificar su voz a pesar de la confusión religiosa moderna. Esto se ilustra bien por las experiencias de los testigos cristianos de Jehová.
● En Alemania, un joven y su familia estudiaron la Biblia completamente solos. Lo que aprendieron de este estudio privado les impelió a mantener una posición neutral en asuntos políticos y a abstenerse de violar la ley de Dios en cuanto a la santidad de la sangre. Más tarde, el joven vio a una testigo de Jehová mientras ofrecía La Atalaya y ¡Despertad! a la gente en la calle. Abordándola, pidió que se hiciera una visita a su casa. Ella prometió hacerlo, pero no arregló una hora definida para visitarlos. Para el siguiente sábado nadie lo había visitado. De modo que el joven abordó a otro Testigo en la calle y le habló acerca de su petición. El siguiente lunes, los dos Testigos visitaron la casa del joven. Pero había salido a trabajar. De modo que dejaron con su esposa una invitación a la conferencia bíblica que iba a presentarse en el Salón del Reino.
El joven vino al discurso y se quedó para la reunión que siguió, un estudio de la Biblia con la ayuda de La Atalaya. Durante el curso del estudio hasta ofreció comentarios voluntarios. El lunes, cuando los Testigos lo visitaron, lo hallaron equipado de dos páginas llenas de preguntas que quería que le contestaran. Para la reunión del domingo siguiente, había estudiado cabalmente el artículo de La Atalaya que habría de considerarse entonces, buscando todo pasaje bíblico mencionado y haciendo apuntes en los márgenes de la revista.
Unos dos meses después asistió a una asamblea de los testigos de Jehová con toda su familia y, feliz en cuanto a haber hallado la verdad, participó por primera vez en la actividad de predicación.
● Una maestra de escuela en un país de la Cortina de Hierro, aunque no se interesaba personalmente en la Biblia, permitía que su hija de doce años estudiara las Escrituras con una testigo de Jehová. Más tarde, la madre se rompió el brazo y le concedieron licencia. Con tanto tiempo extra, se aburrió y por lo tanto empezó a leer el libro La verdad que lleva a vida eterna, una de las publicaciones que había dejado la Testigo. Quedó tan fascinada con su contenido que leyó todo el libro. La siguiente vez que la Testigo vino a estudiar con la hija, la maestra de escuela le dijo que el libro convincentemente le había aclarado muchas cosas. Respondió a la invitación de la Testigo para asistir a una reunión. Al domingo siguiente también asistió a las reuniones y comentó después: “Estoy agradecida de haberme roto el brazo, porque eso me dio tiempo para leer el libro y hallar el camino a la vida.”
● Un matrimonio de Chad fue asignado a dar a conocer el mensaje de la Biblia en una zona donde nunca había predicado un testigo de Jehová de casa en casa. Aunque el clérigo local había advertido a la gente a que no escuchara a este matrimonio, el interés de la gente fue suscitado y manifestó un anhelo por la verdad. El esposo Testigo informa: “Cuando nos levantamos por la mañana, hallamos a la gente ya esperándonos a la puerta, esperando oír algo de la Biblia. Cuando salimos y volvemos, siempre hallamos gente que nos espera. A menudo les hablamos hasta las once de la noche. Rara vez almorzamos. A menudo también se olvida la cena porque simplemente no tenemos tiempo para comer. La gente viene de una distancia de quince y veinte kilómetros y simplemente no podemos dejarla plantada.”
● En el mismo país un señor obtuvo el libro La verdad que lleva a vida eterna de un testigo de Jehová. Poco después fue enviado a negocios oficiales a una aldea a unos dieciocho kilómetros de distancia. Le dijo a la gente que había hablado con los testigos de Jehová en la ciudad. Inmediatamente fue rodeado por un grupo de personas interesadas que querían oír lo que los testigos de Jehová predicaban de la Biblia. Puesto que prácticamente no sabía nada él mismo, el señor leyó todo el libro, capítulo por capítulo, a la gente. Aunque era entendido que él iba a quedarse solo un día, fue detenido toda una semana y los aldeanos insistieron en quedarse con el libro. Luego mandaron avisar con él que los testigos de Jehová deberían ir a enseñarles, puesto que ellos también tenían el derecho de aprender acerca del nuevo orden de Dios.
Verdaderamente, las “ovejas” de Jesús están reconociendo su voz y están respondiendo al compartir con otros las cosas buenas que están aprendiendo.