Misioneros de Micronesia
AUNQUE dispersados por el aparentemente inacabable océano Pacífico, los misioneros de Micronesia aún se juntan todos los años para una “reunión de familia”. ¿Dónde se congregan todos estos evangelizadores de islas lejanas? Apropiadamente, en el lugar que el gobierno local ha denominado Calle de Jehová: la dirección de la sucursal de Guam, que atiende la obra de esa región del mundo.
En junio de 1992 llegaron 56 misioneros a la sucursal para asistir a la Asamblea de Distrito “Portadores de Luz”. Las risas y la conversación alegre llenaron el aire mientras se renovaban viejas amistades y se cultivaban otras nuevas. Como de costumbre, se colocaron en la escalera del Salón del Reino para tomar una fotografía del grupo, y luego se sentaron en tres largas mesas para disfrutar de la comida anual para los misioneros, que este año contaba con la presencia de Albert Schroeder, miembro del Cuerpo Gobernante.
Para muchos de los misioneros, esta reunión anual en Guam es la única oportunidad de salir de sus pequeños hogares tropicales, que son realmente pequeños. La isla de Ebeye, una de las islas Marshall, tiene solo 32 hectáreas. Tanto el hogar misional de la isla Majuro, de las Marshall, como el de Kiribati, de las Gilbert, están ubicados en atolones largos y estrechos de menos de 800 metros de ancho. De modo que estos misioneros quisieron sacar el máximo provecho de su emocionante viaje a Guam.
Aunque la idea de predicar en una remota isla tropical parece romántica, en realidad es un desafío que no todo el mundo puede afrontar. Hay que decir que solo 7 de los 56 misioneros proceden de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. La mayoría vino de Hawai o de las Filipinas, donde servían de ministros precursores acostumbrados ya a la vida tropical, y fueron directamente de sus países natales a sus asignaciones misionales.
Como las islas de Micronesia están tan cerca del ecuador, los misioneros tienen que batallar contra el calor y la humedad sofocantes para llevar las buenas nuevas a sus habitantes. La comunicación puede ser un desafío aún mayor. Cada isla o grupo de islas tiene su propio idioma, algunos tan desconocidos que ni siquiera aparecen en el diccionario, y pueden pasar años antes de que un visitante los hable con fluidez. Para ayudar a la gente de las diversas culturas isleñas a entender la Biblia, la sucursal de Guam imprime literatura en once idiomas, nueve de los cuales solo se hablan en Micronesia.
Algunas islas están tan apartadas que solo se puede llegar a ellas en barco. El hogar misional de Tol, en Chuuk (Truk), está ubicado en una de esas islas, donde los misioneros tienen que depender de placas solares para conseguir electricidad unas cuantas horas al día.
Hay un total de catorce hogares misionales en Micronesia, que abarca una extensión más o menos igual a la de los Estados Unidos continentales. De sus más de 400.000 habitantes, 1.000 son publicadores de las buenas nuevas, organizados en veinte congregaciones y tres grupos aislados.
Aunque la gente de Micronesia suele ser muy amigable, las costumbres religiosas y la presión de la familia impiden que muchos acepten la verdad del Reino de Dios. De modo que aunque la predicación está floreciendo (los 1.000 publicadores conducen más de 2.000 estudios bíblicos), algunas congregaciones y grupos siguen siendo pequeños. Por ejemplo, hay solo cinco publicadores en la isla de Tinián y solo siete en la isla de Nauru, y las congregaciones de Yap, Kosrae y Rota tienen menos de cuarenta publicadores cada una. No obstante, algunos misioneros han permanecido en sus asignaciones durante más de veinte años. Los seis misioneros de la isla de Belau han servido en ella durante por lo menos doce años.
Grandes recompensas reciben los que perseveran. Existen oportunidades diarias de maravillarse de la belleza de la creación de Jehová. Las exuberantes islas de Micronesia están diseminadas como pequeñas joyas verdes sobre el azul telón de foro del Pacífico. Kilómetros de playas vírgenes y arrecifes de coral llenos de peces de todo color atraen a los buceadores y entusiastas del submarinismo a fin de explorar algunos de los mejores lugares de buceo del mundo. Y al final de cada día, se produce la impresionante puesta de sol en el océano.
Sin embargo, la mayor recompensa es el privilegio de servir a Jehová comunicando a otras personas sus maravillosas promesas sobre el futuro. Los misioneros de Micronesia siguen esforzándose por recibir esa recompensa, y por ello viven el cumplimiento de las palabras de Isaías 42:12: “Atribuyan ellos gloria a Jehová, y en las islas anuncien hasta su alabanza”.
[Fotografía/Mapa en la página 31]
Los misioneros reunidos en Guam, junio de 1992
[Mapa]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Barrigada (Guam)
Santa Rita (Guam)
Koror (Belau)
Dublon (Islas Chuuk)
Moen (Islas Chuuk)
Faro Tol (Islas Chuuk)
Tarawa (Kiribati)
Lelu (Kosrae)
Ebeye Islas Marshall
Majuro
Kolonia (Ponhpei)
Songsong (Rota)
Chalan Kanoa (Saipán)
Yap
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