Preguntas de los lectores
● ¿Qué debe entenderse del proverbio que dice: “Al burlador lo debes golpear, para que el inexperto se haga sagaz; y debe dirigírsele censura al entendido, para que discierna conocimiento”?
Este proverbio se halla en Proverbios 19:25, y llama nuestra atención a dos diferentes métodos de impartir instrucción. Los padres pueden estar al tanto de ambos.
Como en primer lugar señala el proverbio, para que una persona inexperta o sencilla aprenda que es necesario evitar la comisión de males, quizás tenga que ver el castigo que le viene a un malhechor endurecido y burlador. La vigorosa acción que se toma sirve para impartir enseñanza al inexperto. Para él, esa acción probablemente tenga fuerte efecto disuasivo. Sin embargo, el entendido no necesita tan poderosa lección de advertencia. Suele ser suficiente para él oír palabras de censura; rápidamente acepta el consejo y lo aplica.
Muchos padres han visto ya la veracidad de estas palabras, y otros quizás hayan de verla y beneficiarse por la aplicación de este proverbio. Para aprender a evitar un mal derrotero, a veces el niño tiene que afrontar disciplina vigorosa, como la de unas nalgadas (sea porque ve que esto le viene a otro, o lo experimenta él personalmente). Aunque al principio tal disciplina pudiera parecer desagradable tanto al niño como a los padres, el resultado puede dar prueba de que vale la pena. (Heb. 12:11) Se puede llevar al niño a la condición que se describe al fin de Proverbios 19:25.
En muchos casos en los cuales un niño recibe consistentemente corrección firme y moldeadora de los padres, el niño adelanta hasta el punto en que puede aprender de las palabras de censura o consejo de los padres. ¡Qué excelente lección para que la aprendamos temprano en la vida!
● La Biblia dice que Moisés se mantuvo vigoroso hasta el mismo momento de su muerte. (Deu. 34:7) Entonces, ¿por qué dice Moisés en Deuteronomio 31:2 que, al tener ciento veinte años de edad, ya no podía “salir y entrar” delante de los israelitas como caudillo de ellos?
Fundamentalmente, parece que lo que quería decir Moisés en Deuteronomio 31:2 era que ya a él no se le permitiría “salir y entrar” delante de los israelitas para conducirlos a la Tierra Prometida.
En algunas traducciones el punto no queda claro porque Deuteronomio 31:2 lee de tal manera que parece que Moisés estuviera diciendo que físicamente estaba incapacitado para conducir al pueblo. Por ejemplo, la Nueva Biblia Española dice: “He cumplido ya ciento y diez años y me encuentro impedido, además, el Señor me ha dicho: ‘No pasarás ese Jordán.’”—Deu. 31:2, cursivas añadidas.
Pero es muy obvio que Moisés no podía haber estado diciendo que no podía dirigir a la nación debido a decrepitud. Sabemos eso, porque después de la muerte de Moisés se escribió: “Y Moisés tenía ciento veinte años de edad al morir. Su ojo no se había oscurecido, y su fuerza vital no había huido.”—Deu. 34:7.
De modo que queda claro que Moisés era bastante vigoroso. Aunque obviamente no estaba tan robusto como lo estaría un joven fuerte, era excepcional para la edad que tenía; no estaba incapacitado debido a la edad avanzada. Hasta el mismo momento de su muerte estuvo capacitado para conducir al pueblo.
Pero Moisés finalmente entregó el acaudillamiento del pueblo a Josué, quien, aunque algo más joven que él, tenía experiencia, aptitud y el espíritu de Dios sobre él. (Éxo. 24:13; 33:11; Núm. 27:18; Deu. 31:3; 34:9; Jos. 14:7-11) La razón principal por la cual Moisés hizo esto fue para que Josué pudiera introducir al pueblo en la Tierra Prometida, lo cual Dios no le permitiría a Moisés hacer.
Este pensamiento se ve con claridad en algunas traducciones bíblicas. Por ejemplo, la versión en inglés de Isaac Leeser vierte Deuteronomio 31:2 así: “Yo tengo ciento veinte años de edad; ya no puedo salir y entrar; porque el SEÑOR me ha dicho: No pasarás este Jordán.” Y la Traducción del Nuevo Mundo vierte así este versículo: “Hoy tengo ciento veinte años de edad. Ya no se me permitirá salir y entrar, puesto que Jehová me ha dicho: ‘No cruzarás este Jordán.’”—Deu. 31:2.
Por eso, aunque todavía era un hombre bastante vigoroso para su edad, correctamente dijo Moisés que ya no podía “salir y entrar” delante de la nación mientras ésta se preparaba para cruzar el Jordán.
● ¿Qué quisieron decir las palabras de Job en el sentido de que había hecho un pacto con sus ojos y por eso no se mostraba atento a una virgen?
Este versículo, Job 31:1, dice así: “Un pacto he celebrado con mis ojos. Por eso ¿cómo pudiera yo mostrarme atento a una virgen?” Job quiso decir que en su resolución de guardar integridad para con Dios estaba determinado a evitar hasta el contemplar lujuriosamente a una mujer que no fuera su esposa.
Job y su esposa habían tenido varios hijos. A pesar de un tiempo de dificultad en el cual la mujer que había sido su esposa por muchos años lo instó a maldecir a Dios y morir, él fue fiel a ella. (Job 2:9, 10) No hay evidencia de que él alguna vez dejara de ser monógamo o siquiera se pusiera a pensar en la posibilidad de entrar en relaciones sexuales con mujeres más jóvenes, vírgenes.—Job 19:17.
Job reconocía que la inmoralidad suele comenzar con mirar lujuriosamente a una persona del sexo opuesto, lo cual crea en el corazón un deseo de relaciones sexuales inmorales. Por eso, hizo lo que pudiera considerarse un contrato o pacto formal con sus propios ojos. ¿Con qué fin? Estaba firmemente resuelto a no mirar con pasión a otra mujer. Naturalmente, en su vida diaria vería a las mujeres y hasta quizás se mostraría atento en el sentido de darles ayuda si la necesitaban. Pero en cuanto a mostrarse atento con motivos de flirteo o románticos, eso estaba fuera de lo permitido. Le estaba prohibido. Indudablemente el ‘pacto con sus ojos’ ayudó a Job a evitar todo mirar que pudiera estimular la pasión y conducir a conducta inmoral.—Compare con Job 31:9, 11; Mateo 5:28.