Presentando las buenas nuevas... con tacto
1 Jesús, el gran Ejemplo, dio buen consejo en cuanto a un requisito primordial para conversaciones de calidad con las personas, a saber, desplegar tacto, o prudencia. Dijo: “Demuestren ser cautelosos como serpientes y sin embargo inocentes como palomas.” Esto significa que aquellos discípulos tenían que desplegar tacto. Pablo también dijo: “Pero el esclavo del Señor no tiene necesidad de pelear, sino de ser amable para con todos.” Pero, ¿qué significa exactamente el desplegar tacto? Tal cosa se pudiera definir como: percepción mental de aguda sensibilidad; o un claro y penetrante discernimiento del mejor proceder que se debería tomar en medio de ciertas condiciones; o la peculiar habilidad de tratar con otras personas sin ofender. Tener tacto es saber qué decir, cómo decirlo y cuándo decirlo.—Mat. 10:16; 2 Tim. 2:24.
2 Por lo tanto, la importancia y el valor de desplegar tacto puede verse claramente. Ofrece muchos beneficios. El desplegar tacto apropiadamente nos ayudará a lograr mucho al hablar con la gente, y a alcanzar nuestro objetivo. Nos ayudará a comunicar la información que llevemos al amo de casa sin ofenderle ni cerrar su mente al mensaje. El desplegar tacto no debe confundirse con transigir o engañar. Pudiéramos ir demasiado lejos al mostrar tacto, y caer en un exceso, hacernos serviles, expresarnos como en disculpa, y hasta de algún modo transigir en cuanto a la verdad, lo cual sería tan incorrecto como el no desplegar tacto. De modo que obtenga un buen equilibrio en esto y use la medida apropiada de tacto o prudencia al momento apropiado.
3 El siguiente ejemplo nos ayudará a entender claramente este punto. Quizás nos encontremos con un amo de casa que diga: “Soy católico y no me interesa su obra.” Usted pudiera contestar: “Aprecio saber que usted toma su religión en serio y que tiene su propia fe. ¿No concordaría usted conmigo en que más personas deberían tener fe firme en Dios y creer en la Biblia?” Tal declaración es tanto veraz como prudente. Uno aprecia saber que el amo de casa toma la religión en serio, puesto que esto pudiera ayudar a uno a recurrir al respeto que él le tiene al mensaje bíblico, y a la vez uno da reconocimiento a su objeción.
4 Otra ilustración pudiera ser la de un amo de casa que dijera: “Estoy ocupado.” Pudiera ser que con toda sinceridad uno dijera: “Pero usted no debe estar tan ocupado que no pueda escuchar el mensaje que le traigo.” Eso sería cierto, pero no desplegaríamos tacto al decirlo. Sería mejor reconocer prudentemente que vivimos en un mundo en que la gente está ocupada y entonces señalar que hasta en un mundo como éste tenemos que pausar para pensar en Dios y sus propósitos.
5 De modo que esfuércese siempre por presentar el mensaje con tacto. Piense en lo que dice y la manera en que lo dice. Ajuste su modo de pensar a la manera en que responda o reaccione el amo de casa. Así, ‘su habla siempre será con gracia, sazonada con sal,’ porque usted sabrá ‘cómo debe dar una respuesta a cada uno.’—Col. 4:6.