Un amor más profundo que el de una madre
HAY madres que abandonan a sus hijos recién nacidos en las estaciones de metro, en los baños públicos y en las calles transitadas. Incluso ha habido ocasiones en que los basureros han encontrado en los cubos de la basura a pequeñas criaturas cansadas de llorar por sus madres. Según el periódico O Estado de S. Paulo, “siguen aumentando los casos de bebés abandonados en la calle”. Por supuesto, a la joven madre quizás le pese más tarde lo que ha decidido hacer. Sin embargo, abandona a su bebé aunque a este le cueste la vida.
Tal vez usted se pregunte: “¿Cómo puede una madre siquiera pensar en abandonar a su hijito a un futuro incierto?”. La Biblia emplea esta triste situación como una metáfora para hacer un marcado contraste con lo que nuestro Creador siente por su pueblo: “¿Puede una esposa olvidarse de su niño de pecho, de modo que no tenga piedad al hijo de su vientre? Hasta estas mujeres pueden olvidar; no obstante, yo mismo no me olvidaré de ti” (Isaías 49:15).
En realidad, más que cualquier madre humana, Dios nos ama profundamente y comprende nuestras necesidades. Sea usted joven o adulto, y sin importar qué problema afronte, no está solo. Su Creador quiere ayudarle y se interesa en su bienestar. Como dijo el salmista: “En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería” (Salmo 27:10).
Las revistas La Atalaya y ¡Despertad! se distribuyen por todo el mundo para suministrar conocimiento del “único Dios verdadero”, Jehová, y de su Hijo, Jesucristo, que pudiera significar vida eterna para los que lo aceptan con agradecimiento (Juan 17:3).