La vida y el ministerio de Jesús
Se halla al hijo perdido
CUANDO el hijo perdido, el hijo pródigo de la ilustración de Jesús, vuelve a la casa de su padre, ¿cómo se le recibe? Escuche el relato de Jesús:
“Mientras él estaba todavía lejos, su padre alcanzó a verlo, y se enterneció, y corrió y se le echó sobre el cuello y lo besó tiernamente”. ¡Qué padre misericordioso y afectuoso, buena representación de nuestro Padre celestial, Jehová!
Quizás el padre había oído acerca de la vida disoluta de su hijo. Sin embargo, lo acoge en el hogar sin esperar una explicación detallada. Jesús también tiene un espíritu acogedor como ese, pues inicia el acercarse a pecadores y recaudadores de impuestos, representados en la ilustración por el hijo pródigo.
Sin duda el padre discernidor de la ilustración de Jesús se forma alguna idea de que su hijo se ha arrepentido cuando, al regreso de este, nota su semblante triste y abatido. La iniciativa amorosa del padre le facilita al hijo confesar sus pecados, como relata Jesús: “Entonces el hijo le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Hazme como uno de tus asalariados’”.
Sin embargo, apenas acaba de expresarse el hijo cuando el padre actúa, y ordena a sus esclavos: “‘¡Pronto!, saquen una ropa larga, la mejor, y vístanlo con ella, y pónganle un anillo en la mano y sandalias en los pies. Y traigan el torillo cebado, degüéllenlo, y comamos y gocemos, porque este hijo mío estaba muerto y volvió a vivir; estaba perdido y fue hallado’. Y comenzaron a gozar”.
Mientras tanto, ‘el hijo mayor del padre estaba en el campo’. Vea si usted puede percibir a quién representa este al escuchar el resto de la narración. Jesús dice lo siguiente sobre el hijo mayor: “A medida que venía y se acercaba a la casa oyó un concierto de música y danzas. De modo que llamó a sí a uno de los sirvientes e inquirió qué significaban estas cosas. Él le dijo: ‘Tu hermano ha venido, y tu padre degolló el torillo cebado, porque lo recobró en buena salud’. Pero él se airó, y no quiso entrar.
”Entonces su padre salió y se puso a suplicarle. En respuesta, él dijo a su padre: ‘Hace ya tantos años que he trabajado para ti como un esclavo, y ni una sola vez transgredí tu mandamiento, y, no obstante, a mí ni una sola vez me diste un cabrito para que gozara con mis amigos. Pero tan pronto como llegó este hijo tuyo que se comió tu medio de vivir con las rameras, le degollaste el torillo cebado’”.
¿Quién, como el hijo mayor, ha criticado la misericordia y atención que se ha dado a los pecadores? ¿No han sido los escribas y los fariseos? Puesto que Jesús dio esta ilustración debido a que ellos lo criticaban porque recibía con gusto a pecadores, está claro que es a ellos a quienes representa el hijo mayor.
Jesús concluye su narración con esta súplica del padre a su hijo mayor: “Hijo, tú siempre has estado conmigo, y todas las cosas que son mías son tuyas; pero simplemente teníamos que gozar y tener regocijo, porque este hermano tuyo estaba muerto y llegó a vivir, y estaba perdido y fue hallado”.
Así, Jesús deja sin indicar lo que el hijo mayor al fin hace. En verdad, después, tras la muerte y resurrección de Jesús, “una gran muchedumbre de sacerdotes empezó a ser obediente a la fe”, y quizás entre ellos estuvieron algunos de la clase del “hijo mayor” a quienes Jesús aquí habla.
Pero, en nuestros tiempos, ¿a quiénes representan los dos hijos? Tiene que ser a los que han adquirido suficiente conocimiento de los propósitos de Jehová como para basar en ese conocimiento una relación con Dios. El hijo mayor representa a algunos miembros del “rebaño pequeño” o la “congregación de los primogénitos que han sido matriculados en los cielos”. Estos adoptaron una actitud similar a la del hijo mayor. No querían dar acogida a una clase terrestre, la de las “otras ovejas”, pues pensaban que estas personas les estaban quitando prominencia.
Por otra parte, el hijo pródigo representa a los del pueblo de Dios que se alejan para disfrutar de los placeres que el mundo ofrece. No obstante, con el tiempo regresan arrepentidos y de nuevo llegan a ser siervos activos de Dios. Sí, ¡cuán amoroso y misericordioso es el Padre con los que reconocen que necesitan perdón y regresan a él! (Lucas 15:20-32; Hechos 6:7; Lucas 12:32; Hebreos 12:23; Juan 10:16.)
◆ ¿Cómo imita Jesús el ejemplo del padre compasivo de su ilustración?
◆ ¿Cómo ve el hijo mayor la bienvenida que se da a su hermano, y cómo se comportan como el hijo mayor los fariseos?
◆ ¿Qué aplicación tiene la ilustración de Jesús en nuestros días?