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  • ¿Cuándo tendremos un mundo sin guerras?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1995
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1995
w95 1/10 págs. 5-7

¿Cuándo tendremos un mundo sin guerras?

LA CARTA de las Naciones Unidas entró en vigor el 24 de octubre de 1945. Es la empresa de mayor envergadura que ha acometido el hombre con el fin de lograr la paz mundial. La ONU se componía originalmente de 51 estados miembros, y de este modo llegó a formar la mayor organización internacional de la historia. Además, por primera vez en la historia una organización internacional dispondría de un ejército propio para hacer que se respetara la paz y la seguridad y que hubiera un mundo sin guerra.

Hoy en día, la Organización de las Naciones Unidas se compone de 185 estados miembros y tiene más poder que nunca antes. ¿A qué se debe, pues, que la organización internacional más poderosa de la historia no haya logrado plenamente sus nobles objetivos?

La religión: un gran obstáculo

Uno de los principales problemas que ha afrontado la ONU ha sido el papel de la religión en la sociedad humana. Es cierto que desde su fundación, las principales religiones del mundo le prometieron su apoyo. Refiriéndose al quincuagésimo aniversario de la ONU, el papa Juan Pablo II dijo que la Organización de las Naciones Unidas es “el instrumento privilegiado de la promoción y la defensa de la paz”, opinión que comparte la comunidad mundial de guías religiosos. Pero este vínculo sutil entre la religión y el gobierno no puede ocultar el hecho de que la religión ha sido un obstáculo y una molestia para las Naciones Unidas.

Durante siglos, la religión ha fomentado y apoyado de manera notable el odio nacionalista, las guerras y los genocidios. En años recientes, el fervor religioso ha llevado a los hombres a matarse unos a otros en muchas regiones del mundo. El término “limpieza étnica” se ha utilizado ampliamente en relación con la guerra de los Balcanes. Pero el odio violento que se tienen aquellas personas no se basa tanto en las diferencias raciales como en las religiosas, pues la mayoría tiene el mismo origen étnico. Sí, la religión debe aceptar gran parte de la responsabilidad del baño de sangre en la anterior Yugoslavia, un baño de sangre que la ONU ha sido incapaz de detener.

Un profesor universitario de Religión dijo hace poco, y muy acertadamente, que “por más incomodidad que cause, es urgente y prioritario examinar la relación que existe entre la religión y el genocidio en un mundo en el que, acabada la guerra fría, aumentan las militancias religiosas”. Hoy en día se está tomando conciencia de que la religión supone un obstáculo para la conservación de la paz mundial.

Una declaración que adoptó la ONU en 1981 decía: “Preocupada por las manifestaciones de intolerancia y por la existencia de discriminación en las esferas de la religión o las convicciones que aún se advierten en algunos lugares del mundo, decidida a adoptar todas las medidas necesarias para la rápida eliminación de dicha intolerancia en todas sus formas y manifestaciones y para prevenir y combatir la discriminación por motivos de religión o convicciones”.

En armonía con su declaración, las Naciones Unidas han declarado 1995 el Año de la Tolerancia. Sin embargo, siendo realistas, ¿será posible lograr la paz y la seguridad en un mundo dividido por la religión?

El futuro de la religión

La contestación la encontramos en una profecía del libro bíblico de Revelación, o Apocalipsis. Allí se habla de una “gran ramera” simbólica que se sienta como una “reina” y que tiene “un reino sobre los reyes de la tierra”. Esta ramera vive “en lujo desvergonzado” y tiene relaciones con los gobiernos del mundo. A estos gobiernos se les representa como “una bestia salvaje de color escarlata”, sobre la cual se sienta cómodamente la ramera. (Revelación 17:1-5, 18; 18:7.) A esta poderosa mujer inmoral se la llama “Babilonia la Grande”, un nombre que le viene de la antigua ciudad de Babilonia, la cuna de la religión idólatra. Por esa razón, hoy día la ramera representa a todas las religiones del mundo, que se han entrometido en la política mundana.

El relato pasa a decir que, con el tiempo, los componentes militaristas de la bestia salvaje harán algo que Dios habrá puesto en su corazón. “Odiarán a la ramera y harán que quede devastada y desnuda, y se comerán sus carnes y la quemarán por completo con fuego.” (Revelación 17:16.)a De modo que será Jehová Dios mismo quien habrá tomado la iniciativa para que las poderosas naciones eliminen a la religión falsa. El sistema religioso mundial, con sus lujosos templos y capillas, será completamente destruido. Se habrá eliminado el obstáculo religioso para conseguir la paz y la seguridad. Pero, ¿bastará con eso para que haya verdadera paz y seguridad en la Tierra?

La naturaleza humana imperfecta

¿Hay alguna garantía de que eliminando la religión se pueda conseguir un mundo sin guerra? No. La ONU seguirá afrontando una situación paradójica. Por un lado, la gente desea paz y seguridad, pero, por el otro, la mayor amenaza para la paz y seguridad es la gente misma. Todos los conflictos y guerras se originan como consecuencia de características humanas, como el odio, el orgullo, el egotismo y el egoísmo. (Santiago 4:1-4.)

La Biblia predijo que en nuestro día los hombres serían ‘amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, no tendrían cariño natural, no estarían dispuestos a ningún acuerdo, serían calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo’. (2 Timoteo 3:1-4.)

El secretario general Boutros Boutros-Ghali reconoció que “el mundo atraviesa una crisis que en muchas sociedades es de proporciones inmensas”. No hay estrategia diplomática capaz de neutralizar las características perniciosas de la naturaleza humana imperfecta. (Compárese con Génesis 8:21; Jeremías 17:9.)

Jesucristo: el Príncipe de Paz

Está claro que la ONU no puede traer la paz mundial. Por más nobles que sean sus objetivos, todos sus integrantes y apoyadores son seres humanos imperfectos. La Biblia dice que “al hombre terrestre no le pertenece su camino. No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso”. (Jeremías 10:23.) Además, Dios advierte: “No cifren su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna”. (Salmo 146:3.)

La Biblia predice qué es lo que logrará Jehová mediante su Hijo, el “Príncipe de Paz”. Isaías 9:6, 7 dice: “Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; y el regir principesco vendrá a estar sobre su hombro. Y por nombre se le llamará Maravilloso Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. De la abundancia del regir principesco y de la paz no habrá fin”.

Después de cincuenta años de tentativas frustradas, las naciones del mundo ya están cansadas. Dentro de muy poco tiempo destruirán a las organizaciones religiosas semejantes a una ramera. Después, Jesucristo, el “Rey de reyes y Señor de señores”, y su ejército de guerreros celestiales, acabarán con todos los gobiernos humanos y darán muerte a todo el que se oponga a la soberanía de Dios. (Revelación 19:11-21; compárese con Daniel 2:44.) Jehová se valdrá de este medio para crear un mundo sin guerra.

[Nota a pie de página]

a Si desea estudiar a fondo la profecía de Revelación respecto a Babilonia la Grande, vea los capítulos 33 a 37 del libro Apocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación!, editado en 1988 por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.

[Recuadro en la página 7]

CÓMO VEN LOS CRISTIANOS LAS NACIONES UNIDAS

La profecía bíblica suele utilizar la figura de bestias salvajes como símbolo de los gobiernos humanos. (Daniel 7:6, 12, 23; 8:20-22.) Por esa razón, desde hace décadas la revista La Atalaya ha identificado a las bestias salvajes de los capítulos 13 a 17 de Revelación con los gobiernos del mundo de hoy día, lo cual incluye a la ONU, representada en el capítulo 17 de Revelación como una bestia de color escarlata que tiene siete cabezas y diez cuernos.

No obstante, este simbolismo bíblico no justifica ningún tipo de falta de respeto a los gobiernos ni a sus funcionarios. La Biblia dice claramente: “Toda alma esté en sujeción a las autoridades superiores, porque no hay autoridad a no ser por Dios; las autoridades que existen están colocadas por Dios en sus posiciones relativas. Por lo tanto, el que se opone a la autoridad se ha puesto en contra del arreglo de Dios; los que se han puesto en contra de este recibirán juicio para sí”. (Romanos 13:1, 2.)

En consecuencia, los testigos de Jehová, que son estrictamente neutrales en cuestiones políticas, no obstaculizan de ningún modo la función de los gobiernos humanos. Jamás fomentan la revolución ni participan en actos de desobediencia civil, pues reconocen que se necesita cierta forma de gobierno a fin de mantener la ley y el orden en la sociedad humana. (Romanos 13:1-7; Tito 3:1.)

Los testigos de Jehová consideran a la Organización de las Naciones Unidas como a los demás organismos estatales del mundo. Reconocen que la ONU sigue existiendo por permiso de Dios. En armonía con lo que dice la Biblia, los testigos de Jehová dan el debido respeto y obedecen a todos los gobiernos, siempre y cuando tal obediencia no exija que pequen contra Dios. (Hechos 5:29.)

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