El Sermón del Monte... ¿Entran todos en el Reino?
DESPUÉS de advertir a los que le oían acerca de falsos profetas a los cuales pudieran llegar a conocer durante el primer siglo E.C., Jesús dijo: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”—Mat. 7:21; compare con Lucas 6:46.
Para disfrutar de las bendiciones del reino de Dios, es necesario que las personas reconozcan el señorío de Jesucristo. (Rom. 10:9; Fili. 2:11) Pero esto envuelve más que solo dar lealtad de dientes afuera al Hijo de Dios por medio de llamarlo “Señor, Señor.”
A la plenitud de bendiciones del Reino solo se admite al “que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” Esa “voluntad” se expresa adecuadamente en el Sermón del Monte. Exige hacer “obras excelentes” de declarar las verdades del Reino a otras personas. También incluye transformar la personalidad de uno para desplegar cualidades como las de Dios, tales como apacibilidad, castidad, confiabilidad, altruismo, amor, sinceridad y fe.—Vea Mateo 5:16, 21, 22, 27-30, 33-48; 6:1-18, 25-34.
Las palabras que Jesús dice después muestran que muchas personas que alegarían ser sus seguidores fallarían respecto a eso: “Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre ejecutamos muchas obras poderosas?’ Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los conocí! Apártense de mí, obreros del desafuero.”—Mat. 7:22, 23.
“En aquel día,” cuando Dios ejecute juicio contra sus enemigos (Zac. 14:1-3; 2 Tes. 2:1, 2; 2 Ped. 3:10-12), “muchos” procurarán que se les considere favorablemente por medio de alegar que han logrado cosas sorprendentes ‘en Su nombre,’ es decir, como si fueran representantes de Jesucristo y por medio de poder divino que hubieran obtenido mediante él.
Preguntarán: “¿No profetizamos [es decir, expresar comunicaciones divinas y quizás predicciones de acontecimientos futuros] en tu nombre?” Pero tal ‘profetizar’ no es una identificación segura del discipulado cristiano verdadero. Según las Escrituras, falsos profetas también proclamaron predicciones que a veces se realizaron, así como mensajes que entregaron como si fuera por autoridad divina.—Deu. 13:1-3; Jer. 14:14.
Algunos se jactarían de haber ‘expulsado demonios en el nombre’ de Jesús. Hoy en la cristiandad hay personas que alegan que tienen tal poder. Pero la práctica de exorcizar demonios (por medio de ritos místicos) siempre ha sido un rasgo de religiones que no son bíblicas. Además, ciertos judíos del primer siglo E.C. expulsaban demonios por medio de fórmulas mágicas que creían que habían sido entregadas desde el rey Salomón.a
Lo que identifica a los cristianos verdaderos no es el profetizar sobrenatural, la expulsión de demonios ni ninguna otra ‘obra poderosa’ (milagro). De hecho, al predecir la señal de su presencia y la conclusión del sistema de cosas actual, Jesús declaró: “Se levantarán falsos Cristos y falsos profetas y darán grandes señales y prodigios para extraviar, si fuera posible, aun a los escogidos.” (Mat. 24:24) Esos falsos profetas, impostores, aparecerían en la misma congregación cristiana e intentarían descarriar a muchos de sus miembros.—Hech. 20:29; 2 Ped. 2:2, 3, 10-22; Jud. 4, 8-13, 16-19.
Como ya se ha indicado, Jesús señaló que el cristiano genuino sería “el que hace la voluntad de mi Padre.” ¿Y qué es la “voluntad” de su Padre para este día? Según la predicción de Jesús, es: “Estas buenas nuevas del reino [establecido] se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones” antes de que venga el fin (Mat. 24:14) ¿Proclaman las sectas de la cristiandad que el reino de Dios se haya acercado? No, porque lo consideran como algo que simplemente está en el corazón de la gente, o en el futuro muy lejano. Con hipocresía dan lealtad o alabanza de dientes afuera a Jesús, pero se retienen de hacer la voluntad de Su Padre. Queda al grupo comparativamente pequeño conocido como testigos de Jehová el ‘declarar buenas nuevas de cosas buenas’ de los propósitos de Dios relacionados con el Reino “hasta los extremos de la tierra habitada.”—Rom. 10:15, 18; vea también 1 Corintios 9:16.
A todos los que alegan tener una relación con Jesucristo, sin hacer las obras del Reino ni vestirse de una personalidad verdaderamente semejante a la de Cristo, les irá mal cuando él ejecute venganza divina contra el sistema de cosas actual. Entonces Jesús ‘confesará,’ o hará que quede públicamente manifiesto, que ‘nunca conoció’ a las personas cuyo cristianismo no fue más profundo que el de rendir servicio de dientes afuera y ostentar los llamados dones “carismáticos.” Jamás han engañado al Hijo de Dios las “muchas obras poderosas” de que se jactan. En vez de desplegar justicia, estas personas en verdad han resultado ser “obreros del desafuero.” Por eso, cuando Jesús obre como ejecutor de la justicia para Dios en la venidera “grande tribulación,” les declarará: “Apártense de mí.” A esos cristianos de imitación se les negará la entrada en las bendiciones eternas del reino de Dios.—Compare con Mateo 24:21, 22; 25:41, 46.
[Nota]
a Respecto a que los judíos expulsaran demonios, leemos en Exorcism Through the Ages (El exorcismo a través de las edades): “La característica principal de estos exorcismos judíos es el hecho de que se pronuncian nombres de los cuales se cree que son eficaces, es decir, nombres de ángeles buenos, que se usan o solos o en combinación con Él (—Dios); ciertamente el confiar en simples nombres había llegado a ser una superstición entre los judíos desde mucho tiempo antes, y se consideraba muy importante que se usaran los nombres apropiados, que variaban para diferentes tiempos y ocasiones. No hay duda de que fue esta creencia supersticiosa lo que impulsó a los hijos de Esceva, quienes habían sido testigos del buen éxito de los exorcismos de San Pablo en el nombre de Jesús, a tratar de emplear por su cuenta la fórmula: ‘Te conjuro por Jesús a quien Pablo predica,’ con resultados desastrosos para ellos. (Hechos, xix, 13). Era una creencia judía popular, aceptada hasta por un docto cosmopolita como Josefo, que Salomón había recibido el poder de expulsar demonios, y que había compuesto y transmitido ciertas fórmulas que eran eficaces para ello. El historiador judío registra que cierto Eleazar, en la presencia del emperador Vespasiano y sus oficiales, logró, por medio de un anillo mágico aplicado a la nariz de un poseído, sacar al demonio por las narices... debiéndose la virtud del anillo al hecho de que encerraba cierta raíz rara que estaba indicada en las fórmulas de Salomón, y que era extremadamente difícil de obtener.”—Vea Antiquities of the Jews (Antigüedades judaicas) de Josefo, Libro 8, cap. 2, sec. 5 y Guerra de los judíos, Libro 7, sec. xxv, párrafo 3.