Donde Jesús creció
Relatado por un miembro del personal de escritores
EN LA estación de autobuses de Tiberíades hay bancos para los pasajeros en el lugar adonde llegan los autobuses. Mi esposa y yo buscamos el lugar de llegada de los autobuses que después partirían para Nazaret y nos sentamos. Nos emocionaba la expectativa de visitar el lugar donde Jesucristo creció hace más de 1.900 años. Cuando inquirimos en cuanto a boletos, la joven que estaba a nuestro lado respondió: “Se paga después que uno sube.”
Al poco rato llegó un autobús, y para entonces había un buen grupo de personas esperando para subir a él. Ya en el autobús, volvimos a examinar nuestro mapa y notamos que Nazaret estaba a unos 32 kilómetros de allí, y que, de camino, pasaríamos por Caná. ¡Cuán significativos son esos lugares para los cristianos!
Para aquel día el grupo de viajeros con el cual estábamos asociados, y que había alquilado un autobús, no había planeado un viaje específico a ningún sitio. Nosotros sabíamos que el día siguiente el grupo pasaría por Nazaret, pero queríamos pasar más tiempo allí... lo cual explica por qué tomamos este autobús matutino local aquí cerca del mar de Galilea. Muchas veces nos habíamos preguntado: ¿Cómo será el lugar donde Jesús creció y pasó la mayor parte de su vida terrestre?
CAMINO A NAZARET
Mientras nos dirigíamos a Tiberíades, el autobús hizo frecuentes paradas para tomar pasajeros. En poco tiempo estuvieron ocupados todos los asientos. El mar de Galilea está a más de 200 metros bajo el nivel del mar. Nazaret, por otra parte, esta a unos 365 metros sobre el nivel del mar. Por eso, estuvimos ascendiendo mucho durante los primeros kilómetros, y veíamos que el mar de Galilea iba quedando abajo a nuestras espaldas. Nos vino a la mente el pensamiento de que aquel viaje ciertamente no sería un viaje fácil si uno tuviera que caminar como tuvieron que hacerlo Jesús y sus apóstoles. ¡Qué raro fue, después de ascender por largo tiempo, llegar a un letrero que decía: “NIVEL DEL MAR”!
Nos pareció muy interesante la gente que nos rodeaba. Había árabes que llevaban largas coberturas blancas sobre la cabeza, obreros agrícolas en ropa de trabajo y militares israelíes en uniforme, entre ellos muchas mujeres. Pronto nos hallamos en terreno plano al entrar en un fértil valle. Cuando llegamos a la confluencia con la carretera que llevaba a Tabor, pudimos ver aquella famosa montaña a unos diez kilómetros al sur. Sabíamos que Jesús tenía que haber estado muy familiarizado con ella, y quizás había subido a ella. Tabor se encuentra a solo unos ocho kilómetros al sudeste de Nazaret y domina el extremo oriental del espacioso y hermoso valle de Jezreel (también llamado la llanura de Esdraelón).
Pero continuamos en dirección al sudoeste, la ruta más directa a Nazaret. Cuando el autobús se detuvo en Caná para dejar y tomar pasajeros, nos sentimos tentados a bajar y examinar aquella aldea, pero el gran deseo que teníamos de llegar a Nazaret nos lo impidió. Ahora el autobús subía por territorio más montañoso. Unos seis kilómetros y medio después de haber pasado de Caná, llegamos primero a Nazaret Elit (Nazaret Superior), una ciudad moderna habitada completamente por judíos. Finalmente descendimos a la Nazaret antigua.
DOS NAZARETS
¡Nos sorprendió hallar dos ciudades diferentes, y cada una de tamaño tan considerable! Nos enteramos de que la Nazaret antigua es la mayor entre las ciudades completamente árabes de Israel, con una población de aproximadamente 40.000 personas... sí, mucho mayor que la ciudad que existió en tiempos pasados.
Esta ciudad no recibió mención en las Escrituras Hebreas, ni en el Talmud, ni en los escritos del historiador judío del primer siglo Flavio Josefo, quien menciona a otras 45 poblaciones galileas en sus escritos. Y el comentario de Natanael, quien llegó a ser uno de los apóstoles de Jesús: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” indica que la gente no la tenía en gran estima, ni siquiera la gente de Galilea. (Juan 1:46) En el siglo 19, un visitante dijo que la población de Nazaret era de aproximadamente 3.000 personas, y afirmó: “Ahora es más grande y próspera que en cualquier período anterior de su historia, y sigue creciendo.”
Ha tenido su mayor desarrollo en los últimos años. Desde 1950 el tamaño de Nazaret ha crecido al doble. Pero ahora también existe Nazaret Elit en las colinas que acabábamos de pasar al este. La nueva ciudad judía de Nazaret Elit, cuya construcción empezó en 1957, tiene una población de aproximadamente 20.000 personas. Obviamente es la más prospera de las dos ciudades.
GENTE AMIGABLE
Bajamos del autobús y caminamos hacia la parte más antigua de Nazaret. Llegamos a lo que se llama el “Pozo de María.” Allí hay una iglesia ahora. Puesto que aparentemente es el único pozo que hay en Nazaret, pudiera ser el mismo del cual María la madre de Jesús sacó agua para su familia.
Mientras seguíamos caminando, un barbero o peluquero que se disponía a abrir su negocio nos saludó. (Habíamos descubierto que en Israel hay muchas personas que hablan el inglés con afluencia.) Cuando nos detuvimos para hablar con él, nos sorprendió enterarnos de que era cristiano; hasta aquel momento, todos los árabes que habíamos conocido en Israel eran musulmanes. “La mitad de los árabes de Nazaret son cristianos,” explicó él, “y la otra mitad son musulmanes.” Señalando con la cabeza hacia el establecimiento de al lado, dijo: “Él es musulmán, pero nos llevamos bien.”
En unos cuantos minutos nos hallamos en un laberinto de calles estrechas y serpenteantes, en el centro de las cuales había una cuneta para que los asnos caminaran por ella. A cada lado de la calle había talleres y tiendas abiertas donde se vendía todo cuanto uno se pudiera imaginar... en el exterior de algunas tiendas colgaba ropa para la venta, ¡y en el de otra, de unos ganchos, colgaban corderos que acababan de ser degollados! Cuando vimos que por una calle bajaba un asno con una pesada carga encima, pensamos en que estas escenas deberían ser similares a las de hace dos mil años, cuando Jesús vivía aquí.
Para conseguir algo de comer, nos detuvimos en un lugar donde vimos saquillos llenos de toda clase de atractivas nueces y frutas secas. Con la hospitalidad característica, el tendero nos invitó a sentarnos y tomar una taza de café árabe. Mientras tomábamos el café, aprendimos algo acerca de la vida en la Nazaret de nuestros tiempos. Al notar el interés que manifestábamos en la Biblia, un árabe cristiano de 18 años de edad que estaba allí se ofreció para llevarnos en un recorrido de aquel lugar.
UNA REMUNERADORA CONVERSACIÓN BÍBLICA
Queríamos hallar el lugar que sirvió de escenario para cierto pasaje bíblico. La Biblia dice que unas personas de Nazaret, enfurecidas por la enseñanza de Jesús “lo sacaron apresuradamente de la ciudad, y lo llevaron hasta la cumbre de la montaña sobre la cual había sido edificada su ciudad, para despeñarlo. Mas él pasó por en medio de ellos y siguió su camino.” (Luc. 4:28-30) Julián, nuestro guía, nos llevó al sur del pueblo hacia el lugar donde se supone que esto sucedió.
Nos alegró ver que Julián estaba interesado en las Escrituras. El tenía una copia de la Good News Bible (Today’s English Versión) [Biblia de las buenas nuevas (Versión en inglés para nuestro día)] y dijo que le gustaba leerla. Mientras caminábamos, mencionó que en Nazaret un sacerdote había enseñado que Jesús, en la ocasión que ya hemos mencionado, fue despeñado, pero que fue llevado milagrosamente arriba de nuevo. Yo abrí la Biblia que había traído conmigo, y leímos juntos este pasaje, que, por supuesto, no dice que haya acontecido tal cosa.
Julián ahora nos presentó una pregunta. “He hecho esta pregunta a muchas personas,” dijo, “pero nunca me han dado una respuesta satisfactoria. ¿Tuvo hermanos y hermanas Jesús?”
Para responderle, abrí la Biblia en Mateo 13:54-56. Allí se menciona por nombre a los hermanos de Jesús: “Santiago y José y Simón y Judas.” Entonces dice: “Y sus hermanas, ¿no están todas con nosotros?” Además, notamos que la Biblia dice claramente que José no tuvo relaciones con María “hasta que ella dio a luz a su primer hijo.”—Mat. 1:25, Versión Popular.
Julián concordó en que la enseñanza católica acerca de que María hubiera permanecido siempre virgen no se encuentra en la Biblia. “Y hay otras enseñanzas eclesiásticas que no tienen el apoyo de la Biblia,” añadí. “Por ejemplo, las del limbo, el purgatorio y la enseñanza de que los inicuos van a ser atormentados para siempre en un infierno de fuego.” Julián pudo ver la diferencia entre estas enseñanzas eclesiásticas y lo que la Biblia dice.
Para este tiempo habíamos llegado al borde del pueblo. Aquí realmente está la cumbre de una montaña. Este lugar bien pudiera haber sido aquel desde el cual los hombres de la ciudad habían tratado de despeñar a Jesús. Obviamente Julián creía en Jesús como una persona que había vivido en Nazaret hace dos mil años. “¿Crees que Jesús está vivo y puede hacernos bien ahora?” pregunté. “¿Crees que hará algo para cambiar la desagradable condición mundial en la cual hay tanto odio y prejuicio?”
Sin vacilar contestó: “Sí.” Entonces se refirió a un texto bíblico acerca del rey que ha de venir y juzgar con imparcialidad a los pobres y gobernar a la gente con justicia. Excitadamente, busqué el capítulo 11 de Isaías en la Biblia y, habiéndole preguntado si éste era el pasaje en que pensaba, empecé a leer: “Y con justicia tiene que juzgar a los de condición humilde, y con rectitud tiene que administrar censura a favor de los mansos de la tierra. Y tiene que golpear la tierra con la vara de su boca; y con el espíritu de sus labios dará muerte al inicuo. Y la justicia tiene que resultar ser el cinto de sus caderas, y la fidelidad el cinto de sus lomos.”—Vv. Isa. 11:4, 5.
Mientras yo leía, Julián interrumpió y dijo que éste era el texto bíblico en que pensaba. Le indiqué que esto es una profecía acerca del Mesías, Jesús. Entonces dirigí su atención al resto del pasaje, que habla acerca de la paz de la cual se disfrutará bajo la gobernación de Cristo. En parte dice: “Y el lobo realmente morará por un tiempo con el cordero, y el leopardo mismo se echará con el cabrito, y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos. Y la vaca y la osa misma pacerán; sus crías se echarán juntas. Y hasta el león comerá paja justamente como el toro. . . . No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas están cubriendo el mismísimo mar.”—Vv. Isa. 11:6-9.
Julián estaba familiarizado con esto. “Esta es mi parte favorita de las Escrituras,” dijo. Le dije que por mucho tiempo este pasaje había estado entre mis favoritos también. “Creemos que con el tiempo tendrá un cumplimiento literal,” dije. “Y los milagros que Jesús ejecutó hace mucho tiempo aquí en Galilea, cuando sanó a los enfermos y hasta resucitó a los muertos, son solo una muestra por anticipado de lo que Jesús hará por toda la Tierra bajo la gobernación de su Reino.”
LOS LUGARES QUE JESÚS VISITÓ
Para este tiempo habíamos empezado a regresar a Nazaret. Como ejemplo de uno de los milagros de Jesús, mencioné la ciudad de Naín, y dije: “Aquí Jesús resucitó al hijo de una viuda.” (Luc. 7:11-17) Señalando al sudeste en dirección al valle de Jezreel, indiqué: “De ocho a diez kilómetros hacia allá todavía existe una aldea llamada Naín. Evidentemente está en el mismo lugar en que estaba la aldea que se menciona en la Biblia.”
Julián no había estado allí, pero dijo que él y sus amigos habían bajado caminando al monte Tabor, que no está muy lejos de Naín. Esto nos interesó, porque pensamos en que, de joven, Jesús, también, pudo haber caminado a aquellos lugares cerca de Nazaret. Nazaret está situada en las colinas que sobresalen del valle de Jezreel, y por eso la distancia desde allí hasta el valle no es mucha. Julián dijo que cierta mañana él y unos amigos salieron de Nazaret temprano, bajaron al valle de Jezreel, pasaron el monte Tabor y siguieron bajando por larga distancia hasta cerca del mar de Galilea, y volvieron a Nazaret... ¡todo en el mismo día! “¡Aquella noche estábamos acabados!” confesó.
Esta experiencia iluminó un aspecto del relato bíblico que ya hemos mencionado acerca de Naín. ¿Cómo? Pues bien, Lucas 7:1 dice que después que Jesús hubo terminado su famoso Sermón del Monte, “entró en Capernaum.” Mientras estuvo en aquella ciudad a la orilla norte del mar de Galilea, sanó al esclavo de un oficial militar. (Luc. 7:1-10) Entonces el versículo 11 dice: “Poco después de esto,” o como dicen algunos manuscritos antiguos: “Al día siguiente, viajo a una ciudad llamada Naín.” (Luc. 7:11, nota al pie de la página en la Traducción del Nuevo Mundo en inglés, edición de letra grande) Ciertamente el que Jesús y sus acompañantes atravesaran aquella distancia en un solo día, más de 30 kilómetros sobre terreno tan lleno de colinas, era atravesar una larga distancia. Por lo tanto, fue significativo para nosotros el que hoy día personas que caminan sobre el mismo difícil terreno puedan abarcar una distancia aún mayor.
Expresamos el deseo de visitar la aldea de Caná de regreso a Tiberíades. Julián se ofreció para llevarnos, y hasta insistió en pagar nuestro pasaje en el autobús. Fue en Caná que Jesús ejecutó su primer milagro: tornar agua en vino en un banquete de bodas al cual asistió allí. (Juan 2:1-11) Pero es dudoso que esta Caná en la carretera principal entre Tiberíades y Nazaret sea el verdadero lugar donde estaba la aldea que se menciona en la Biblia. Hay evidencia que parece indicar que un lugar a poco más de 14 kilómetros al norte de Nazaret es la Caná bíblica.
Cuando regresamos a la carretera principal, Julián llamó un taxímetro que iba hacia Tiberíades. El conductor llevaba a un sacerdote a una iglesia que estaba en el monte de las Bienaventuranzas para decir misa. Nos despedimos de Julián y subimos al asiento posterior. El conductor nos invitó a acompañarlo al lugar donde, según la tradición, Jesús pronunció el Sermón del Monte. Es realmente un lugar hermoso desde el cual se puede ver el mar de Galilea. Mientras el sacerdote iba a la iglesia, el conductor y nosotros anduvimos por aquel lugar y conversamos.
¡Qué bueno fue hablar con otra persona de Nazaret que disfrutaba de considerar la Biblia! El dijo que había hablado con los testigos de Jehová antes, y había asistido a una de sus reuniones en Haifa, la congregación más cercana de testigos de Jehová. Después de aproximadamente una hora de repasar aspectos del cristianismo bíblico del primer siglo, aquel hombre dijo: “Me gustaría distribuir literatura que explicara estas verdades a la gente.” Y añadió: “Creo que en Nazaret hay muchas personas a quienes les agradaría aprender estas cosas.”
El sacerdote regresó, y en pocos minutos el conductor nos dejó frente a nuestro hotel en Tiberíades. ¡Qué día rico en experiencias interesantes y remunerador había sido aquél! No solo nos alegrábamos de haber visto la zona donde Jesús había crecido, sino que, y esto nos hacía sentir especialmente agradecidos, habíamos participado en la misma actividad para la cual Él había venido a la Tierra... hablar a otros acerca de las buenas nuevas del reino de Dios.—Mar. 1:38; Luc. 4:43.
[Ilustración de la página 29]
Quizás fue desde esta montaña que los hombres de Nazaret trataron de despeñar a Jesús