“¿Me da un minuto de su tiempo?”
A menudo una pregunta de esta índole significa tener que interrumpir algo. Aunque quizás usted esté dispuesto a disponer de un minuto de su precioso tiempo para escuchar o para ayudar a alguien, ¿cuán genuino es su dar? ¿Da usted de sí mismo a la vez que da de su tiempo?
Lo que dijo un muchacho delincuente acerca de cierto maestro que se ganó la confianza de él ilustra muy bien el punto. “Hay docenas de muchachos que esperan para hablar con él —dijo el muchacho— pero cuando uno está allá dentro con él, uno se siente como si fuera la única persona de todo el mundo en quien él se interesa.”
En eso reside la clave de llegar al corazón de la gente... el estar uno dispuesto a darse de lleno por otros. El apóstol Pablo manifestó tal disposición en sus esfuerzos por ayudar a otras personas, cuando dijo: “A los judíos me hice como judío, para ganar a judíos; a los que están bajo ley me hice como bajo ley [...] A los que están sin ley me hice como sin ley [...] A los débiles me hice débil [...] Me he hecho toda cosa a gente de toda clase, para que de todos modos salve a algunos”. (1 Corintios 9:20-22.)
Cuando usted aparta tiempo para ayudar a alguien, ¿piensa tanto en la calidad como en la cantidad?