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  • La lucha entre el bien y el mal: Pugna desde tiempos ancestrales

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  • La lucha entre el bien y el mal: Pugna desde tiempos ancestrales
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1993
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1993
w93 1/2 págs. 2-4

La lucha entre el bien y el mal: Pugna desde tiempos ancestrales

EN LAS películas de antes, el “bueno” siempre vencía a los malos. Pero la realidad nunca ha sido tan sencilla. Parece que lo común es que el mal prevalezca sobre el bien.

Casi todas las noches los noticieros de televisión informan de crímenes horribles. En Milwaukee, en el norte de Estados Unidos, un hombre asesina a 11 personas y guarda los restos de sus cuerpos desmembrados en el congelador de la nevera. Al sur, en el estado de Texas, un desconocido lanza su camioneta contra una cafetería y luego dispara sin escrúpulos contra el público por espacio de diez minutos, segando la vida de 22 personas; acto seguido, se suicida. Un opositor disgustado incendia en Corea un Salón del Reino de los Testigos de Jehová y mata a 14 de las personas allí reunidas.

Pero no solo se dan estallidos esporádicos de maldad como los que acabamos de mencionar, sino que existe otro mal horrendo que afecta al mundo: el genocidio. Se calcula que en lo que va de siglo han sido exterminados en purgas raciales y políticas un millón de armenios, seis millones de judíos y más de un millón de camboyanos. La llamada “limpieza étnica” les ha costado la vida a muchas personas en la anterior Yugoslavia. Y nadie sabe cuántos millones de personas inocentes alrededor del mundo han sido víctimas de torturas brutales.

Tragedias como esas nos obligan a hacernos la desconcertante pregunta: ¿Por qué actúa así la gente? No podemos atribuir todas estas atrocidades a la locura de unos cuantos. La increíble envergadura del mal perpetrado tan solo en nuestro siglo descarta esta posibilidad.

El acto malo se define como algo que es moralmente impropio. Es un acto perpetrado por alguien que puede escoger entre hacer el bien o el mal. Sin embargo, por alguna razón se tuerce su sentido moral y el mal triunfa. Pero ¿por qué y cómo sucede esto?

Por lo general, las explicaciones religiosas del mal resultan insatisfactorias. El filósofo católico Tomás de Aquino sostuvo que “se impedirían muchos bienes si Dios no permitiese existir ningún mal”. Muchos filósofos protestantes comparten ese punto de vista. Por ejemplo, The Encyclopædia Britannica dice que Gottfried Leibniz pensaba que el mal “meramente hacía resaltar el bien en el mundo, el cual se magnifica por contraste”. En otras palabras, Leibniz creía que necesitamos el mal a fin de valorar el bien. Eso es como decirle a alguien que sufre de cáncer que su enfermedad es justamente lo que se necesita para que otros se sientan vivos y saludables de verdad.

Las malas intenciones tienen que venir de alguna fuente. ¿Deberíamos culpar a Dios de alguna manera? La Biblia nos responde: “Al estar bajo prueba, que nadie diga: ‘Dios me somete a prueba’. Porque con cosas malas Dios no puede ser sometido a prueba, ni somete a prueba él mismo a nadie”. Entonces, si Dios no es culpable, ¿quién lo es? Los versículos que siguen responden a esa pregunta: “Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado”. (Santiago 1:13-15.) De modo que una acción perjudicial se engendra cuando alguien cultiva un mal deseo y no lo rechaza. No obstante, hay otros factores que deben tenerse en cuenta.

Las Escrituras enseñan que los malos deseos se producen debido a que la humanidad padece un defecto fundamental: la imperfección heredada. El apóstol Pablo escribió en cuanto a esto: “Así como por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado”. (Romanos 5:12.) Por causa del pecado heredado, es fácil que el egoísmo anule la bondad de nuestro pensamiento y que la crueldad ahogue la compasión.

Por supuesto, la mayoría de la gente es capaz de intuir que algunos comportamientos son incorrectos, por lo que su conciencia, o ‘la ley escrita en sus corazones’ que Pablo mencionó, la disuade de cometer ciertos males. (Romanos 2:15.) Sin embargo, un entorno que fomenta la crueldad puede embotar esa sensibilidad y amordazar una conciencia a la que se pasa por alto vez tras vez.a (Compárese con 1 Timoteo 4:2.)

¿Pero pudiera achacarse a la imperfección humana todo lo malo que ocurre en nuestros días? El historiador Jeffrey Burton Russell comentó: “Es cierto que todos tenemos el mal en nosotros mismos, pero aun juntando grandes cantidades de males individuales, no podríamos explicar lo que pasó en Auschwitz [...] El mal en aquella escala parece ser cuantitativa y cualitativamente distinto”. Jesucristo señaló de modo inequívoco a esa fuente de mal cualitativamente distinta.

Poco antes de morir, Jesús explicó que los hombres que planeaban matarlo no estaban actuando completamente por su propia voluntad. Había tras ellos una fuerza invisible que los guiaba. Por esa razón les dijo: “Ustedes proceden de su padre el Diablo, y quieren hacer los deseos de su padre. Ese era homicida cuando principió, y no permaneció firme en la verdad”. (Juan 8:44.) No cabe duda de que el Diablo, a quien Jesús llamó “el gobernante de este mundo”, desempeña un papel clave en fomentar el mal. (Juan 16:11; 1 Juan 5:19.)

Por miles de años la imperfección humana y la influencia de Satanás han causado muchísimo sufrimiento a la gente. Y lo peor es que no hay la menor indicación de que esa influencia esté cediendo. ¿Se quedará el mal entre nosotros para siempre? ¿O erradicarán las fuerzas del bien alguna vez al mal?

[Notas a pie de página]

a Los científicos han establecido recientemente cierta relación entre las escenas de violencia explícita en la televisión y el crimen juvenil. Los vecindarios con altos índices de criminalidad y los hogares deshechos son factores que inciden considerablemente en el comportamiento antisocial. En la Alemania nazi, la constante propaganda contra otras razas logró que alguna gente justificara y hasta glorificara las atrocidades que se cometieron con los judíos y los eslavos.

[Reconocimiento de la foto de la portada]

Portada: Foto U.S. Army

[Reconocimiento en la página 3]

Foto U.S. Army

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