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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1980
w80 1/12 págs. 30-31

Preguntas de los lectores

● Para el 25 de diciembre o el seis de enero se oye mucho acerca de ‘tres reyes magos’ o, en países de habla inglesa, de ‘tres sabios’ que fueron guiados por una estrella hasta donde estaba Jesús. Pero, ¿visitaron estos hombres a Jesús en Belén, o más tarde en Nazaret?

Lucas nos relata que José y María viajaron desde Nazaret de Galilea a Belén de Judea, al sur de Jerusalén. Allí nació Jesús en un establo y yació en un pesebre. Por medio de un ángel Jehová Dios anunció el nacimiento a unos pastores, quienes habrían de encontrar al “nene [griego: brephos]” en Belén. Para el octavo día José y María hicieron circuncidar a Jesús. Al final del período de purificación requerido de 40 días, ellos ‘trajeron al niñito [griego: paidion]’ al templo de Jerusalén. Allí, Simeón y la profetisa Ana vieron a Jesús.—Luc. 2:1-38; Lev. 12:2-4.

En el mismo versículo que sigue en el relato de Lucas, éste nos dice en Lucas 2:39: “Entonces cuando hubieron llevado a cabo todas las cosas según la ley de Jehová, se volvieron a Galilea a su propia ciudad de Nazaret.” Pero, ¿qué hay de los ‘tres reyes magos’ o ‘tres sabios’? ¿Cuándo y en qué lugar visitaron a Jesús?

Mateo relata que “después que hubo nacido Jesús en Belén” unos hombres vinieron a Jerusalén desde Oriente. La tradición sostiene que había tres de ellos (posiblemente porque tenían tres clases de regalos... oro, incienso, mirra). Pero la Biblia no dice eso. Tampoco les asigna el término de “reyes.” Más bien, los llama magoi (término relacionado con la palabra española “mago”). (Mat. 2:1) En vez de que este término signifique “sabios,” el profesor A. T. Robertson explica:

“Aquí en Mateo, la idea más bien parece ser la de astrólogos. Babilonia era el hogar de la astrología.”—Word Pictures in the New Testament, tomo 1, pág. 15.

Mateo nos dice que después que se detuvieron en Jerusalén y hablaron con el rey Herodes, estos astrólogos siguieron adelante “a Belén.” Una vez que hubieran presentado sus regalos, habrían de regresar a Herodes y dejarle saber dónde se hallaba el niño. Pero Dios intervino, e hizo que los astrólogos tomaran otro camino. Entonces dijo a José que huyera a Egipto porque Herodes quería destruir a Jesús.—Mat. 2:1-15.

A la luz de lo que registran Mateo y Lucas, uno pudiera preguntarse cuándo fue, precisamente, que los astrólogos visitaron a Jesús. No es razonable que fuera durante el período de purificación de 40 días, pues Lucas nos asegura que la familia fue a Jerusalén al fin de ese tiempo. Pero Mateo dice que inmediatamente después de la visita de los astrólogos José huyó con su familia a Egipto. Por lo tanto, parece que después de presentar al niño en el templo de Jerusalén la familia regresó a Belén con planes de establecerse en la ciudad del rey David de donde habría de venir el Mesías, y allí fueron visitados más tarde por los astrólogos.

Mateo 2:11 nos dice que cuando los astrólogos “entraron en la casa vieron al niñito.” Así que José, María y Jesús estaban viviendo en una casa para este tiempo, no en un establo como lo que erróneamente suele verse en pinturas. Además, Mateo usó la palabra griega paidion, que puede aplicar a un infante recién nacido (Juan 16:21) o a un niño más crecido, uno que pudiera hablar y jugar afuera. (Luc. 7:32) Por lo tanto, Jesús pudo haber tenido entonces muchos meses de edad.

Algo que indicó que él ya no era un recién nacido es el hecho de que, cuando los astrólogos no regresaron a Herodes, él ordenó que se diera muerte a “todos los muchachitos de Belén y de todos sus distritos . . . de dos años de edad para abajo, conforme al tiempo que había averiguado cuidadosamente de los astrólogos.” (Mat. 2:16) La evidencia señala a que Jesús nació para el 1 de octubre del año 2 a. de la E.C., y que Herodes murió en el año 1 a. de la E.C. o a principios del año 1 E.C.a Por eso, Jesús pudo haber tenido un año de edad o más cuando los astrólogos vinieron. Posiblemente vinieron de una región oriental tan distante como la de Babilonia, en un viaje que pudo haberles tomado varios meses. Calculando el tiempo desde que se les apareció la “estrella” en el este, Herodes pudo haber incluido suficiente tiempo como para estar seguro de que se diera muerte a Jesús.

Entonces, ¿por qué lee Lucas 2:39 como si José hubiera tomado a la familia desde la misma Jerusalén y la hubiera llevado a Nazaret sin volver a Belén?

Sencillamente parece que Lucas omite los sucesos intermedios (el regreso de Jerusalén a Belén, la visita de los astrólogos y la huida a Egipto), así como Mateo no dice nada acerca de los pastores ni del viaje a Jerusalén, donde Simeón y Ana vieron a Jesús. Ciertamente los astrólogos no visitaron a Jesús en Nazaret, puesto que Mateo dice otra cosa; y, en Nazaret, Jesús no hubiera estado en peligro por la orden de matar a los niñitos de ‘Belén y sus distritos.’

● La Biblia da el registro de tres errores serios que David cometió durante su reinado. ¿Qué muestra que Dios no dejó de dar pasos para evitar que David tropezara, como lo hizo en la ocasión en que usó para ello a Abigaíl?—1 Sam. 25:32-34.

Estos errores comprendieron (1) el que David transportara el arca sobre un carro en vez de hacer que los sacerdotes la llevaran sobre los hombros, lo cual resultó en la muerte de Uza; (2) su pecado con Bat-seba, que trajo como resultado la muerte de Urías y la del niño nacido de aquella unión adulterina; y (3) el censo que hizo del poderío armado de Israel, con el resultado de que 70.000 personas perecieran.

Con relación a la muerte de Uza: La ley de Dios requería que David como rey hiciera una copia de la Ley y leyera de ella diariamente (Deu. 17:18) El no observar lo que la Ley decía con relación a la manera apropiada de transportar el arca trajo como resultado la muerte de Uza. (Núm. 4:15; 7:6-9) Se debe notar que David humildemente se culpó a sí mismo por lo que había sucedido en su intento por subir el arca.—2 Sam. 6:2-10; 1 Cró. 15:12, 13.

En cuanto a su relación con Bat-seba, David tenía la ley explícita de Dios que regía el asunto del adulterio, pero escogió pasarla por alto.—Éxo. 20:14.

En cuanto a su error de hacer el censo del poderío armado de Israel: Ciertamente la terquedad estuvo relacionada con esto. Jehová usó como instrumento suyo a Joab para disuadir a David, para evitar así que tropezara, pero David insistió en salirse con la suya.—2 Sam. 24:1-17.

En cada uno de los casos antes mencionados, por lo tanto, no se puede acusar a Jehová de no haber hecho nada para evitar que David tropezara.

● En Habacuc 2:5, ¿quién es el que “ha hecho espaciosa su alma justamente como el Seol,” y qué significa esto?

El texto dice: “Y, realmente, porque el vino trata traidoramente, un hombre físicamente capacitado es soberbio; y no alcanzará su meta, aquel que ha hecho espaciosa su alma justamente como el Seol, y que es como la muerte y no puede satisfacerse. Y sigue recogiendo para sí todas las naciones y juntando para sí todos los pueblos.”

Aquel que hace “espaciosa su alma” es aquel que, por medio de las conquistas militares ‘recoge para sí todas las naciones.’ El capítulo 1 de Habacuc muestra que este no es un individuo, sino un hombre compuesto; es decir: los babilonios o caldeos en sentido colectivo. Con su maquinaria de guerra, los caldeos ‘mataban naciones constantemente.’ (Hab 1 Vs. 17) Su “alma,” o el patrón de vida que buscaba la conquista, no quedaba satisfecha. Tal como el beber vino sin restricciones puede, de modo engañoso, desequilibrar al hombre y hacer que actúe con ‘soberbia’ o arrogancia, así sucedía con el caldeo cuyas victorias militares se le habían subido a la cabeza. Como el Seol y la muerte, que siempre están listos para hacer más víctimas, él estaba siempre deseoso de tomar una nación tras otra. (Compare con Proverbios 30:15, 16.) Sin embargo, el caldeo no tendría éxito en alcanzar su meta, lo cual indica que él y sus guerras de conquista tendrían su fin.

En cumplimiento de la profecía bíblica, Babilonia cayó en una sola noche en el año 539 a. de la E.C. El vasto imperio caldeo llegó a estar entonces bajo el control de Ciro el persa y Darío el Medo.—Dan. 5:28.

[Nota a pie de página]

a Vea Aid to Bible Understanding, págs. 757, 758, 920, 921.

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