Proteja a sus hijos del uso indebido de la sangre
1 “¡Miren! Los hijos son una herencia de parte de Jehová.” (Sal. 127:3.) Si poseen tan valioso legado, su papel de padres les confiere la comisión, feliz y seria a la vez de educar, cuidar y proteger a sus hijos. Por ejemplo, ¿han tomado toda medida razonable para protegerlos de recibir una transfusión de sangre? ¿Cómo reaccionarían sus hijos si tuviesen que afrontar tal situación? ¿Han hablado en familia sobre qué hacer en caso de una urgencia en la que los amenacen con ponerles sangre?
2 Preparar a la familia para estas eventualidades no tiene por qué crear ansiedad o tensión indebidas. Aunque uno no puede prever toda contingencia ni prepararse para ellas, ustedes, los padres, pueden hacer mucho para proteger a sus hijos de recibir una transfusión. Si desatienden sus obligaciones, pudiera resultar en que a sus hijos les pusieran sangre al recibir atención médica. ¿Qué pueden hacer?
3 Es importante tener una convicción firme: Deben meditar en cuánta firmeza tienen sus convicciones con respecto a la ley divina de la sangre. ¿Enseñan a sus hijos a obedecer a Jehová en este campo, tal como les inculcan Su ley sobre la honradez, la moralidad, la neutralidad y otras facetas de la vida? ¿Aceptamos de corazón la ley de Dios dada en Deuteronomio 12:23: “Queda firmemente resuelto a no comer la sangre”? El Deu. 12 versículo 25 añade: “No debes comerla, para que les vaya bien a ti, y a tus hijos después de ti, porque harás lo que es recto a los ojos de Jehová”. Un doctor quizás afirme que la sangre ‘ayudará a que el hijo se recupere’, pero ustedes deben estar firmemente resueltos, antes de que surja una urgencia, a rechazar la sangre, para usted o sus hijos, y han de dar más importancia a su relación con Jehová que a una supuesta prolongación de la vida desobedeciendo la ley divina. ¡El favor de Dios ahora y la vida eterna futura están en juego!
4 Sí, los testigos de Jehová aman la vida. No tienen ningún deseo de morir. Quieren vivir para alabar a Jehová y hacer Su voluntad. Por esta razón, entre otras, van a los hospitales y llevan a sus hijos a recibir tratamiento. Si al solicitar atención médica les dicen que el tratamiento médico o habitual requiere sangre pidan que se les dé atención sin el uso de la sangre. Hay muchas opciones que ya emplean médicos experimentados. No son prácticas de curandero, sino tratamientos y métodos médicos, científicos, documentados en la literatura médica más reciente. Miles de médicos de todo el mundo colaboran y nos dan atención de calidad sin utilizar sangre, aunque a veces es difícil hallar a algunos que estén dispuestos a tratar sin transfusiones a los hijos de Testigos.
5 Localización de un médico dispuesto a cooperar: Si el tratamiento de un paciente ya supone muchas preocupaciones para el médico, pedirle que atienda sin sangre a su hijo le complica aún más la situación. Algunos aceptan tratar a un adulto respetando sus deseos referentes a la sangre, siempre y cuando firme una exoneración. Otros acceden a tratar a menores que hayan demostrado su madurez, ya que algunos tribunales admiten el derecho de estos a elegir el tratamiento que va a recibir. (Véase La Atalaya, 15 de Junio de 1991, páginas 16-17, que explica qué es un menor maduro.) No obstante, los médicos quizás rehúsen tratar a niños, y en especial a los que son muy pequeños, a menos que tengan permiso para administrarles sangre. De hecho, muy pocos médicos les darán seguridad plena de no utilizar sangre en ninguna circunstancia al tratar al niño. Por motivos médicos y legales, la mayoría de los doctores creen que no pueden garantizárselo. Sin embargo, cada vez hay más que desean atender a los hijos de testigos de Jehová, respetando hasta donde les sea posible nuestros deseos sobre la sangre.
6 En vista de este hecho, ¿qué harían si al buscar un médico adecuado para su hijo hallaran uno que hubiera cooperado con los testigos de Jehová en otras ocasiones y hubiera realizado el mismo procedimiento sin sangre en el caso de otros Testigos, pero que opinara que la ley no le permite garantizar a plenitud no poner transfusiones? No obstante, les asegura que tampoco cree que vaya a haber problemas en este caso. Ustedes pueden decidir cuál es la mejor opción. En estas circunstancias podrían concluir que sería posible darle permiso para actuar. No obstante, dejen claro que al darle permiso para tratar a su hijo no autorizan las transfusiones de sangre. Adoptar este proceder es una responsabilidad personal que ustedes tendrían que asumir, sin que se interpretara su decisión como transigencia.
7 Por supuesto, si pudieran hallar otro tratamiento satisfactorio que redujera la probabilidad de usar sangre, sería lógico elegir el proceder menos arriesgado. Es de esperar que busquen con empeño un médico o cirujano que les dé la mayor seguridad posible de no utilizar sangre. La mejor defensa es prever las dificultades. Hagan cuanto puedan por hallar con antelación un médico dispuesto a colaborar. Rehúyan de los hospitales y médicos que no quieran cooperar, siempre que sea posible.
8 En algunos países otro factor que puede determinar la administración de una transfusión de sangre es cómo se paga la atención hospitalaria. Cuando los padres tienen un seguro médico o de otro tipo que les permite elegir doctor, es más fácil mantener al niño fuera del alcance de médicos o personal hospitalario indispuestos a cooperar. El que haya suficiente respaldo económico suele determinar el tipo de servicio y la cooperación que van a brindar los médicos y los hospitales a la familia. Además, el que el hospital o el médico estén dispuestos a trasladar a un niño dependerá en muchos casos de que los padres puedan pagar la atención hospitalaria. Es importante que ustedes, las futuras madres, cuiden su salud durante el embarazo. Este cuidado contribuirá grandemente a evitar los partos prematuros y las complicaciones que conllevan, dado que el tratamiento habitual para los bebés prematuros y sus problemas implica con frecuencia el uso de sangre.
9 A veces los médicos se quejan de que los testigos de Jehová no plantean su objeción a la sangre sino hasta el último momento. Nunca debe ser así. Uno de los primeros pasos que los padres Testigos deben dar al ir al hospital o al solicitar los servicios de un doctor es explicar su postura sobre la sangre. Si va a haber una intervención quirúrgica, pidan cuanto antes una entrevista con el anestesiólogo. Pueden conseguirla con la ayuda del cirujano. Deben leer detenidamente los impresos de admisión. Tienen derecho a tachar todo aquello con lo que no estén de acuerdo. Para que no haya dudas, escriban en el impreso que no desean ni autorizan en ningún caso el uso de sangre por razones religiosas y médicas.
10 Ayuda de la organización de Jehová: ¿Qué ayudas ha provisto la organización de Jehová para facilitarles proteger a sus hijos de recibir sangre? Hay muchas. La Sociedad ha editado mucha información que nos instruye en los tratamientos con sangre y sus alternativas. Ustedes han estudiado el folleto ¿Cómo puede salvarle la vida la sangre?, además de otras publicaciones sobre este asunto. También tienen a los hermanos y a las hermanas de su congregación, que pueden ayudarles y apoyarles en gran manera. Cuando surja una emergencia, los ancianos quizás vean aconsejable organizar turnos de guardia en el hospital las 24 horas del día, preferiblemente un anciano con uno de los padres del paciente o con otro familiar inmediato. Las transfusiones suelen ponerse cuando todos los familiares y amigos se han ido a dormir por la noche.
11 En los Estados Unidos hay más de cien Comités de Enlace con los Hospitales en las principales ciudades. Todas las congregaciones están asignadas a un comité integrado por hermanos entrenados y listos para ayudar. Llámenlos por mediación de los ancianos cuando lo necesiten. Aunque no deben llamarlos por problemas de poca importancia, no esperen demasiado si notan que se está desarrollando una dificultad grave. Con frecuencia les podrán dar los nombres de médicos que están dispuestos a cooperar y sugerirles alternativas. En los casos en que sea necesario y viable, estos hermanos se presentarán en el lugar para ayudarles a tratar el problema.
12 Cómo prepararse y enfrentarse a las acciones judiciales: ¿Qué harían si un médico o un hospital pretendiera conseguir una orden judicial para ponerle una transfusión a su hijo? ¿Sería el momento de darse por vencidos y asumir que no pueden hacer nada? ¡En absoluto! Todavía es posible evitar la transfusión. Hay que prepararse de antemano para esa posibilidad. ¿Qué pueden hacer?
13 Para defenderse les será muy útil entender algunos principios legales que guían o moldean los criterios de los hospitales y los jueces al respecto. Un principio fundamental es que la ley no concede a los padres autoridad ilimitada de aceptar o rechazar el tratamiento médico de sus hijos. Aunque los adultos generalmente tienen el derecho de aceptar o rechazar una terapia, según sus deseos, los padres no tienen la libertad de rechazar un tratamiento que se estime necesario para el bienestar del niño, aunque el rechazo se deba a creencias religiosas sinceras.
14 Este principio fundamental se reflejó en el fallo que emitió el Tribunal Supremo de Estados Unidos en 1944, que decía: “Los padres pueden tener la libertad de hacerse mártires ellos mismos. No obstante, eso no significa que tengan la libertad, en iguales circunstancias, de hacer mártires a sus hijos antes de que hayan alcanzado la edad en que tengan decisión plena y legal para elegir por sí mismos”. Esta misma preocupación fundamental por la salud física y el bienestar del niño está incorporada en las leyes de protección de menores de la actualidad. Estas leyes tienen por objeto proteger a los hijos del abuso de menores, así como de la negligencia médica.
15 Los padres cristianos no objetan, desde luego, a que se proteja a los hijos del abuso paterno o de la negligencia. Sin embargo, las leyes sobre la negligencia y la declaración del Tribunal Supremo antes citada se suelen aplicar mal a casos que afectan a hijos de testigos de Jehová. ¿Por qué? Por un lado, los padres Testigos no tienen ninguna intención de “hacer mártires” de sus hijos. Si así fuera, ¿para qué los habrían de llevar al hospital? Por el contrario, procuran de buena gana tratamiento médico para sus hijos, pues los aman y desean que estén sanos. No obstante, creen que tienen el deber conferido por Dios de elegir de manera responsable qué tratamiento es más adecuado para sus hijos. Desean que sus problemas de salud se traten sin sangre. La terapia sin sangre no solo es más segura y mejor, sino que, aún más importante, mantiene al hijo en el favor del gran Dador de Vida, Jehová Dios.
16 A pesar de las ventajas de tratar sin sangre, muchos médicos y autoridades de la protección de menores consideran que la transfusión es una práctica médica normal que, en ciertas circunstancias, pudiera ser necesaria o hasta imprescindible para salvar la vida. Por ello, cuando los padres Testigos rehúsan las transfusiones que les recomiendan, pueden surgir problemas. De manera general, la ley dicta que un doctor no puede tratar a los hijos sin autorización de los padres. A fin de subsanar la falta de autorización al uso de sangre, los médicos u otros miembros del personal hospitalario quizás pidan autorización a un juez mediante una orden judicial. La pueden obtener mediante las autoridades de protección de menores o por los doctores o administradores del hospital, que actuarían para proteger al niño de una supuesta negligencia médica.a
17 Frecuentemente las órdenes judiciales que autorizan el empleo de sangre se obtienen de manera rápida y sin apenas avisar a los padres. Los doctores, los administradores de hospitales o las autoridades de protección de menores tratan de justificar estas órdenes expeditas alegando que en las urgencias médicas no hay tiempo de informar detalladamente a los padres de lo que sucede. Sin embargo, es frecuente que los médicos admitan en las audiencias que no había verdadera urgencia y que querían la orden judicial “por si acaso”, según su opinión, fuera necesaria una transfusión. Como tutores naturales de sus hijos, ustedes tienen el derecho fundamental de saber en todo momento qué hacen los administradores del hospital o las autoridades de protección de menores que afecte a su hijo. La ley exige que, siempre que sea posible, le informen de si intentan conseguir una orden judicial y le permitan defender su postura en el tribunal.
18 Estos hechos legales destacan el valor de hallar un médico que quiera cooperar. Colaboren con él y, con la cooperación del Comité de Enlace con los Hospitales que les corresponda, ayúdenle a encontrar una terapia sin sangre para el problema de su hijo o busquen a otro doctor u hospital que se la dé. Ahora bien, si hay indicios de que el médico, el administrador del hospital o el funcionario de protección de menores procura una orden judicial, estén alerta y pregúntenle si planea hacerlo. A veces lo hacen en secreto, por teléfono. Si tienen la intención de ir a un tribunal, subrayen que desean que se les informe para estar presentes y explicar su postura ante el juez. (Pro. 18:17.) Si hay tiempo, suele ser conveniente pedir los servicios de un abogado. A veces el tribunal ha nombrado los abogados. Sea que tengan abogado personal o uno nombrado por el tribunal, el Departamento de Asuntos Legales de la Sociedad puede compartir con él información que le ayudará a presentar la mejor defensa que permitan las circunstancias.
19 Si les llevan ante el juez por su negativa a la sangre, la opinión médica de que las transfusiones son necesarias para salvar la vida del niño o mejorar su salud puede ser muy persuasiva. El juez que no esté muy al tanto de cuestiones médicas normalmente se pronunciará a favor de la experiencia del doctor. Ocurre así, sobre todo, si apenas les dan oportunidad a los padres (o si no se les da ninguna) de presentar su postura al respecto y dejan que el médico, sin nadie que lo contradiga, exponga sus afirmaciones de la “urgencia” de poner sangre. Estos métodos unilaterales no favorecen el esclarecimiento de la verdad. En realidad es muy subjetivo e incierto el asunto de cuándo y por qué razón estima un doctor que debe administrar sangre. Suele ocurrir que un médico diga que la sangre es imprescindible para salvar al niño, mientras que otro con experiencia en ese mismo problema afirme que no es necesaria para tratarlo.
20 ¿Qué harán si un fiscal o un juez les pregunta por qué rechazan una transfusión “que puede salvar” a su hijo? Aunque la primera reacción pudiera ser explicar que creen en la resurrección y mostrar su firme confianza en que Dios lo resucitará si muere, la respuesta por sí sola quizás no logre más que convencer al juez, preocupado principalmente por la salud física del niño, de que son unos fanáticos religiosos de quienes tiene que proteger a su hijo.
21 El tribunal necesita saber que, aunque se niegan a recibir sangre por sus profundas convicciones religiosas, ustedes no rechazan el tratamiento médico. El juez debe saber que no son padres negligentes o que abusen de sus hijos, sino padres amorosos que desean que atiendan a su hijo. Es solo que no concuerdan con que los supuestos beneficios de la sangre sobrepasen las posibles complicaciones mortíferas, sobre todo habiendo alternativas médicas que no encierran esos riesgos.
22 Dependiendo de la situación, podrían comunicar al juez que, quien opina que es necesaria la sangre es un determinado doctor, pero que los médicos difieren de opinión, y por ello preferirían tener la oportunidad de buscar uno que desee atender a su hijo con los muchos métodos disponibles que no precisan sangre. Puede que entonces ya hayan localizado, con la ayuda del Comité de Enlace con los Hospitales, al médico que desee tratar a su hijo sin sangre y que quizás pueda dar, aunque sea por teléfono, un testimonio muy útil en el tribunal. Es probable que el comité de enlace pueda compartir con el juez (e incluso con el doctor que solicita la orden judicial) artículos médicos sobre la manera de solucionar sin sangre el problema médico de su hijo.
23 Cuando se apremia a los jueces para que emitan una orden judicial, a menudo no han examinado ni se les han recordado los muchos riesgos que encierra la sangre, entre ellos el SIDA, la hepatitis y muchas otras enfermedades. Pueden señalárselos al juez y también comunicarle que, como padres cristianos, consideran una grave infracción de la ley de Dios emplear la sangre de otra persona para mantener la vida, lo que para ustedes equivaldría a una violación. Ustedes y su hijo (si tiene edad suficiente para tener sus propias convicciones) pueden explicar que les repugna esta invasión de su cuerpo y pueden apelar al juez para que no emita una orden judicial, sino que les permita buscar tratamiento alternativo para su hijo.
24 Cuando se presenta una buena defensa, los jueces pueden ver con más claridad el otro lado de la cuestión, el de ustedes, padres. No están tan listos a autorizar una transfusión. En algunos casos han restringido estrictamente la libertad del médico de utilizar sangre e incluso han exigido que considere primero las alternativas, o han dado a los padres la oportunidad de buscar a otros médicos que deseen tratarle sin sangre.
25 Al tratar con los que procuran imponerles una transfusión de sangre, es esencial que nunca den muestras de vacilar en sus convicciones. Los jueces (y los doctores) a veces preguntan a los padres si les importaría “descargar” sobre ellos la responsabilidad por la transfusión, pues creen que así aliviarían la conciencia de los padres. Pero deben dejar claro a todos que, como padres, sienten la obligación de seguir haciendo todo lo posible por evitar la transfusión. Dios les ha dado esa responsabilidad y por tanto no es transferible.
26 Así, cuando hablen con los doctores deben estar preparados para exponer su postura con claridad y persuasión. Si a pesar de todos sus esfuerzos se emite la orden judicial, continúen implorando al médico que no utilice transfusiones y ruéguenle que emplee un tratamiento alternativo. Sigan tratando de conseguir que acepte considerar artículos médicos y el consejo de doctores que están dispuestos a que se les consulte sobre el problema médico a fin de evitar la sangre. En más de una ocasión un doctor que parecía intransigente ha salido del quirófano anunciando con orgullo que ‘no había utilizado sangre’. Por tanto, aunque se haya emitido una orden judicial, ¡no se rindan! (Véase “Preguntas de los lectores” de La Atalaya, 15 de junio de 1991.)
27 Recuerden que Jesús dijo: “Guárdense de los hombres; porque los entregarán a los tribunales locales [...] Los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa, para un testimonio a ellos y a las naciones”. Para que tengamos consuelo en esas circunstancias, Jesús agregó que el espíritu nos ayudaría a recordar qué sería apropiado y beneficioso que dijéramos en tales ocasiones. (Mat. 10:16-20.)
28 “El que está mostrando perspicacia en un asunto hallará el bien, y feliz es el que está confiando en Jehová.” (Pro. 16:20.) Padres, hagan todos los planes necesarios para proteger a sus hijos de una transfusión de sangre, práctica que contamina en sentido espiritual. (Pro. 22:3.) Hijos, respondan a la instrucción de sus padres cuando hagan estos planes y aplíquenlos de corazón. Como familia, ‘queden firmemente resueltos a no comer la sangre’, “para que les vaya bien” al tener la bendición de Jehová, su beneplácito y aprobación. (Deu. 12:23-25.)
[Nota a pie de página]
a La ley señala que, a menos que haya autorización de los padres o de un juez, solo pueden suministrarse tratamientos considerados necesarios para la vida o salud del niño (entre ellos las transfusiones) en caso de surgir una emergencia que requiera, en opinión del doctor, atención inmediata. Por supuesto, un médico puede estar sujeto a acción judicial al ampararse en esta cláusula de emergencia de la ley.