¡La fe puede trasladar montañas!
LA MUCHEDUMBRE estaba en expectación. Un padre acababa de llevar a su hijo epiléptico a unos hombres de quienes se creía que estaban capacitados para sanarlo. La gente esperaba una curación. Pero ¡nada sucedió! Desilusionado, el padre se volvió para irse.
En aquel momento aparecieron otros cuatro hombres, y entre ellos su caudillo, Jesús de Nazaret. El padre corrió hacia él, suplicando: “Señor, ten misericordia de mi hijo, porque es epiléptico y está mal, pues muchas veces cae en el fuego y muchas veces en el agua; y lo traje a tus discípulos, pero ellos no pudieron curarlo”.
“Tráiganmelo acá”, dijo Jesús. ¿Qué sucedió cuando hicieron esto? “Entonces Jesús lo reprendió, y el demonio salió de él; y el muchacho quedó curado desde aquella hora.” Sí, ¡otro milagro! Pero ¿por qué no pudieron curar al muchacho los discípulos de Jesús?
Jesús lo explicó así: “Por su poca fe”. Y pasó a decir: “Si tienen fe del tamaño de un grano de mostaza, dirán a esta montaña: ‘Transfiérete de aquí allá’, y se transferirá, y nada les será imposible”. (Mateo 17:14-20.)
De esta experiencia de la vida real se desprende que la fe es poderosa. Pero, precisamente, ¿qué es fe? ¿Puede edificarse y fortalecerse la fe? ¿Puede, en realidad, trasladar montañas?
¿Qué es fe?
El apóstol Pablo dijo que la fe es “la expectación asegurada de las cosas aguardadas con esperanza, la demostración evidente [o: evidencia convincente] de realidades aunque no se contemplen”. (Hebreos 11:1.) En otras palabras, fe es la evidencia que convence de algo que no se ve. No se basa en simples rumores, sino que tiene fundamento sólido. Por eso, la fe difiere de la credulidad. Credulidad, según un diccionario es “calidad de crédulo”, y “crédulo” es uno “que cree ligera o fácilmente”. Lo que daría a entender que la persona crédula tendría pocas pruebas, o pruebas no muy seguras, de lo que creyera. Contrario a eso, la persona que tiene fe verdadera tiene evidencia sólida de lo que cree. Por lo tanto, puede decirle a uno por qué está convencida de que algo que espera se realizará. El padre que mencionamos al principio de este artículo tenía evidencia que lo convencía de que Jesús podía curar a su hijo. ¿Qué evidencia? Pues, Jesús había estado ejecutando milagros por más de dos años, y su fama se había esparcido por casi toda Palestina. (Lucas 7:17; Juan 10:25.)
También se ha dicho que la fe es “el título de propiedad de las cosas que se esperan”. El hombre que compra una propiedad lejana y tiene en la mano el título de propiedad tiene evidencia convincente de que la propiedad existe y de que realmente le pertenece, aunque quizás nunca la haya visto. Del mismo modo, la persona que tiene fe puede presentar pruebas contundentes de lo que cree. Por ejemplo, suponga que tiene fe en que Jehová Dios traerá verdadera paz a esta Tierra mediante Su Reino. Entonces debería poseer evidencia de que Dios existe y tiene el poder, la voluntad y la sabiduría que se necesitan para traer la paz, y que ha establecido el Reino con ese propósito. Las pruebas que tiene deben ser lo suficientemente fuertes como para convencer, no solo a la persona que tiene fe, sino también a otras personas que quizás ‘le exijan razón de su esperanza’ de paz. (1 Pedro 3:15.)
¡La fe puede trasladar montañas!
Sin embargo, quizás alguien pregunte: ‘¿Quiso decir Jesús que tal fe podría trasladar montañas literalmente?’. Es posible que Jesús haya incluido eso, pero él solía hablar por ilustraciones. (Mateo 13:34.) Por eso, probablemente pensaba en obstáculos que pudieran ser como montañas para el creyente. De hecho, la palabra “montaña” frecuentemente se usa para significar una gran cantidad, como al decir: “una montaña de deudas”. El hecho de que la fe verdadera puede trasladar o remover obstáculos parecidos a montañas está confirmado por muchas experiencias de nuestro tiempo.
Por ejemplo, ¿no concordaría usted en que el estar paralizado desde el cuello para abajo sería una montaña de esa índole? Sin embargo, cierto hombre que se halla en esa condición —llamada cuadriplejía— y que vive en Vancouver, C. B., Canadá, no solo ha aprendido a pintar, con pincel o con espátula en la boca, sino que también se gana el sustento vendiendo sus pinturas. Además, su fe lo impulsa a comunicar a otros lo que ha aprendido de la Biblia, y lo hace desde su silla de ruedas o escribiendo cartas. Escribe a máquina sus cartas con una varita sostenida en la boca. Además asiste con regularidad a las reuniones cristianas y pronuncia discursos en la Escuela del Ministerio Teocrático que es parte del programa docente de los testigos de Jehová. Su ejemplo de fe, junto con su vigoroso trabajo y su resolución, son una fuente de estímulo a los que lo conocen.
La fe en la Palabra de Dios y Sus promesas ha ayudado del mismo modo a otros. Por ejemplo, ha ayudado a muchos a librarse de hábitos y costumbres que no son cristianos, tales como prácticas dudosas en los negocios, el robo, el fumar, el juego de azar, la borrachera, el espiritismo, la inmoralidad sexual y prácticas de la religión falsa. El factor común en todas estas experiencias fue que se obtuvo evidencia convincente de que Jehová Dios existe, de que la Biblia es su Palabra escrita, y de que Sus promesas —dadas en las Escrituras— son dignas de confianza y se cumplirán. Una fe como esa puede trasladar montañas.
[Reconocimiento de la foto de la portada]
Pictorial Archive (Near Eastern History) Est.