Cómo hallar gozo en el servicio sagrado
1 Volvieron “con gozo”. El relato bíblico dice cómo se sintieron los 70 discípulos cuando se presentaron ante Jesús tras una larga gira de predicación. Hacer la voluntad de Dios les reportó una sensación interna de placer (Luc. 10:17). ¿Qué puede ayudarnos a disfrutar de manera similar en el servicio sagrado?
2 Una actitud positiva. Dios nos ha concedido el privilegio de informar a las personas de Su magnífico propósito. Mediante la predicación podemos ayudarlas a liberarse de las prácticas degradantes del mundo y de las ataduras de la religión falsa. Ofrecemos a la gente la esperanza de vivir en un mundo donde no habrá los conflictos que existen hoy en día. Pensemos en la alegría que siente Jehová cuando logramos plantar las semillas de la verdad en un corazón receptivo. Pidamos en oración, con una actitud positiva, que el espíritu de Dios produzca en nosotros el fruto del gozo al dedicarnos al ministerio de todo corazón.
3 Preparación práctica. La reunión que Jesús mantuvo con los 70 discípulos, para darles instrucciones sobre la predicación, se ha comparado a las Reuniones de Servicio actuales. Él los preparó para que efectuaran eficazmente su ministerio (Luc. 10:1-16). Hoy día, la Reunión de Servicio nos enseña maneras de abordar a la gente, cómo entablar conversaciones y de qué modo empezar y dirigir estudios bíblicos. Si ponemos todo nuestro empeño y mejoramos la manera de predicar, veremos que disminuirán los sentimientos de desasosiego e ineptitud que tengamos y los eclipsarán la confianza y el gozo.
4 Concentrémonos en el futuro. Jesús disfrutó de su servicio sagrado pese a los sufrimientos que aguantó. ¿Por qué? Porque se mantuvo completamente centrado en las bendiciones y los privilegios que le aguardaban (Heb. 12:2). Podemos hacer lo mismo si tenemos enfocada la mente y el corazón en el nombre de Jehová y en las bendiciones que vendrán en Su nuevo mundo, lo cual dará gozo y sentido a nuestro ministerio.
5 Rendir servicio sagrado a Jehová es el mayor privilegio que podemos tener en la actualidad. Por lo tanto, que nosotros también digamos: “En hacer tu voluntad, oh Dios mío, me he deleitado” (Sal. 40:8).