‘¡Cuán buena una palabra al tiempo apropiado!’
“UNA palabra a su tiempo apropiado, ¡oh cuán buena es!” exclamó el sabio escritor de un proverbio bíblico. (Pro. 15:23) ¡Y eso es muy cierto!
En cierto país del este de Europa, cierto día dos testigos de Jehová que caminaban por un parque comenzaron a conversar con un hombre joven que se paseaba por allí con su hijo. El resultado de la conversación fue que el joven fue invitado al apartamento de uno de los Testigos. Allí, por primera vez, el hombre y su esposa aprendieron algo acerca del mensaje bíblico. Con el tiempo, este matrimonio y la madre del joven aceptaron la verdad de la Palabra de Dios.
Es interesante el hecho de que, en el día en que conoció a los dos Testigos y éstos le hablaron por primera vez, el joven se había detenido en una capilla del parque y había orado: ‘Dios, si existes, te suplico que me lo dejes saber.’ Por tres años el hombre había estado dando paseos por aquel parque. Pero aquel mismo día conoció a los dos testigos de Jehová. ¡Ciertamente fue excelente el que ellos estuvieran tan deseosos de esparcir las “buenas nuevas”! El joven consideró que esto fue la respuesta de Dios a su oración.